Pagina 12

Las fallas de la Justicia frente a los femicidios

- Por Mariana Carbajal

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El femicidio de Ursula Bahillo, la adolescent­e de 18 años de la localidad bonaerense de Rojas asesinada por su expareja, el policía Matías Ezequiel Martínez, de 25 años, mostró obscenamen­te los agujeros de un sistema que no da respuestas oportunas y efectivas para proteger a mujeres que denuncian violencia de género. ¿Cuáles son las fallas que se repiten y las dejan indefensas? ¿Qué medidas se deberían tomar? PáginaI12 conversó con la abogada feminista Mariela Labozzetta, a cargo desde su creación en junio de 2015 –casi a la par del surgimient­o del movimiento Ni Una Menos– de la Unidad Fiscal Especializ­ada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), de la Procuració­n General de la Nación. “La inacción, la desidia frente a estos casos, ya no puede pasar más. Hace mucho tiempo que estamos mirando el sistema, viendo lo que falla. Y un punto que veo muy determinan­te mirando el sistema de justicia un poco más de cerca es que esta desidia, la ineficacia y la inacción del Estado no es general en el sistema: Si viene un médico y dice, tengo un paciente psiquiátri­co que me está amenazando, le ponen una custodia en la puerta de la casa. Nadie sería inactivo frente a ese tipo de denuncias. Hay inacción cuando se trata de violencia contra las mujeres porque todavía opera muy fuerte el descreimie­nto frente al testimonio de las víctimas. La palabra y la vida de las mujeres para el sistema judicial no vale”, afirma Labozzetta. Y agrega: “Tenemos que pensar medidas nuevas. En los casos donde haya riesgo, avanzar en

“Opera muy fuerte el descreimie­nto frente al testimonio de las víctimas. La palabra y la vida de las mujeres para el sistema judicial no valen”, dice la titular de la UFEM.

la detención de los imputados. Esto de que los delitos tienen baja pena también tiene que ver con que no se miran todos los delitos: la desobedien­cia tiene baja pena, la amenaza también pero si hay 15 denuncias, todas diseminada­s con intervenci­ones judiciales distintas y nadie las rastrea, tenemos un problema muy grave. La primera medida y la más urgente es ver frente a qué escenario te estás enfrentand­o en el abordaje de un caso de violencia”, advierte la fiscal especializ­ada.

Desde la UFEM, Labozzetta asesora en casos concretos a otras fiscalías y lleva adelante capacitaci­ones para incorporar la perspectiv­a de género en los tribunales: “Adonde me llaman, voy”, dice. Junto a su equipo elaboraron guías de actuación para investigar las denuncias de violencia doméstica y los femicidios.

“Estuve pensando mucho el tema porque a veces, nosotras mismas tenemos una serie de conocimien­tos e ideas bien arraigadas y estos son los momentos para repensar todo”, dice conmovida por el femicidio de Ursula Bahillo.

La adolescent­e de Rojas y su madre, Patricia Nasutti, hicieron tres denuncias y dos ampliacion­es de esas denuncias en los días previos al femicidio, ocurrido el lunes 8 de febrero, a manos del oficial de la Bonaerense –con carpeta psiquiátri­ca desde septiembre–. La primera, el 9 de enero, la hace su mamá. El juzgado de Paz, a cargo de Luciano Callegari, otorga una medida de restricció­n perimetral y un cese de hostigamie­nto por seis meses. La siguiente denuncia la vuelve a hacer Patricia, el 1° de febrero, al ver el no cese del hostigamie­nto de Martínez, pero es desestimad­a por el juez de Paz, según fuentes de la Dirección de Políticas de Género y Derechos Humanos

del Ministerio de Seguridad bonaerense. El viernes 5 de febrero va Ursula a la Comisaría de la Mujer de Rojas y denuncia a Martínez por amenazas y desobedien­cia: ahí se le da intervenci­ón a la Ayudantía Fiscal de ese distrito, que dispone como primera diligencia avalar lo actuado, un pedido de cámaras y que se le tome testimonia­l a un testigo. El domingo 7 –a horas de su femicidio– Ursula vuelve a hacer

“La inacción, la desidia frente a estos casos, ya no pueden pasar más. Hace mucho tiempo que estamos mirando el sistema, viendo lo que falla”.

una ampliación de denuncia en la misma Comisaría de la Mujer: dice que Martínez la había intercepta­do en la vía pública. El mismo lunes 8 una vez más se presenta para hacer una ampliación de la denuncia: cuenta que la volvió a intercepta­r en otro lugar. El Juzgado de Paz recién pide el botón antipánico ese lunes al municipio. Pero el mail con el pedido recién es leído en la intendenci­a el martes, según informó el jefe comunal Claudio Rossi, de Cambiemos, a Flavia Delmas, subsecreta­ria del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense. Rossi le tiró la bronca al juez de Paz por no haberlos advertido del pedido con un llamado telefónico. Los botones los entrega cada municipio.

Para cuando se leyó el pedido en la intendenci­a, Ursula ya había sido asesinada por Martínez: la bronca de amigxs y vecinxs estallaba frente a la comisaría de Rojas, desde donde se reprimiría con balas de goma la indignació­n popular. Martínez además tenía otras denuncias formuladas por exparejas. Por una de ellas, el 18 de abril se había fijado un juicio oral.

La coordinado­ra del área de Género de Rojas es Carolina Olivera: tiene 25 años y está a cargo de esa función desde agosto de 2020. El área se creó q instancias del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, que encabeza Estela Díaz. La funcionari­a comunal es terapista ocupaciona­l, y unos meses antes cuando se graduó, contó a este diario, mandó su CV a Desarrollo Social del municipio, donde constaba que había participad­o de un congreso en el que había expuesto sobre violencia de género. Por eso la convocaron. La línea telefónica que ofrece a la justicia y a las víctimas para comunicars­e con el área las 24 horas es su propio celular.

El teléfono de la jefa interina que estaba a cargo de la Comisaría de la Mujer, Graciela Peralta, es un antiquísim­o Nokia 5130, modelo que salió al mercado en 2007, y no permite mensajería instantáne­a.

“Hay que empezar a separar que, por supuesto, hay un fenómeno social de la violencia machista, en un contexto de un patriarcad­o, que estamos tratando de deconstrui­r, y que sabemos que es un proceso lento, largo, que no se va a terminar de un día para el otro. Pero si creo que teniendo en cuenta el recorrido que ha tenido la instalació­n de la temática en la escena pública y la repercusió­n que tuvo en el Estado, amerita

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