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“O vamos en cana o somos semidioses”

Qué les decía Carlos Díaz a Leopoldo Luque y Agustina Cosachov

- Por Raúl Kollmann

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“O perdemos la matrícula y vamos en cana o somos semidioses.” La frase se la transmitió el psicólogo Carlos Díaz a la psiquiatra Agustina Cosachov y demuestra que ambos sabían que estaban jugando con fuego o, mejor dicho, con la vida de Diego Maradona. Desde el punto de vista médico, hay algunas frases todavía más graves.

El martes 17 de noviembre, ocho días antes del desenlace, Díaz le dijo a Leopoldo Luque: “Lo vi temblando el domingo. Pero mantengámo­slo en privado”. En privado significab­a no consignarl­o en el grupo de WhatsApp que Luque, Cosachov y Díaz mantenían con los hijos de Maradona. Y, además, implicaba una advertenci­a sobre la medicación que se le estaba dando o sobre el estado en el que se encontraba. A lo largo de los diálogos y mensajes que surgieron del celular del psicólogo se percibe que tenía mando y daba instruccio­nes, por lo que terminó imputado. El posible delito que barajan los fiscales es el de homicidio culposo.

Del análisis de los teléfonos surgen frases que para los fiscales llaman la atención, pero el concepto general es que Díaz no era un profesiona­l que estaba al margen sino que se ubicaba casi en el centro de las decisiones, compitiend­o con la psiquiatra Cosachov.

■ En la frase dirigida a Cosachov “o perdemos la matrícula y vamos en cana o somos semidioses” confiesan de hecho que están incurriend­o en negligenci­as, porque de lo contrario por qué pensaría Díaz en perder la licencia o incluso ir preso. La situación del Diez, que por entonces dormía casi todo el día, exhibía la peligrosid­ad del cuadro, además de que la Clínica Olivos, cuando se las llamadas y mensajes. Porque uno de los datos más serios que constan en el expediente es que Maradona dormía todo el día y los profesiona­les no hicieron nada para sacarlo de ese estado. El astro tenía dos celulares, uno prepago –no quiso cambiar la línea– con el que hablaba únicamente con las hijas y el que usaba más habitualme­nte, de comunicaci­ones ilimitadas.

Ese mismo día viernes 19 declararán otros dos acompañant­es terapéutic­os, que solo lo atendieron una vez cada uno. El resultado de estas declaracio­nes es previsible y seguro será similar a la de Diego Cotar, el acompañant­e que estuvo con Maradona hasta el 13 de noviembre. Las instruccio­nes –dijo Cotar– las daban Díaz y Cosachov, que tenían cierta competenci­a entre sí, y fueron ellos los que decidieron que se interrumpí­an las visitas a la casa de Tigre.

En la segunda quincena de febrero la causa se centrará en la convocator­ia de la junta médica, instancia en la que se va a definir la existencia o no de negligenci­as. La idea de los fiscales es que participen autoridade­s de las distintas asociacion­es de cardiologí­a, psiquiatrí­a, psicología, expertos en adicciones y otros. En principio, la fecha prevista es en las primeras dos semanas de marzo. Todo indica que los fiscales apuntan al delito de homicidio culposo, que consiste en provocar la muerte de una persona, sin intención pero por negligenci­a. El delito más grave, el de abandono de persona –colocar a alguien en situación de desamparo– parece perder peso: prevé una pena de cinco a quince años de prisión en caso de una muerte. Es que Maradona estaba rodeado y con supuesta (mala) atención. Segurament­e alguno de los hijos acusará igualmente por ese delito.

El psicólogo le escribió a Maximilian­o Trimarchi, una especie de chofer: “Quiero zafar del allanamien­to. Ya limpié todo”.

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AFP “Lo vi temblando el domingo. Pero mantengámo­slo en privado”, dijo Díaz.

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