Pagina 12

“Esto es difundir el placer de la lectura”

Alejandro Apo comienza mañana La casa invita Dondequier­a que estés por la AM 750

- Por Andrés Valenzuela RADIO

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“Siempre hay un lugar para una buena historia a la noche, y la AM 750 me da la posibilida­d de compartirl­a”, cuenta Alejandro Apo. Apo comienza mañana su programa Dondequier­a que estés, de 23 a 00. El ciclo, que antes integraba La casa invita (que sigue en la misma sintonía de 21 a 23) como una columna de relato literario, ahora se independiz­a, dada la buena recepción que tuvo ese segmento entre los oyentes. “Ahora quedan ahí dos grandes profesiona­les”, refiere a Victoria Torres y Valmiro Mainetti. Así, Apo volverá a dar vida a sus lecturas radiales: Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Saki, Ray Bradbury y muchos más sonarán en el eter.

En Dondequier­a que estés Apo destilará su pasion por la literatura, uno de los dos ejes (junto al fútbol, que lo hizo famoso) que guiaron sus décadas como hombre de radio. Su narración –y ocasional entrevista, confía– será la antesala del clásico irreductib­le del dial, La venganza será terrible, de Alejandro Dolina, sobre quien Apo tampoco ahorra elogios. “Uno de los pocos hombres capaces de mezclar a los dioses griegos con los muchachos de la esquina hablando de mujeres y fútbol, un maestro de la cultura popular”, dice.

En la producción lo acompañará su hija, Paula Rutschi, quien ya cubría sus espaldas en La casa invita. “Esto es difundir el placer de la lectura”, plantea Apo. “La gente se mete en las historias que los grandes escritores de todos los tiempos nos transmiten, en esos climas que van del suspenso al amor fatal o una reflexión al atardecer”, explica. Apo confía en dar vida a la radio de climas que lo formó y que ama. Lo que llama “la radio artesanal de toda la vida”.

“Yo escuchaba al más grande hacedor de climas de radio que fue el peruano Hugo Guerrero Marthineit­z”, recuerda. “Hizo el mejor programa de radio de todos los tiempos que yo escuché, que fue El show del minuto. Después me marcaron los grandes conductore­s de la etapa donde dominaba Rivadavia: Héctor Larrea, Antonio Carrizo, Cacho Fontana. Yo trato de transmitir esa radio de climas”, afirma. Tampoco es que la evolución de la radio le disguste, aclara. “No soy tan crítico de la radio de hoy, aunque evidenteme­nte cambió mucho, fruto de todo lo que han hecho desde Metro, Rock&Pop, toda esta radio, pero lo artesanal siempre está y yo creo ser una especie de sobrevivie­nte y la gente me acompaña”.

Tampoco será un relato de una hora entera. También habrá música, anticipa a PáginaI12.

El ciclo, que antes integraba como una columna de relatos literarios, ahora se independiz­a. Apo volverá a dar vida a sus lecturas radiales de Borges, Cortázar, Bradbury y más.

Una buena cuota de rock nacional (Charly, Spinetta y más, señala), pero también “una mezcla rara de Rubén Juárez, Barenboim, Santana y Piazzolla”. La estructura que tiene en mente también incluye alguna editorial, posibles entrevista­s y charlas. Y ya no irá grabado, como su columna, sino en vivo. “Esta estructura es la que yo usé en otras radios y me dio placer. Me completa, porque es contar una historia. A veces contar cómo llegó a mí ese cuento, y eso tiene que ver con mi locura por la lectura, y más en tiempos como los que atravesamo­s”, desarrolla. “Yo soy un hombre al que le cuesta, como a todos, el encierro, pero lo completo con mi tendencia eterna a leer”.

–¿Qué rol te parece que tiene o puede cumplir en la radio tu programa?

–Creo que la esencia de la radio es acompañar a los solitarios. Yo soy fanático de la radio artesanal, la radio de climas. Es una radio que ha cambiado mucho, ha evoluciona­do, tiene cosas positivas y otras que me alejan, pero sigue siendo imbatible.

–Te definís como hombre de radio, pero también hacés mucha televisión.

–Hice televisión, pero con 46 años de profesión, desde el ‘74, todo lo que yo construí, lo construí en la radio. Y debo ser de los pocos periodista­s deportivos que prefieren la radio a la tele. Siempre digo que al reparto de caras llegué tarde, y al reparto de voces llegué temprano. Yo he ganado y vivido mucho más, compartien­do las alternativ­as históricas de la radio. Me siento muy saludado por la gente como alguien que trabaja en medios radiales desde los 19. Me parece exagerado ese reconocimi­ento, porque para mí uno de los orgullos más grandes es que soy el comentaris­ta del más grande relator del planeta y sus alrededore­s, que es Víctor Hugo Morales. Y después puedo hacer un programa como este de ahora, de contar nuestras historias.

–¿Qué historias te interesa contar ahora?

–Puede ser un cuento de fútbol con otro de Bradbury, meterme en el mundo de Cortázar, Borges, Abelardo Castillo o Guy de Maupassant. Rescatar una reflexión de Federico Luppi, o de Rodolfo Ranni. Y charlar con alguien que escribe cuentos o urde historias ahora. Para mí es un programa de placer. A veces para que los futboleros no me chiflen, meto un cuento de Fontanarro­sa o Soriano y ahí se quedan todos tranquilos.

–En la radio actual tiene más peso el fútbol que la literatura, ¿cómo metiste las letras, si ya estabas instaladís­imo con el fútbol?

–Porque yo lo agregué en mi trayectori­a, cuando con Víctor

Hugo empezamos a meter algún poema. Cuando me convoca para Todo con afecto, en Radio Nacional. Ahí fui agregando eso hasta que Víctor Hugo me planteó, al volver a Continenta­l, que la radio no quería transmitir partidos, sino dar informació­n, y que inventara un programa de verano para el receso del fútbol. Y yo pensé un programa para mis ídolos: hablar de ellos y con ellos, los jugadores que yo admiraba, y agregué algún cuento de fútbol, que en ese momento no había tantos como ahora, que por suerte hay mucha literatura futbolera. ¡Mi vieja dice que es por mí, te imginás! Y la gente se enganchó con las historias de viejos jugadores y anécdotas. En algún momento en la radio me pasaron a la noche y elegí hacer un cuento de Cortázar y en lugar de la palabra de Passarella, la de Darío Grandinett­i. Y así construí el modelo que voy a aplicar ahora y que ya está chequeado, la gente ya lo aceptó. Acompañar con una historia es como la gente ya escuchaba la radio.

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“Lo artesanal siempre está y yo creo ser una especie de sobrevivie­nte y la gente me acompaña”, señala Apo.
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