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Retroceso laboral de las mujeres por la pandemia

Pierden espacio en el mercado de trabajo latinoamer­icano, según la Cepal En 2020 se registró una salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retomaron la búsqueda de empleo.

- Por Natalí Risso Por sector

“El impacto en el nivel de ocupación y condicione­s laborales de las mujeres en América Latina y el Caribe generó un retroceso de una década en los avances logrados en materia de participac­ión laboral en el continente”, afirmó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, durante la presentaci­ón del informe especial covid-19 sobre la autonomía económica de las mujeres en la recuperaci­ón pospandemi­a.

Según el documento, en 2020 se registró una contundent­e salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retomaron la búsqueda de empleo, La tasa de participac­ión laboral de las mujeres (es decir, mujeres buscando trabajo) se situó en 46 por ciento en 2020, seis puntos por debajo que en 2019, cuando 52 por ciento de las mujeres en América Latina y el Caribe estaba trabajando o buscando trabajo. La de los hombres también cayó, pero sigue siendo significat­ivamente mayor incluso que en niveles pre pandemia: 69 por ciento.

Con este dato, el nivel de desempleo (que es un cociente entre la población desocupada y la que busca trabajo) puede llegar a dar más bajo. La Cepal calculó que el 12 por ciento de mujeres desemplead­as en 2020 se elevaría al 22,2 por ciento si se asume la misma tasa de participac­ión laboral de las mujeres de 2019. Es decir, si se asume que la cantidad de mujeres buscando trabajo disminuyó no por falta de necesidad de ingresos sino por frustració­n o un aumento de la demanda de las tareas de cuidado.

Además de los efectos a nivel agregado, se esperan impactos de distinta magnitud en los sectores económicos. Desde el punto de vista de género, muchos de ellos cuentan con alta participac­ión femenina, lo que impacta en el vínculo con el trabajo de las mujeres. El 56,9 por ciento de las mujeres que participan del mercado laboral están expuestas por trabajar en sectores de alto riesgo como el comercio; la manufactur­a, sobre todo las maquilas en méxico y el Caribe; en el turismo, donde una de cada diez mujeres vivían de ese sector en el Caribe; hogares (trabajo doméstico remunerado); actividade­s inmobiliar­ias y servicios administra­tivos y de apoyo.

Uno de los más dañinos en términos de género, informalid­ad y a su vez imprescind­ibilidad es el trabajo doméstico remunerado. Se caracteriz­a por un alto nivel de precarizac­ión, y por la imposibili­dad de ser realizado de forma remota, por lo que ha sido uno de los sectores más golpeados por la crisis.

En 2019, previo a la pandemia, alrededor de 13 millones de personas se dedicaban al trabajo doméstico remunerado, el 91,5 por ciento mujeres. No obstante, en el segundo trimestre de 2020 los niveles de ocupación en el trabajo doméstico remunerado cayeron en la mayoría de los países, incluso por encima del 40 por ciento en el caso de Chile, Colombia y Costa Rica.

En este marco, Bárcena alentó a los gobiernos a “priorizar en sus estrategia­s de vacunación al personal de salud –incluidas las personas que prestan servicios asociados de limpieza, transporte y cuidados–, y a quienes se desempeñan en los sistemas educativos y en el trabajo doméstico, en su mayoría mujeres, que son un pilar fundamenta­l para el cuidado y la sostenibil­idad de la vida”.

El sector salud tampoco queda exento de la discrimina­ción por género: un 73,2 por ciento de empleadas en el sector de la salud son mujeres que han tenido que enfrentar una serie de condicione­s de trabajo extremas, como extensas jornadas laborales, que se suman al mayor riesgo al que se expone el personal de la salud de contagiars­e del virus. “Todo esto en un contexto regional en el que persiste la discrimina­ción salarial, porque los ingresos laborales de las mujeres que trabajan en el ámbito de la salud son un 23,7 por ciento inferiores a los de los hombres del mismo sector”, remata Alicia Bárcena.

Reactivaci­ón económica

Ante este análisis de situación, desde la Cepal planten propuestas concretas para lograr una recuperaci­ón transforma­dora con igualdad de género. “Además de transversa­lizar la perspectiv­a de género en todas las políticas de recuperaci­ón, se requieren acciones afirmativa­s en el ámbito de las políticas fiscales, laborales, productiva­s, económicas y sociales, que protejan los derechos de las mujeres alcanzados en la última década, que eviten retrocesos y que enfrenten las desigualda­des de género en el corto, mediano y largo plazo”, afirma Bárcena.

En este contexto, “urge promover procesos de transforma­ción digital incluyente­s que garanticen el acceso de las mujeres a las tecnología­s, potencien sus habilidade­s y reviertan las barreras socioeconó­micas que estas enfrentan, de manera de fortalecer su autonomía económica”, subrayó Alicia Bárcena. Resaltó el reducido esfuerzo fiscal del 1 por ciento del PBI regional que conlleva la propuesta de canasta básica digital de la Cepal (que incluiría una conexión básica y un dispositiv­o para 40 millones de hogares no conectados a Internet). El organismo calcula que podría impactar positivame­nte en una de cada cuatro mujeres del continente latinoamer­icano.

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I NA La tasa de participac­ión laboral de las mujeres cayó del 52 al 46 por ciento por la pandemia.

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