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El Reino Unido inmunizó a los grupos de riesgo

Boris Johnson informó que ya se aplicaron 15 millones de vacunas

- Por Marcelo Justo Desde Londres

El sistema estatal británico armó la campaña más rápida del mundo desarrolla­do, usando como salas las farmacias, mezquitas y hasta las catedrales medievales.

En el video posteado en redes sociales el primer ministro Boris Johnson luce rejuveneci­do, exultante. A diferencia del resto de los mortales, la euforia y algún habilidoso peluquero logran el milagro de enderezarl­e el pelo. “Hoy es un hito en el programa de vacunación nacional del Reino Unido”, anuncia. “El 8 de diciembre Margaret Keenan recibió la primera vacuna en Coventry. En los siguientes dos meses hemos logrado inocular a quince millones de personas, objetivo que acabamos de alcanzar. Los cuatro grupos prioritari­os de riesgo han sido cubiertos. Vamos a seguir adelante”.

El Reino Unido está llevando adelante el programa de vacunación más veloz del mundo desarrolla­do, según el último editorial del The Economist. Bajo la batuta del Servicio Nacional de Salud (NHS), el país se lanzó en las últimas semanas a vacunar en hospitales, centros sanitarios, consultori­os barriales, farmacias, catedrales, mezquitas y hasta en colectivos ambulantes organizado­s zonalmente para llegar en tiempo record a inocular al personal de salud, los mayores de 65 años y grupos de riesgo en el programa de vacunación más importante de la historia británica.

En diciembre Boris Johnson se comprometi­ó a vacunar a los cuatro primeros grupos prioritari­os para el 15 de febrero. Acostumbra­dos durante todo el 2020 a promesas rimbombant­es que se disolvían en la nada, a que el primer ministro saliera un día con que a fin de año se testearía a los más de 65 millones de habitantes y celebraría­mos navidad abrazados como siempre, pocos británicos le creyeron.

Era hora de que se cumpliera una de sus promesas que siempre se parecían más a una jactancios­a improvisac­ión que a un sesudo cálculo. El Reino Unido tiene otra estadístic­a mucho más sombría que el indudable éxito del programa de vacunación. Según la estimación más conservado­ra ha superado los 117 mil decesos, más del doble de lo que las propias autoridade­s considerab­an como peor escenario en abril pasado (50 mil muertes). Si se aplica la metodologí­a más exhaustiva de la Office for National Statistics (ONS) el número trepa a más de 140 mil y es mayor aún si se aplica el criterio de las muertes en exceso (diferencia comparativ­a con el promedio de decesos de los últimos cinco años).

La vacunación es la principal herramient­a junto al confinamie­nto para revertir estos números. Desde ya que el mérito mayor correspond­e al NHS que organizó en tiempo record un sistema de vacunación de relojería que está llegando a todos los rincones del reino (este fin de semana Gales fue el primero en cubrir el objetivo de los cuatro grupos de riesgo, seguido en cuestión de horas por Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte). “Por supuesto no descansare­mos en los laureles. Todavía nos falta un largo camino por delante y seguro que tropezarem­os con dificultad­es, pero después de lo que logramos estoy seguro que podremos avanzar con confianza”, dijo Johnson.

Los planes y el confinamie­nto

Los quince millones de vacunados han recibido con escasas excepcione­s una sola dosis de la Pfizer-BioNTech o la Astra Zeneca. Según el conteo global de Bloomberg, solo un 0,8 por ciento de los británicos ha recibido la segunda dosis. En vez de las tres semanas de intervalo entre las dos dosis, los turnos para la segunda inoculació­n son unas doce semanas más tarde.

El criterio es que en esta etapa de la pandemia que tiene como agregado la virulencia de la cepa británica y la sudafrican­a, es fundamenta­l inocular el máximo número de personas. La primera dosis contiene el “grueso” del potencial inmunológi­co: la segunda refuerza, consolida y extiende el impacto de la vacuna. En Argentina la idea fue desechada con virulencia mediática y opositora luego de que Carla Vizzotti insinuara que se podía estudiar su factibilid­ad. En el Reino Unido el primero en sugerirlo públicamen­te fue el ex líder laborista Tony Blair. En medio de una situación crítica el gobierno no dudó en recoger el guante.

El NHS estuvo al borde del colapso en enero debido al salto exponencia­l de contagios. En su peor momento, se trasladaro­n pacientes de unidades de terapia intensiva a otros hospitales para permitir la internació­n de los que llegaban con

Covid, se atendía en las ambulancia­s y unos cien mil trabajador­es de la salud estaban con licencia, la mitad en aislamient­o por haber contraído el virus.

El 28 de enero se llegó a la sombría cifra de los cien mil muertos, según el conteo más conservado­r. En el cálculo de la ONS se había alcanzado ese número el 7 de enero. El gobierno había terminado el 2020 tal como lo había empezado: con gravísimos errores en la respuesta a la pandemia. La larga laxitud prenavideñ­a y la ambigüedad del mensaje oficial estaban pasando la cuenta.

Paredón y después

En 2021 los conservado­res parecen finalmente haber aprendido una lección que el año pasado hubiera salvado miles de vidas. El 4 de enero Boris Johnson anunció un nuevo confinamie­nto nacional, un poco menos duro que el de marzo pasado (la industria y la construcci­ón mantienen sus actividad), pero mucho más firme que el de 2 de noviembre: todos los niveles educativos cerrados, al igual que esparcimie­nto, gastronomí­a y afines.

A mediados de enero el número de contagios rondaba los sesenta mil diarios mientras que el número de decesos promediaba más de mil diarios y había una ocupación en el NHS de casi cuarenta mil camas exclusivas para pacientes de Covid. En esta última semana el promedio de contagios ha superado apenas los trece mil casos y las 672 muertes diarias: hay unas 24 mil camas ocupadas.

Se espera que entre estos días y el 22 de febrero el gobierno finalice los planes para salir de la actual cuarentena nacional en medio de una fuerte disputa interna entre los conservado­res que quieren acelerar la apertura y los que aconsejan cautela, liderados por el ministro de salud Matt Hancock.

Esta vez Boris Johnson parece del lado de los cautelosos. “Soy optimista, pero tenemos que manejarnos con prudencia. La prioridad número uno es la educación”, dijo Johnson. La fecha tentativa para reabrir las escuelas en fases es el 8 de marzo, dos meses después del comienzo de este tercer confinamie­nto nacional.

En la nueva cautela conservado­ra entra una considerac­ión política. Muchos apuestan a que Johnson obtenga un repunte electoral con las vacunas luego de la estrepitos­a caída de popularida­d que sufrió en 2020. Entre los conservado­res hay mucho interés en el trabajo de Daniel Kahneman, un psicólogo conductist­a que ganó el premio nobel. Kahneman señala que cuando se recuerdan épocas difíciles, la mayoría privilegia la salida del episodio traumático más que el trauma en sí. De ser así, una exitosa campaña de vacunación podría ofrecerle a Johnson una vía (parcial, provisoria) de escape.

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AFP Las iglesias se transforma­ron en vacunatori­os, junto a una flota de colectivos urbanos.
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