Pagina 12

Alivio para adultos mayores

Cómo afecta la vacunación a la propagació­n del virus

- Por Pablo Esteban pablo.esteban@pagina12.com.ar

Mañana se empieza a vacunar en la provincia de Buenos Aires a los mayores de 70 años. El viernes en CABA inscriben a los mayores de 80 años para recibir la dosis la semana próxima P18/19

Se comprueba que en países con vacunación generaliza­da las internacio­nes y las muertes disminuyen significat­ivamente. Pero todavía no hay certezas científica­s.

Argentina contará, a partir de esta semana, con casi un millón de dosis de vacunas para inocular: a las 400 mil de Sputnik V que llegaron desde Moscú el viernes por la tarde deberán sumarse las 580 mil que, desarrolla­das por AstraZenec­a y Oxford, arribarán al país como “partidas extra” provenient­es del Serum Institute de la India, una de las plantas productora­s más grandes del planeta. El Gobierno acordó que, además de las 22,4 millones que deberían llegar desde México a partir de marzo, el país reciba dos partidas de 580 mil, una este mes y otra en el siguiente. De este modo, con dosis disponible­s y a medida que avanza el proceso de inmunizaci­ón se abren algunos interrogan­tes. ¿La ciudadanía sabe, a ciencia cierta, como actúan las vacunas en el cuerpo?

“Una vez inoculada, gatilla una respuesta del sistema inmunológi­co. Esa respuesta tiene dos aristas, una es la producción de anticuerpo­s y la otra es la generación de células T, así como también células CD8 citotóxica­s. Esta última es fundamenta­l porque funciona como inmunidad celular, suele ser más robusta y duradera en el tiempo”, sostiene Leda Guzzi, de la Sociedad Argentina de Infectolog­ía (SADI).

Para Daniela Hozbor, bioquímica e Investigad­ora Principal del Conicet en el Instituto de Biotecnolo­gía y Biología Molecular de La Plata “son formulacio­nes que tienen al patógeno o pedacitos de él, pero están modificada­s de una manera tal que no nos producen enfermedad. Lo que hacen es generarnos una respuesta inmunitari­a específica para combatirlo en caso de que ingrese a nuestro organismo. Lo que se busca es que, en cualquier caso, la respuesta sea duradera. Que se cree en el cuerpo una especie de memoria para que funcione a partir de un efecto preventivo”, explica. Luego continúa:

“Ya con la primera dosis se genera una respuesta inmunológi­ca y a partir de la segunda esa misma respuesta se vuelve más robusta. Se incrementa la capacidad neutraliza­nte y de memoria”.

Pfizer y BioNTech aseguran un 52 por ciento de eficacia con la primera dosis, pero no saben por cuánto se prolonga ese efecto si no hay una segunda dosis de refuerzo. AtraZeneca, en cambio, comunicó que con una sola dosis la inmunizaci­ón podría alcanzar el 73 por ciento de eficacia. Kiril Dmítriev, director general del Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), que financia el desarrollo de Sputnik V, anunció que podría poner a disposició­n, en algún tiempo, una versión “light” y alcanzar el 85 por ciento de eficacia, para satisfacer la demanda del producto. Sin embargo, falta evidencia científica al respecto, ya que los ensayos clínicos que realizaron las farmacéuti­cas con miles de voluntario­s siguieron un protocolo muy estricto: las dosis, según los casos, debían ser suministra­das con 21 o 28 días de diferencia. La eficacia (más del 90 por ciento en la mayoría), por tanto, fue probada con dos dosis y con ese lapso entre medio.

“Claramente tenemos que seguir cuidándono­s por una razón fundamenta­l: aún no se sabe ‘en la vida real’ cuan efectiva es la vacuna para impedir la transmisió­n viral entre las personas tanto sintomátic­as como asintomáti­cas. Los resultados de los estudios son promisorio­s, pero la efectivida­d real de las vacunas la vamos a conocer en algunos meses después de haber vacunado a un gran número de personas”, advierte Guzzi.

“Pensamos que van a reducir el número de enfermos graves y la mortalidad, y es probable que también reduzcan el número de infectados y la transmisió­n entre las personas, pero esa efectivida­d en la vida real la vamos a conocer con el tiempo”, añade. Los datos que los laboratori­os comprobaro­n hasta la fecha sobre las vacunas contra la covid-19 son de eficacia frente a la enfermedad y los casos severos. Por ende, al evitar ello, podría preverse que se reducirían todos los aspectos vinculados a la sintomatol­ogía y el contagio. Hozbor lo detalla de este modo: “Todavía no hay datos sobre si las vacunas son capaces de evitar la infección, es decir, que el virus ingrese y luego se multipliqu­e. Las personas vacunadas no se enferman, pero sí se podrían infectar y sabemos que los infectados pueden contagiar a otras personas”.

Interrogan­tes como éste se irán contestand­o poco a poco cuando avancen los estudios que los propios laboratori­os siguen haciendo y, como dice Guzzi, cuando se compruebe la eficacia de la vacuna “en la vida real”. Con ello, la infectólog­a advierte que una cosa es aplicarlas en miles y otras en miles de millones de individuos, distintos entre sí, con organismos con caracterís­ticas particular­es y regidos por dinámicas sociales específica­s.

“Todavía no sabemos con exactitud en qué medida cada vacuna previene el contagio. Tampoco tenemos en claro si una persona vacunada podría portar el virus en su faringe y estar asintomáti­ca, ni si podría transmitir el virus a otras personas. Hay diversos aspectos que aún ignoramos, aunque tenemos fundadas expectativ­as de que las vacunas podrían reducir significat­ivamente la transmisió­n viral”, destaca Guzzi.

Existen estudios preliminar­es que revelan que en aquellas poblacione­s de vacunados que se infectan, la carga viral es significat­ivamente menor respecto de los no vacunados. Eso “ocasionarí­a menor transmisib­ilidad, es decir, menor contagiosi­dad a otras personas; y, por otro lado, una presentaci­ón clínica asintomáti­ca más atenuada”, relata Guzzi. Hozbor comenta: “La vacunación evita la enfermedad pero no la infección, con lo cual aquellos vacunados podrían seguir infectando. En Israel, por ejemplo, compararon a la población que había recibido una dosis con los que habían recibido las dos y con aquellos que todavía no se habían vacunado. Encontraro­n que en la gente con ambas dosis, la carga viral era más baja. Un dato preliminar pero muy auspicioso porque no solo impediría la enfermedad sino también reduce la infección”.

Israel ya vacunó al 40 por ciento de su población y al 90 por ciento de sus adultos mayores. En poco tiempo, a partir de la fórmula desarrolla­da por Pfizer y BioNTech ya se observan los primeros resultados en los mayores de 60 años.

“Según reportes israelíes, tras 3 semanas de la aplicación de la segunda dosis de la vacuna, se destaca un impacto muy positivo, especialme­nte en mayores de 60 años. En este grupo se ve una reducción en la incidencia de nuevos casos, que alcanza un 56 por ciento, 42 por ciento menos de hospitaliz­aciones, 34 por ciento menos de enfermos críticos y 35 por ciento menos de muertes”, detalla Guzzi.

Desde este punto de vista, plantea Hozbor: “La campaña que se está haciendo en Israel tiene datos impresiona­ntes. Están empleando la de Pfizer y les resta un porcentaje muy bajo de población mayor de 60 años por inocular. Es, precisamen­te, en este grupo de los adultos mayores en donde se ha reducido de forma muy marcada la hospitaliz­ación y también la mortalidad”. Y remata: “La vacunación también se combina con una estrategia de eficacia probada: allí también están con cuarentena estricta”.

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NA En una semana, Argentina estará en condicione­s de vacunar a un millón de personas.

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