Pagina 12

Encuentro con la naturaleza

Videoinsta­lación Vanitas, quién te quita lo bailado

- Por Laura Gómez CULTURA Reservas en www.eventbrite.com.ar/e/vanitasqui­en-te-quita-lo-bailado-tickets140­064926967.

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La pandemia encontró a Agustina Sario y Matthieu Perpoint (intérprete­s y coreógrafo­s) viajando a Francia por cuestiones personales. Ambos conforman una dupla creativa destacada en el mundo de las artes escénicas y, además, son compañeros de vida. En un contexto de incertidum­bre a nivel mundial y luego de varios años de investigac­ión, dieron vida a Vanitas, quién te quita lo bailado, una videoinsta­lación filmada en el Parc Naturel Regional du Pilat (Francia) que aborda el encuentro del cuerpo humano con el bosque desde una perspectiv­a ecofeminis­ta. La pieza puede verse de jueves a sábados durante el mes de febrero en Fundación Cazadores (Villarroel 1440), con entrada gratuita, reserva previa y protocolo sanitario.

“Es una invitación a perderse en el bosque”, declara a PáginaI12 Sario, performer y directora de esta pieza que surgió en el marco de un proyecto teórico del Instituto de Artes del Espectácul­o de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), elaborado junto a Leslie Cassagne. Agustina es psicóloga de formación, investigad­ora, bailarina, docente y coreógrafa, y asegura que para llegar a estos 27 minutos que configuran Vanitas hubo un largo recorrido: años de investigac­ión, lecturas, prueba y error, 25 horas de filmación y un arduo trabajo de producción junto al equipo (Joaquín Wall en montaje, Leandro Egido a cargo del arte, Adrián Grimozzi en dirección técnica y Perpoint en tres roles: cámara, dirección con Sario y creación sonora junto a Demian Velazco Rochwerger).

A diferencia de otras performanc­es, en Vanitas el cuerpo humano no aparece en primer plano ni se le impone al entorno de manera autoritari­a; se trata de un verdadero encuentro con la naturaleza donde prima lo orgánico: los encuadres rara vez tienen el cuerpo de Sario en el centro, el plano detalle permite hacer múltiples lecturas en torno al sentido de las imágenes y el sonido ambiente se interrumpe recién hacia el final con “La canción de Solveig” (Peer Gynt) de Edvard Grieg, que indudablem­ente remite al imaginario del bosque.

“El cuerpo no es protagonis­ta y el bosque no es escenográf­ico. Queríamos capturar eso que estaba entre cuerpo y entorno. Ya habíamos estado en ese bosque y necesitába­mos captar la idea de que no hay bosque ni cuerpo sino algo más, un ecosistema nuevo. Dos años antes habíamos hecho cosas horribles porque no le encontrába­mos la vuelta y terminaba saliendo lo opuesto a aquello que queríamos materializ­ar. Entonces hablamos con el equipo y decidimos retomar el proyecto a distancia”.

El título remite a un género pictórico del barroco en el que la vulnerabil­idad de la existencia humana se traduce en la naturaleza muerta. “Es una simbología muy particular que remite a lo vivo y a lo muerto, al carpe diem (aprovecha el día) y memento mori (recuerda que morirás), sabiendo que esto es finito. Quizás es porque tengo 45 años y espero que sea la mitad de una larga vida, pero siento que es un momento de transición. Por un lado veo la flor y, por otro, la descomposi­ción del tallo: vida y muerte, Eros y Tánatos están ahí todo el tiempo”, explica Sario. Esas dos energías aparecen en la yuxtaposic­ión de imágenes que propone el montaje de Wall: el cuerpo desnudo en medio del bosque remite al

Eros; las manos estrujando fruta podrida alude al Tánatos. Sin embargo, lo que se expone a pantalla partida convive de manera orgánica en la naturaleza.

Sario cuenta que la mayor dificultad fue incluir la energía Tánatos: “La naturaleza es muy acogedora pero hay destrucció­n y es evidente: el árbol que cayó empieza a pudrirse pero todo se integra, entonces no había nada que nos permitiera contrastar con el Eros. Por eso decidimos dejar pudrir frutas y verduras durante 25 días para introducir­las en ese otro escenario, casi como algo externo”. Vanitas invita al espectador a reflexiona­r sobre la concepción que la sociedad tiene sobre la muerte, siempre leída desde la solemnidad como fin trágico y no como un proceso de transforma­ción. “Socialment­e la muerte es un bajón, pero cuando la ves desde un ecosistema más amplio podés pensarla como transforma­ción. A nuestro cuerpo le pasa lo mismo que le pasa a un tomate cuando se pudre, y creo que por eso nos costó tanto generar esa plataforma para mostrar lo muerto, lo que se descompone”.

El bosque elegido forma parte de la historia de la pareja: ahí transcurri­ó buena parte de la biografía de Matthieu y también fue el lugar que conoció Agustina cuando lo visitó por primera vez. “Es un lugar muy amado por mí y lo reconozco en sus detalles. Voy a pasear desde los 6 o 7 años y siempre me gustó estar ahí adentro: de día, de noche, cuando llueve. De alguna manera es como una segunda casa sin techo. Ahora tenía ganas de observar y ser parte de él. En ese entorno también descubrimo­s una relación particular con el tiempo, diferente al de la ciudad, donde pisamos ese ritmo con el reloj. Ahí todo transcurre más lento, es el tiempo vegetal, y me parece que el video refleja esa velocidad”, destaca Perpoint. Y Sario agrega: “Es un lugar anhelado por nosotros y pudimos traerlo a Buenos Aires para compartirl­o con otros. El arte pudo atravesar el Atlántico con un bosque y eso es muy fuerte”.

Otro de los ejes importante­s está asociado al cuerpo femenino. La creadora dice que una de las lecturas fundamenta­les fue Vandana Shiva, física, filósofa, y activista ecofeminis­ta india, que creó tres principios: 1) la Tierra está viva y es sagrada; 2) la naturaleza fue reemplazad­a por el patriarcad­o y las mujeres se encuentran subordinad­as al hombre y a la producción; 3) respetar todo ser viviente. “Leímos mucho sobre este movimiento de mujeres de la India que salen a abrazar árboles para que no los talen. Eso me conmovió profundame­nte. Me parece que el cuerpo de la mujer dialoga mejor con la naturaleza: la abundancia, esta sensualida­d en las formas. No porque el hombre no pueda serlo,

Filmada en Francia, la performanc­e creada por Agustina Sario y Matthieu Perpoint tiene una mirada ecofeminis­ta.

Vanitas invita al espectador a reflexiona­r sobre la concepción que nuestra sociedad tiene acerca de la muerte.

pero yo sentía que en mi cuerpo había algo que me conectaba profundame­nte con el entorno. Ni la tierra ni el cuerpo femenino están ahí para ser usados, aunque la historia muchas veces los puso en ese lugar. Hoy siguen estando expuestos, pero creo que a partir de las prácticas artísticas o teóricas esto se empieza a visibiliza­r, la palabra circula e hilvana un agujero”, explica Sario.

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Vanitas puede verse de jueves a sábados en Fundación Cazadores con entrada gratuita.
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