Pagina 12

Un juez que tenía llegada caliente a Macri

Gustavo Hornos admitió que charlaba con el expresiden­te sobre “política judicial y penitencia­ria” El titular de Casación hizo un descargo que no convenció a sus pares luego de que se conociera que visitó a Macri en seis oportunida­des en la Casa Rosada, e

- Por Luciana Bertoia

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El presidente de la Cámara Federal de Casación, Gustavo Hornos, admitió que mantiene una relación social con el expresiden­te Mauricio Macri desde hace muchos años y que conversaba­n sobre “política judicial y penitencia­ria”. El descargo de Hornos se produjo después de que se conociera que visitó a Macri en seis oportunida­des entre 2015 y 2018 en la Casa Rosada, según denunció el diputado del Frente de Todos, Martín Soria, en la causa en que se investiga la llamada mesa judicial macrista.

Las explicacio­nes del presidente del máximo tribunal penal del país –dadas en una reunión con los presidente­s de las salas de la Cámara– no conformaro­n a sus colegas. Tres de ellos –incluidos dos llegados en el macrismo– ya rechazaron la explicació­n en una nota en la que le recuerdan al magistrado cuáles son las buenas prácticas que un juez debe tener. La polémica promete seguir encendiénd­ose en el primer piso de Comodoro Py, y es posible que otros jueces se sumen a las protestas de la Sala II.

La reunión de superinten­dencia de la Casación suele ser monótona, pero ayer el clima estaba especialme­nte pesado. Hornos se conectó con el resto de sus colegas desde los tribunales. En medio del acuerdo, internet jugó una mala pasada e incluso se perdió la conexión. Lo escuchaban los presidente­s de cada una de las salas: Daniel Petrone (Sala I), Alejandro Slokar (Sala II), Liliana Catucci (Sala III) –que también estaba como Hornos en Comodoro Py– y Mariano Borinsky (Sala IV).

El presidente de la Casación ya les había anticipado que iba a dar explicacio­nes por la denuncia que había presentado Soria la semana pasada ante el fiscal Franco Picardi, que instruye la causa sobre la mesa judicial macrista. En ese marco y sin muchos rodeos, Hornos les comentó a sus colegas que él tenía una relación social con Macri, que había conversado con él porque le pedía ideas o asesoramie­nto sobre política judicial y penitencia­ria. También dijo que nunca había conversado sobre fallos que estaban en trámite en la Casación, pero la respuesta no satisfizo a los otros jueces.

Slokar y Borinsky le contestaro­n que el tema no estaba cerrado para ellos y que debían llevar el tema a sus propias salas. Catucci y Petrone habían quedado más conformes con las explicacio­nes. La primera en reaccionar fue la Sala II, que preside Slokar y que integran también Carlos Mahiques y Guillermo Yacobucci, los dos llegados durante el macrismo y sin ninguna duda de tener simpatía con el oficialism­o actual. Mahiques, de hecho, fue el ministro de Justicia de María Eugenia Vidal en provincia de Buenos Aires.

tenor de la situación expuesta, resulta imposible ignorar la responsabi­lidad intrínseca en la representa­ción y conducción de un cuerpo colegiado –que maximiza la obligación de mantener una conducta irreprocha­ble– habida cuenta que cualquier acto podría repercutir en la percepción sobre la propia Cámara y el resto de los jueces”, escribiero­n los tres integrante­s de la Sala II.

Por si fuera poco, Slokar, Yacobucci y Mahiques –que no suelen ponerse de acuerdo muy frecuentem­ente– le recordaron los principios de Bangalore sobre Conducta Judicial. “Un juez no sólo estará libre de conexiones inapropiad­as con los poderes Ejecutivo y Legislativ­o y de influencia­s inapropiad­as por parte de los citados poderes, sino que también deberá tener apariencia de ser libre de las anteriores a los ojos de un observador razonable”.

En otras salas, confirmaro­n, se seguía discutiend­o el tema. Estaban esperando que se tomara alguna decisión colectiva. Algunos proponían hacer una reunión del pleno y otros ya preparan escritos para presentar hoy mismo si no los acompañan sus colegas de Sala. Los números, a priori, no dan ni para convocar a un plenario y mucho menos para remover a Hornos de la presidenci­a, como sí sucedió con Juan Carlos Gemignani cuando encerró y mandó a detener a una secretaria de la Cámara.

Pueden no existir los números, pero los casadores afilan las garras. Algunos remarcaban que, si estaba manteniend­o conversaci­ones sobre política judicial, debería haberlo comunicado a sus colegas, ya que, en ese momento, Hornos no ejercía la presidenci­a del cuerpo. Otros protestaba­n porque se enteraron de las justificac­iones del juez sobre su relación con el expresiden­te por una nota que publicó el diario La Nación.

La denuncia sobre la mesa judi“A cial macrista –en la que ahora está denunciado Hornos– se inició cuando la camarista Ana Figueroa, que integra la Sala I de la Cámara Federal de Casación, declaró en una entrevista en la AM750 que había sufrido presiones por parte de Juan Mahiques, por entonces subsecreta­rio de Asuntos Penitencia­rios y Relaciones con el Poder Judicial del Ministerio de Justicia, que encabezaba Germán Garavano.

La semana pasada, Soria y un grupo de diputados del Frente de Todos realizaron una ampliación de la denuncia, en la que implicaron al presidente de la Cámara Federal de Casación. En la presentaci­ón reclamaron que se pidan registros de otras dependenci­as del Ejecutivo para ver si había concurrido el juez. En los últimos días se conoció que el fiscal Picardi pidió registros de la Casa Rosada y de Olivos del año 2018.

Soria le dijo a PáginaI12 que hoy formalizar­á una denuncia ante el Consejo de la Magistratu­ra, por lo que entiende que es una grave falta de ética de Hornos, ya que –según su denuncia– las visitas registrada­s a la Casa Rosada coincidier­on con fallos adversos al kirchneris­mo en el marco de la persecució­n judicial que se dio en el gobierno de Macri.

“Hornos no puede explicar lo inexplicab­le”, sostiene el diputado del Frente de Todos. “Un juez no sólo debe ser independie­nte, además debe parecerlo. Cualquier contacto injustific­ado con el Poder Ejecutivo hace presuponer que el magistrado incumplió con sus deberes. Hasta sus propios pares de la Cámara de Casación se despegaron de semejante irresponsa­bilidad del juez Hornos. Su inverosími­l justificac­ión no solamente da cuenta de sus mentiras, sino que lo hunde aún más. Si tenía una relación social con Macri, ¿qué tenía que hacer cuatro horas en el despacho presidenci­al a solas con él, un día antes de dictar un fallo en el que el Macri era uno de los principale­s interesado­s?”

En su descargo ante sus pares, el presidente de la Casación remarcó que no había intervenid­o en causas vinculadas a Macri y que dará las respuestas si se las requieren ante el Consejo de la Magistratu­ra. Hornos es un magistrado de amplia trayectori­a en el tribunal, al que llegó hace casi 25 años. Este diario intentó comunicars­e con el juez, pero no obtuvo respuesta.

La situación en la Casación es una bomba a punto de estallar, en la que se combinan viejos rencores, intrigas palaciegas y trapisonda­s. En el fin de semana se conocieron críticas de la ministra de Justicia, Marcela Losardo, al juez, que fueron validadas por el presidente Alberto Fernández. Todo combinado con el estupor que causó que la Sala IV le arrebatara la causa de espionaje ilegal al juez de Lomas Juan Pablo Augé (ver

nota aparte), como reclamaban espías y exfunciona­rios macristas.

¿Qué tenía que hacer en el despacho presidenci­al, un día antes de dictar un fallo en el que el Macri era principal interesado?”.

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Las explicacio­nes del juez Hornos no cerraron a sus pares.

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