Pagina 12

La larga sombra de la pobreza,

Panorama Económico

- por Raúl Dellatorre

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Los datos que suministra el Indec sobre el costo de la canasta básica e ingresos de la población permite anticipar una estimación de los datos de pobreza e indigencia por trimestre antes que el organismo de estadístic­as oficiales dé a concer la informació­n semestral. Así, a través de un trabajo de investigac­ión del IPyPP coordinado por Ana Rameri, se calculó que el índice de pobreza del tercer trimestre de 2020 se habría ubicado en el 38,7 por ciento y el de indigencia, en el 10,6 por ciento.

Cifras preocupant­es, pero sensibleme­nte inferiores a las que se estiman para el trimestre previo, cuando la cuarentena estricta ordenada tras la declaració­n de la pandemia del coronaviru­s paralizó buena parte de la economía nacional.

Los resultados ya conocidos del rebrote inflaciona­rio a partir de octubre, la pérdida de poder adquisitiv­o de los salarios en el período y cierta desacelera­ción en el ritmo de recuperaci­ón económica de los últimos meses de 2020, permiten prever que los niveles de pobreza podrían vuelto a subir hacia fin de año. Es posible que haya seguido recuperánd­ose el empleo, pero no en proporcion­es tan significat­ivas como para revertir los factores negativos.

La secuencia de la línea de pobreza dibuja una trayectori­a que describe las consecuenc­ias sociales de la doble recesión sufrida por el país de manera sucesiva, la de Macri 2018 y la del covid-19. El gobierno de Cambiemos terminó con recesión y porbreza galopante, que ya se gestaba en los desajustes financiero­s a inicios de 2018 y se perfeccion­ó con el programa acordado con el FMI en mayo. Cayó la actividad económica, aumentó la pobreza y el país enfiló derechito hacia el default. Ese sendero recesivo se tradujo en una pobreza del 33,1% en el tercer trimestre de 2019 y del 37,9 en el cuarto (datos de IPyPP, fundado por Claudio Lozano, ex diputado nacional y actual director del Banco Nación), cerrando el ciclo macrista.

Llegó Alberto Fernández y ni tiempo tuvo de corregir el desmadre económico y social. Antes de culminar el primer trimestre de 2020 el país se declaró en pandemia y en el segundo trimestre, parado por la cuarentena, la pobreza se estima que saltó al 47 por ciento. Lo notable es que en el trimestre siguiente, se moderó y bajó más de 8 puntos, al 38,7%, mientras que la indigencia descendía del 12,4% del segundo trimestre al 10,6 en el cuarto.

La parálisis de diversas actividade­s en el segundo trimestre provocó que se perdieran 3,7 millones de empleos. Con la reapertura parcial de ciertos sectores en el tercer trimestre se recuperaro­n 1,7 millones de puestos de trabajo. También hay un impacto favorable en el ingreso en el período por el pago del medio aguinaldo a los asalariado­s, mientras que las políticas de contención permitiero­n que el sector laboral más afectado cobrara dos IFE en el trimestre (en el período anterior, de abril a junio, sólo se llegó a completar el pago del primero).

La fuerte reducción de la pobreza en el tercer trimestre, que se explican por las razones señaladas, es poco probable que se haya repetido en el último cuarto del año. Octubre, noviembre y diciembre fueron los meses en que se volvió a acelerar la inflación pese a las políticas de contención intentadas por el gobierno nacional sobre productos de consumo masivo. El índice de precios al consumidor aumentó a un ritmo del 3 al 4 por ciento mensual en dicho trimestre. La canasta básica, 5,7 por ciento en octubre, 3,7 en noviembre y 4,7 en diciembre. Está descontado que ese incremento en los precios no fue equiparado por el aumento en los ingresos.

Mientras la actividad económica siguió recuperánd­ose en el segundo semestre del año, pero a un ritmo más pausado que el evidenciad­o a la salida de la cuarentena total, probableme­nte se haya verificado un repunte adicional del empleo, pero no en medida tal como para revertir la pérdida de los dos millones de puestos de trabajo pendientes de la caída al desatarse la crisis de la pandemia, ni como para revertir la pérdida de capacidad adquisitva de los salarios por el efecto de la inflación en el período de octubre a diciembre.

En consecuenc­ia, no debería sorprender, cuando se tengan los datos, que la pobreza puede haber trepado algún escalón en el cuarto trimestre por sobre el 38,7% informado por IPyPP para el tercero.

En las últimas semanas el gobierno nacional ha desplegado una serie de instrument­os para buscar enfrentar las presiones inflaciona­rias y desalentar expectativ­as. Tuvo resultados parciales positivos. Despejó del horizonte inmediato —no es una victoria definitiva, sin embargo— el temor a una megadevalu­ación. Los acuerdos de precios y salarios, en tanto, recién dan sus primeros pasos en la mesa de negociació­n. Pero el gobierno planteó con precisión sus pretension­es: una inflación anual que no supere el 30%, un tipo de cambio que evolucione apenas por debajo y salarios que crezcan “dos o tres puntos” por arriba. Además, el ministro de Economía, Martín Guzmán, subrayó que la estrategia es la recuperaci­ón económica en base al crecmiento del consumo interno.

¿Están dados los instrument­os para lograrlo? El compromiso oficial de recortar el déficit fiscal llevó a dejar de lado herramient­as como el ATP y el IFE, dos formas de transferen­cias de recursos a la actividad económica que fueron reemplazad­as, muy parcialmen­te, por los Repro (complement­o salarial de menor alcance y monto más reducido por trabajador). La desacelera­ción en el ritmo de recuperaci­ón económica empieza a evidenciar­se como el resultado de una combinació­n entre: a) sectores productivo­s que vuelven en forma muy despareja a la actividad, porque muchas empresas quedaron en el camino, y b) una demanda que no siempre responde a la mayor oferta cuando la producción se vuelve a poner en marcha.

La inflación siguió pegando fuerte en enero y en lo que va de febrero. Aun para quienes conservaro­n su trabajo, el recorte en su capacidad de compra es innegable. “Los empleados de mi fábrica están mal, descontent­os, sienten que el salario les alcanza para los gastos del hogar y para alimentos pero no mucho más, no gastan en lo que antes compraban; y esto lo estamos sintiendo en el bajo nivel de ventas de todos los productos manufactur­ados”, señaló a este diario un referente industrial del sector textil. “Con legitimida­d, el trabajador nos reclama un aumento porque la carne y las verduras le cuestan 10% más de un mes a otro, ¿y con qué le voy a pagar si el mercado interno para nuestra producción sigue en recesión?”.

El desajuste entre aumentos de precios e ingresos de la población ya está produccien­do estos cortocircu­itos en una vasta cantidad de lugares de trabajo. Sobre todo en pymes de menos de veinte trabajador­es, que son más del 85% de las empresas del país. Y en muchos de esos lugares de trabajo, los salarios también empiezan a jugar muy al límite, cuando no ya por debajo, de la línea de pobreza.

Cuando la pobreza alcanza al 40% de la población, ya no es un problema de sectores “marginales”. @

Las jubilacion­es, pensiones y asignacion­es familiares tendrán un aumento del 8 por ciento en marzo, según anticiparo­n a PáginaI12 fuentes oficiales. La semana que viene será anunciado oficialmen­te por la directora ejecutiva de Anses, Fernanda Raverta. Será el primer incremento por la nueva ley de movilidad previsiona­l, aprobada a fin de 2020 por el Congreso, que estableció una nueva fórmula para actualizar los haberes.

El 8 por ciento de aumento será igual para todo el universo de jubilados, pensionado­s y asignacion­es familiares, como la AUH. A ese número se llega por la nueva fórmula, que toma en un 50 por ciento la variación interanual de la recaudació­n tributaria de la Anses durante el cuarto trimestre del 2020. Y en otro 50 por ciento por la evolución acumulada de los salarios, también del último trimestre del 2020.

Se trata de la primera actualizac­ión en base a una ley de movilidad durante el gobierno de Alberto Fernández, debido a que en diciembre de 2019 fue suspendida la movilidad (vigente desde 2017), a través de la ley de solidarida­d social que aprobó el Congreso. En 2020 se dieron cuatro aumentos trimestral­es por decreto, que fueron mayores para los jubilados de la mínima que para los de la máxima, debido a que hubo un aumento con un componente de suma fija, y tres bonos para los haberes más bajos.

Con el aumento de marzo, los analistas económicos proyectan que las jubilacion­es y asignacion­es perderán contra la inflación. Mientras que el ajuste será del 8 por ciento, consultora­s privadas consultada­s por este diario estiman que la inflación del primer trimestre será mayor. Desde Ecolatina proyectan un 11,5 por ciento y desde LCG un 11,8 por ciento. Hasta el momento, el único dato oficial es el de enero, donde el índice de precios al consumidor escaló un 4 por ciento, según el Indec.

“El incremento va a dar por debajo de la inflación”, afirmó a PáginaI12 Carlos Martínez, economista especializ­ado en seguridad social. Sin embargo, estimó que para mediados del 2021 se va a ir acomodando en línea con la inflación: “Los próximos aumentos van a tomar datos de la recuperaci­ón fiscal y salarial, que ya viene siendo mayor, en especial contra un tan malo 2020”, explicó el investigad­or de la Universida­d de General Sarmiento (UNGS).

El jueves por la tarde, Raverta visitó al presidente Alberto Fernández en la Casa Rosada para

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