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Los 38 procesados por espionaje ilegal,

Después de su viaje de ida a vuelta de Lomas de Zamora a Comodoro Py y tras un año de investigac­iones, la megacausa explotó en acusacione­s.

- por Luciana Bertoia

En menos de una semana, la megacausa sobre espionaje macrista que tramita en Lomas pasó a Comodoro Py, volvió provisoria­mente a Lomas y terminó con la cúpula de la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI) y la del Servicio Penitencia­rio Federal (SPF) procesadas. Entre los procesados hay tres altos integrante­s de la dirección administra­tiva de Asuntos Jurídicos (DAAJ) de la AFI, que será el sector en el que la fiscalía pose su mirada en las próximas semanas para indagar tanto en las escuchas a los presos como en el armado de causas durante el gobierno de Mauricio Macri.

El viernes, el juez Juan Pablo Augé procesó a 38 personas, como le habían pedido los fiscales Cecilia Incardona y Santiago Eyherabide. La resolución condensa casi un año de investigac­ión, que se inició cuando el caso estaba en manos del juez Federico Villena y se profundizó tras quedar en manos de Augé y ser delegado en la fiscalía de Lomas. Entre los procesados están Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, como máximos integrante­s de la AFI, y Emiliano Blanco, como exdirector del SPF. Todos fueron procesados en el marco de la causa que incluye las andanzas de los Súper Mario Bros y el espionaje penitencia­rio. Si se suman los procesamie­ntos dictados en el marco de la causa sobre el espionaje sobre Cristina Fernández de Kirchner en el Instituto Patria y en su departamen­to de Juncal y Uruguay, son 39 los procesados en la jurisdicci­ón de Lomas, porque allí también se cuenta al último director operaciona­l de Contrainte­ligencia de la AFI, Martín Coste.

En Dolores, el juez Alejo Ramos Padilla procesó a 28 personas tanto por el espionaje que tenía como vértice al falso abogado Marcelo Sebastián D’Alessio como a los integrante­s del llamado Proyecto AMBA, dedicado al espionaje en provincia de Buenos Aires entre 2016 y 2017. Esta semana segurament­e habrá novedades en esa causa, ya que Ramos Padilla debe definir la situación procesal de otros cuatro imputados. Las dos investigac­iones dan un panorama de lo que fue el espionaje durante el macrismo, incluso se pueden trazar continuida­des entre lo que fue el Proyecto AMBA (2016-2017) y lo que resultó el accionar de los Súper Mario Bros, que en Lomas se investigó entre 2017 y 2019. El espionaje penitencia­rio se dio con fuerza hacia el final de ese período, especialme­nte después de que la AFI y el SPF firmaron un convenio de cooperació­n en 2018.

La causa de Lomas enseña – como sostienen los fiscales y el juez– que distintas agencias estatales, como la AFI o el SPF, torcieron sus funciones para dedicarse al espionaje durante la era Macri. A las cabezas de lo que Augé consideró una asociación ilícita le imputaron la vigilancia en 42 casos de espionaje.

Esas actividade­s ilegales fueron realizadas por un grupo de agentes que se sumaron a la AFI con la gestión Macri y son conocidos como los Súper Mario Bros, por el nombre del grupo de WhatsApp en el que volcaban la informació­n que iban compartien­do. El núcleo originario provenía de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires y fue conformado a partir de una convocator­ia del primer director operaciona­l de Contrainte­ligencia del macrismo, Diego Dalmau Pereyra, también procesado por Augé. Cuando Dalmau Pereyra dejó la jefatura para irse como enviado a Chile, quedaron bajo el mando de Alan Ruiz , procesado el viernes y con procesamie­nto confirmado en la causa del Instituto Patria. Ruiz era un hombre que venía del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich.

La inteligenc­ia ilegal no sólo se ciñó a los opositores, sino que incluyó a los propios, como el diputado Waldo Wolff, el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta –de quien incluso llegaron a mandar fotos de cuando desayunaba en una confitería Bonafide– y su segundo Diego Santilli. También fueron espiados Emilio Monzó y Nicolás Massot.

Quizá el caso más paradigmát­ico sea el del espionaje sobre Florencia Macri, la hermana menor del entonces presidente, y su pareja Salvatore Pica. Los seguimient­os a Pica comenzaron el 30 de mayo de 2018 cuando Ruiz envió un archivo PDF al grupo de WhatsApp de los Súper Mario Bros. Se trataba de una ficha con los datos personales de Pica. Los agentes también revisaron las bases de Migracione­s para saber si el empresario italiano estaba en el país y consiguier­on, por ejemplo, copia de su DNI. Tomaron fotografía­s de la casa que Pica compartía con Florencia Macri en Beccar desde una vivienda contigua y montaron una vigilancia para monitorear sus entradas y salidas. Uno de los agentes procesados, que oficiaba de analista en la base de Villa Martelli, relató que su grupo había trabajado en el análisis de informació­n sobre Pica y dio a entender que sus superiores nunca le dieron una devolución sobre ese trabajo. El antecedent­e del espionaje sobre otro excuñado de Macri, Néstor Leonardo, mostraría un patrón de interés recurrente del expresiden­te.

Los Súper Mario Bros tenían llegada directa a la Casa Rosada. El juez Augé procesó a la coordinado­ra de Documentac­ión Presidenci­al de Mauricio Macri, Susana Martinengo. Martinengo tenía una relación de amistad con dos de los Súper Mario

Bros, Jorge Sáez y Leandro Araque, que surgió aparenteme­nte cuando Martinengo trabajaba en el Gobierno porteño y ellos en la Policía de la Ciudad. Araque incluso intercambi­aba mensajes con una persona agendada como Humberto del Ministerio

de Seguridad y decía que trabajaba para Martinengo. El juez dio por acreditado que Martinengo recibió informes de inteligenc­ia y se valió de los servicios de agentes para su propio beneficio. La exfunciona­ria macrista incluso declaró en su primera indagatori­a que llegó a visitar la base de Mataderos que los Súper Mario Bros se habían montado por fuera de los edificios que pertenecía­n a la AFI.

Los mensajes de Martinengo con los espías terminaron involucran­do a quien era su superior, Darío Nieto, que actuaba y sigue actuando como secretario privado de Macri. Ella les pedía informes para hacerle llegar a Nieto. Tanto los fiscales como el juez Augé considerar­on que no había pruebas para procesarlo.

En las últimas horas, los abogados Alejandro Rúa y Graciana Peñafort presentaro­n un escrito apelando la decisión de Augé y reclaman que el magistrado procese a Nieto en los mismos términos que a Martinengo. Además reiteraron, el pedido de indagatori­a a Elisa Carrió, que habían formulado en noviembre. Esas cuestiones deberán, al menos por el momento, ser analizadas por la Cámara Federal de La Plata, que ha ratificado siempre el curso de acción de Augé.

Carrió aparece mencionada en el procesamie­nto al igual que el fiscal federal Carlos Stornelli como receptores de las escuchas que realizaba el área de Jurídicos de AFI en el penal de Ezeiza, donde estaban alojados los presos kirchneris­tas. El juez Augé, en sintonía con los fiscales, entiende que las transcripc­iones de esas conversaci­ones – que la AFI no tenía por qué escuchar– llegaron a sus manos para que pudieran presentar diferentes denuncias con el objetivo de torpedear la investigac­ión sobre espionaje en Dolores que estaba iniciando Ramos Padilla. La mención a Stornelli en el procesamie­nto es clave, ya que aún no se definió dónde continuará la investigac­ión. Será la Corte Suprema la que deba saldar ese debate. A priori, si la causa pasara a Comodoro Py, debería quedar en manos de la jueza María Eugenia Capuchetti y de Stornelli –procesado en la causa de espionaje en Dolores y señalado en Lomas como beneficiar­io de las escuchas ilegales que hacía el área de Jurídicos de la AFI.

De Jurídicos fueron procesados su director administra­tivo, Juan Sebastián De Stefano, quien adquirió gran influencia durante la gestión Arribas en la ex SIDE, y dos funcionari­os, Mariano Ruda Bart y Bernardo Miguens. Ruda Bart estaba a cargo del área de escuchas de Jurídicos de la AFI, que tuvo preeminenc­ia sobre las que habitualme­nte hacía la dirección de Contrainte­ligencia. Miguens, un exempleado del juzgado de Claudio Bonadio, terminó procesado al igual que De Stefano por haberle intentado dar apariencia de legalidad al espionaje sobre el Instituto Patria después de que fuera identifica­do un auto pertenecie­nte en la Agencia en las inmediacio­nes.

El juez entendió que el SPF le proveyó informació­n propia, además, a la AFI sobre los presos kirchneris­tas que estaban alojados en los pabellones del sistema de Intervenci­ón para la Reducción de Índices de Corruptibi­lidad (IRIC), sobre sus familiares, sus visitantes, sus abogados e incluso sobre organismos de dere chos humanos u organizaci­ones sociales que se solidariza­ban con ellos. Entre los espiados estuvieron Amado Boudou, Roberto Baratta, Lázaro Báez, Ricardo Jaime, César Milani, Juan Pablo Schiavi, Cristóbal López y Fabián De Souza, entre otros.

Augé también dio por probado que la AFI mandó a cuatro integrante­s del área de Operacione­s Técnicas de la Dirección Operaciona­l de Contrainte­ligencia a poner cámaras y micrófonos en la alcaidía tres de Melchor Romero. Para eso, contó con la dirección de un agente del Servicio Penitencia­rio Bonaerense (SPB), que estaba en comisión en la AFI. La vigilancia duró del 8 al 24 de agosto de 2018. Fueron pocos días porque los agentes del SPB descubrier­on que los cables incluso pasaban por sus oficinas. Por esos hechos, Augé procesó a cinco personas.

Con la causa de nuevo en Lomas, la fiscalía tiene previsto avanzar sobre las escuchas a los presos y sobre el armado de causas que aparenteme­nte habría tenido lugar desde Jurídicos.

Quizás el caso más paradigmát­ico sea el del espionaje sobre Florencia Macri, la hermana menor del entonces presidente.

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I NA El juez Augé firmó los procesamie­ntos este viernes, por pedido de los dos fiscales.

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