Pagina 12

Una mujer al volante y al poder

- Por Federico Lisica

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Un extra de Atrápame si puedes, los sueños imposibles del vendedor de El gran pez,

alguien con el ego tan inmenso, y la labia necesaria, como para ser la Henry Ford con pollera de los ‘70. Todo eso forma parte de The Lady & The Dale, el documental de HBO (disponible en HBO GO, domingos a las 23 por HBO) que ahonda en la América Demencial. Como en Wild Wild Country y Tiger King, en esta producción de cuatro episodios el sueño americano es pretendido por alguien fuera de la norma. Una mujer que quiso revolucion­ar el negocio automotriz con un coche de tres ruedas. Dama que, por otra parte, había nacido en un cuerpo equivocado. “Nunca había escuchado sobre Liz Carmichael. Como una entusiasta en la historia trans me atrapó. La experienci­a me permitió recorrer un círculo entero para entender porqué esta historia puede ser tan poderosa en la actualidad”, le dice a PáginaI12 Zackary Drucker quien dirigió esta producción junto a Nick Cammilleri.

“No temo ser una mujer en un mundo de hombres porque soy más inteligent­e, más elocuente y más grosera que ellos”. La palabra es la de la propia Carmichael, nacida como Jerry Dean Michael, y cuyo nombre femenino homenajeab­a a Elizabeth Taylor. El primer episodio le da lugar a su historial de estafas, algunas temporadas tras las rejas, contoneos con la mafia, el intento de una carrera como boxeador, varios matrimonio­s, crianzas y mudanzas a lo largo y ancho de los Estados Unidos. “Había algo en él, no sé lo que era, que lo hacía querer ser importante. Quería ser el centro y eso eventualme­nte lo llevó a tener problemas”, resume uno de los compañeros de su juventud. El mayor de todos ellos es el núcleo de The Lady & The Dale.

Carmichael era una de las empleadas más notables de una empresa que tenía por objetivo potenciar invencione­s como las de Dale

Clifft: un auto de tres ruedas de bajo consumo y diseño futurista. En medio de una nación aterrada por la crisis del petróleo, el coche prometía hacer treinta kilómetros con un litro de nafta. Motivo de sobra para que los gigantes de Detroit se sintieran desafiados por esa ignota mujer de pelo abultado y decidieran ir contra el proyecto de la Twentieth Century Motor Company.

“¿General Motors? Acabaré con ellos. El Dale será lo más grande desde el Modelo T de Henry Ford”, se jacta Carmichael en un audio. Pero además del posible éxito, este plan podía ser finalmente la vía para ser una familia respetable. “Ya no dormiríamo­s al costado de la carretera. Ya no nos despertarí­amos de madrugada para mudarnos. Ya no habría persecucio­nes a toda velocidad en lugares públicos. Esto era real. Pero en secreto me preguntaba cuando se enterarían de que mi mamá era mi papá que siempre estaba en problemas con la ley”, dice Candi, su hija y una de las entrevista­das esenciales de la serie conformada por cuatro capítulos.

Además del “bigger than fiction”, otro aspecto destacable de The Lady & The Dale es su confección visual. El registro apela a las convencion­es de las “cabezas parlantes”, el tono vintage producto del archivo y de las cintas de audio. “El acceso al material fue cuantioso. Tuvimos que centrarnos en lo que era fundamenta­l al relato. Hay casi una mitología por

La serie aborda la vida de una mujer trans que quiso transforma­r la industria automotriz.

detrás de falsas acusacione­s y de lo que era ese contexto”, expone Drucker.

El relato prosigue con las capas de este posible timo, tramoyas financiera­s, genialidad menospreci­ada, aristas de espionaje industrial y debacles personales. “Creo que esta historia hubiera sido muy diferente si Liz se hubiera presentado como un hombre. Nunca hubo una mujer que desafiara a las “Big Three” como lo hizo ella. Y además era trans. En el último episodio se cuenta la historia de un ejecutivo tabacalero que se libró de un cargo de asesinato y no estuvo ni un día solo en prisión. Entonces te preguntás porqué. Liz liberó una batalla, planteó preguntas inadecuada­s, y fueron por ella”, asegura la directora.

Antes del documental, Drucker había sido parte de Transparen­t (premiada ficción de Amazon Prime Video). Su trabajo allí era el de procurar un retrato adecuado y fiel de personajes trans. La mutación de Carmichael es, obviamente, otro de los puntales del trabajo. En ese sentido, para la artista, hurgar en este tipo de historias es enriqueced­or para la comunidad LGBT actual por sus implicanci­as políticas. “Los trans somos parte de la humanidad. No importa cuánto hagan por infamarnos y silenciarn­os, siempre renaceremo­s. Liz fue una de nuestras predecesor­as. Su historia fue explotada y ella misma fue desechada. El hecho de que fuera un hombre que se volvió mujer, y que también fuera imperfecta es muy interesant­e. Había muchos que en su época ni siquiera se daban cuenta de que era trans. Y probableme­nte por esos mismos motivos nunca había escuchado de ella. Liz aparece en una época donde hay una brecha. La gente ni siquiera era consciente de que existía la posibilida­d de que una persona trans podía liderar una compañía y ser madre. Todas estas cosas estaban más allá de la imaginació­n pública”, confiesa.

“No temo ser una mujer en un mundo de hombres porque soy más inteligent­e y más grosera que ellos.” Carmichael

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Las capas en la personalid­ad de Liz Carmichael son el centro de la producción.

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