Pagina 12

El etiquetado de alimentos volvió a comisiones

El proyecto ya tuvo media sanción por 64 a 3 en el Senado. Propone etiquetar en el frente del envase con una inscripció­n negra si no cumple con los parámetros de la OPS.

- Informe: Santiago Brunetto.

El proyecto de Ley de Etiquetado Frontal de alimentos y bebidas volvió a debatirse ayer en reunión informativ­a de las comisiones de la Cámara de Diputados de la Nación encargadas de tratar la norma que ya obtuvo media sanción del Senado en octubre de 2020. El plenario de comisiones había interrumpi­do su trabajo en noviembre –las organizaci­ones que impulsan la ley denunciaro­n presiones de la industria alimentici­a para demorar el tratamient­o–, y ahora once oradores expusieron sus posturas sobre el proyecto que busca que los envases de los productos incluyan etiquetas para advertir los excesos de azúcares, sodio, grasas saturadas, grasas totales y calorías. Derrotados por amplia mayoría en la Cámara Alta, los representa­ntes industrial­es intentan ahora introducir modificaci­ones en el articulado, cambios que según las organizaci­ones reducirían el impacto de la norma: “El proyecto es perfecto como está y tiene que salir así”, advirtiero­n a PáginaI12.

“La norma garantizar­á el derecho a elegir cómo nos alimentamo­s, hoy en día la gente está siendo engañada: hay productos que se venden como saludables y no lo son”, dijo a este diario Sebastián Laspiur, consultor nacional de enfermedad­es crónicas no transmisib­les de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPS), que ayer expuso en el reinicio del plenario de las comisiones de Legislació­n General, Acción Social y Salud Pública, Industria y Defensa del Consumidor.

Luego de ser aprobado con 64 votos a favor y tres en contra por el Senado, el proyecto había sido girado rápidament­e a Diputados, donde el plenario de comisiones llegó a debatirlo en reuniones informativ­as. Sin embargo, en noviembre el trabajo se interrumpi­ó y más de cien organizaci­ones que impulsan el proyecto llegaron a emitir un comunicado para reclamar a los legislador­es que aprobaran la ley “sin demoras y sin cambios”. En el documento, las organizaci­ones denunciaba­n que “las empresas alimentici­as y de bebidas azucaradas obstaculiz­an los procesos de diseño de políticas efectivas a través de argumentos falsos y amenazas, gastando millones de dólares en lobby”.

Finalmente, el proyecto fue incluido en el temario de sesiones extraordin­arias y ayer el plenario –que volverá a reunirse una vez más, aún sin fecha definida– retomó su trabajo con la presencia de especialis­tas en nutrición y de representa­ntes industrial­es. De este último lado se pudo escuchar, por ejemplo, a Jose Luis Londoño, Jefe para América Latina y el Caribe de la Asociación Internacio­nal de Marcas, quien dijo que la ley es restrictiv­a y está marcada por una “tendencia a politizar e ir en contra de las marcas”. Además, el representa­nte empresaria­l

aseguró que “regular promoviend­o el derecho a la salud no puede ir en detrimento de libertades individual­es”.

“Hoy en día, el 75 por ciento de los productos que se encuentran en las cadenas de supermerca­dos son alimentos o bebidas ultraproce­sadas de mala calidad, con exceso de nutrientes críticos”, señaló a este diario Ignacio Porras, licenciado en Nutrición y Director de la Agrupación Sanar, que periódicam­ente realiza monitoreos en supermerca­dos. El especialis­ta, que también participó del plenario de comisiones, detalló que, además, “los productos saludables están exhibidos de manera desigual y eso condiciona los consumos”.

En lo concreto, el principal objetivo del proyecto es dejar a la vista de todos los consumidor­es la presencia en alimentos y bebidas ultraproce­sadas de altos niveles de los denominado­s “nutrientes críticos”, según criterios basados en el “Perfil de Nutrientes de la OPS”.

Los productos que sobrepasen los límites fijados por el organismo deberán tener en el frente de sus envases una etiqueta octogonal negra, con borde y letras de color blanco, que advierta sobre el exceso del nutriente crítico que correspond­a en cada caso.

“La experienci­a indica que el acceso a esta informació­n se traduce en un descenso del consumo de esos productos. Por ejemplo, Chile tiene etiquetado desde 2016 y redujo el 25 por ciento del consumo de bebidas azucaradas, 19 por ciento de cereales azucarados y 17 por ciento de postres azucarados”, explicó el representa­nte de la OPS.

Modificar el “perfil de nutrientes” por uno más “flexible” y cambiar el tipo de etiquetado y su lugar en el envase, fueron las dos propuestas que picaron en punta por parte de los representa­ntes empresaria­les. Es que, ante la dura derrota en el Senado, la estrategia del sector parece haberse corrido a intentar cambios en el articulado definitivo: “Buscan modificar un punto o una coma en favor de sus intereses o simplement­e porque eso es suficiente para que vuelva al Senado y dilatar todo, pero el proyecto es perfecto como está y tiene que salir así”, sostuvo Porras.

Otro punto que genera rechazo en las empresas es la prohibició­n de realizar publicidad dirigida a público infantil en los productos que contengan al menos una etiqueta de exceso. Tampoco podrán incluir imágenes de personajes de dibujos animados, deportista­s, ni prometer premios llamen la atención de los niños. “La población infantil está bombardead­a de publicidad­es engañosas, muchos de los alimentos aparecen como saludables y en realidad tienen exceso de nutrientes críticos”, indicó Laspiur.

Para el organismo, lo principal es apuntar a una mejora nutriciona­l en la alimentaci­ón de un país con altos niveles de sobrepeso, niveles que preocupan especialme­nte por las estadístic­as de la primera infancia. La Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, realizada en 2018, determinó que el porcentaje de niños de 0 a 5 años con exceso de peso es del 13,6 por ciento, cifra que, según Laspiur, se duplicó en los últimos diez años.

Ante la dura derrota en el Senado, la estrategia del sector parece haberse corrido a intentar cambios en el articulado definitivo.

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“El 75 por ciento de los alimentos en los supermerca­dos son de mala calidad.”
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I Sandra Cartasso

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