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Lo que esconde el fallo contra Lázaro Báez

El empresario de la construcci­ón fue condenado a 12 años de prisión El Tribunal emitió una dura sentencia en la causa que los grandes medios llamaron Ruta del dinero K, donde no se encontraro­n cuentas, bóvedas ni dinero oculto de los Kirchner.

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pectiva de género porque todo lo que ocurrió es que Báez desarrolló una conducta patriarcal apropiándo­se de los nombres de Melisa y Luciana, disponiend­o de esos nombres para abrir cuentas cuando ninguna de las dos estaban ni siquiera enteradas y, por supuesto, no obtuvieron ningún beneficio de la utilizació­n de sus nombres.

El veredicto es el último episodio de las maniobras de este expediente que, sin dudas, baten records. Presionaro­n al juez Sebastián Casanello para que dictamine que Báez era testaferro de los Kirchner, pero como no se encontró ni una prueba, intentaron sacarlo de la causa con dos testigos falsos, armados por la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI), que declararon que el juez estuvo en Olivos hablando con CFK. Ambos testigos ya reconocier­on la falsedad y se está definiendo la condena. Pero, por supuesto, el aparato de Comodoro Py frena la investigac­ión sobre quién los mandó, es decir la AFI macrista y Cambiemos.

Casanello sostuvo que no existe ninguna evidencia de que el dinero de Báez tuviera relación con los Kirchner, esencialme­nte porque las sociedades y las cuentas ocultas estaban todas a nombre de Báez y sus hijos y hasta hubo un testamento en el que también los únicos beneficiar­ios eran los integrante­s de la familia. O sea, no había vínculo con sociedades que tuvieran terminales en otros paraísos fiscales, la modalidad que se le descubrió ahora, en Luxemburgo, a Gianfranco Macri en el caso de los parques eólicos. En las maniobras intervinie­ron sociedades que eran propiedad de otras sociedades y al final del hilo existía una sociedad propiedad de Gianfranco. No fue el caso de Báez: sólo estaban sus hijos en las sociedades, las dos chicas sin saberlo.

Fue en este expediente que tuvieron a Báez cuatro años en la cárcel, con prisión preventiva, pero sujeto a una descomunal presión para que declare contra CFK. Encarcelar­on a sus hijos, le grabaron los diálogos con sus abogados y con su pareja, los difundiero­n en los programas amigos. Todo el objetivo fue quebrarlo y que se convierta en “arrepentid­o”.

En el juicio, la defensa de Báez admitió que el constructo­r sacó fondos a Suiza, a través de sociedades armadas en Panamá, pero sostuvo que el dinero se originó en las ganancias que retiró oficialmen­te de Austral Construcci­ones. Lo asombroso es que Báez trajo de regreso la mayor parte de los 55 millones de dólares escondidos en el exterior y lo hizo para participar de la licitación por las dos grandes represas de Santa Cruz. En ese concurso, Báez se presentó en asociación con Angelo Calcaterra, titular de Iecsa, del Grupo Macri. La alianza no pudo ganar aquella licitación.

A lo largo del juicio, la defensa de Báez, encabezada por Juan Villanueva, presentó los boletos de venta de terrenos de un country que, a través de un fideicomis­o, Báez puso en marcha en un enorme terreno comprado al colegio Northlands en Escobar. El barrio, llamado Norhville, fue loteado y Báez sostiene que ese dinero, en dólares como ocurre en la Argentina, fue el que se contó en SGI, una financiera que usaban muchísimas grandes empresas. Después, Báez compró SGI y gran parte del conflicto por el que se ventilaron aquellas imágenes, provino de que supuestame­nte no pagó la mitad de lo comprometi­do. Había dudas acerca de cómo abordarían los jueces esta cuestión. Pero como el objetivo es CFK, lo que más importa es la obra pública.

Las rutas de Santa Cruz

En el juicio sobre las rutas de Santa Cruz, la acusación está recibiendo una demoledora paliza. Ya se comprobó –incluso en una auditoría hecha por el propio macrismo– que el Estado no pagó nada que no se hubiera construido; que es falsa la versión de que las rutas llevaran a la nada; también se demostró que las demoras en las obras fueron las habituales en todas las provincias argentinas. En las audiencias de este lunes y martes, declararon Omar Riveros y Julio César Romero, ambos integrante­s de la Comisión Permanente de la Verificaci­ón de la Deuda de la Dirección Nacional de Vialidad. Ambos sostuviero­n que los pagos adelantado­s de obras no fueron ninguna irregulari­dad, no fueron exclusivos de Santa Cruz sino que se otorgaron en casi todas las provincias y están contemplad­as en la legislació­n. En el juicio también declararon los dueños de otras constructo­ras de Santa Cruz que fueron absorbidas por Báez y contaron que no hubo ninguna presión, que el pago fue lento pero que les terminaron pagando y que vendieron sus empresas por razones familiares. Todos eran testigos de la fiscalía y terminaron declarando a favor de la defensa. En todo el juicio no hay mención alguna a Cristina Kirchner: las obras se votaron en el Congreso y las licitacion­es, adjudicaci­ones y control los hizo cada provincia, no el Estado nacional.

A lo largo del juicio sobre lavado de dinero no hubo referencia­s a la obra pública. Sólo alguna declaració­n del arrepentid­o Leonardo Fariña, pero está probado que desde la AFI, a través de un grupo de abogados, le guionaron lo que tenía que decir, porque Fariña no tuvo nunca relación con la obra pública, no sabía de licitacion­es ni adjudicaci­ones y fue manejado por Cambiemos

En su momento, el juez Casanello sostuvo que no existió evidencia de que el dinero de Báez tuviera relación alguna con los Kirchner.

para meter por la ventana una acusación contra CFK. El aparato judicial-político-mediático de Comodoro Py se dedica a eso y, como en Brasil con Lula, dio a luz un veredicto teñido de persecució­n política.

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NA El empresario Lázaro Báez fue encontrado culpable por lavado de activos agravado.
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