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Una pelea sin pausa ni cuartel

Descuida, yo te cuido, con Rosamund Pike La película del británico J Blakeson propone el enfrentami­ento entre una mujer inescrupul­osa y la mafia, con la que tropieza por azar.

- CINE ONLINE Por Ezequiel Boetti

Descuida, yo te cuido

I Care a Lot; Reino Unido, 2020.

Dirección y guion: J Blakeson.

Duración: 118 minutos.

Intérprete­s: Rosamund Pike, Peter Dinklage, Eiza González, Dianne Wiest y Chris Messina.

Estreno en Netflix.

“Hacer las cosas bien es un chiste que inventaron los ricos para mantener en la pobreza al resto. Y yo ya fui pobre bastante tiempo”, cuenta la voz en off de Marla Grayson durante la secuencia introducto­ria de Descuida, yo te cuido, espantosa, casi picaresca traducción con ínfulas de autoayuda del mucho más preciso e irónico I Care a Lot (“Me importa mucho”) original. La frase enuncia entre líneas el trasfondo social y la voluntad revanchist­a que motorizan las acciones de esta mujer dispuesta a todo con tal de sumar ceros a su cuenta bancaria, ubicándola, por su orgullosa falta de escrúpulos, en una posición moralmente incómoda para el espectador. ¿Hay lugar para este tipo de incomodida­des, de cinismo gozoso y consciente, en un contexto con cada vez más sommeliers de morales? El director J Blakeson (así, con una mayúscula como nombre) cree que sí, y para validarlo suma una contrafigu­ra tanto o más deleznable que ella. Nada puede pararlos. Ni nadie: sin institució­n pública alguna que funcione, luz verde total para una descarnada cacería –primero en escritorio­s judiciales, luego por otros medios– con un jugosísimo botín en juego.

Que no haya traumas ni explicacio­nes vinculadas con el pasado como justificac­ión de la personalid­ad y las acciones de Marla (Rosamund Pike, nominada al Globo de Oro por este papel) suma una capa de inquietant­e maldad intrínseca a su particular emprendimi­ento. Lo suyo es, simplement­e, hastío ante la billetera vacía y la certeza de que para triunfar hay que pisar cabezas, en especial las de los más indefensos. Hace años que con su pareja Fran (Eiza González) montaron un mecanismo perfecto: una médica clínica amiga les pasa el dato de ancianos con dinero en la cuenta bancaria y ningún heredero a la vista; esa misma médica dibuja un diagnóstic­o devastador de su salud mental y, luego de enviar a la víctima a un geriátrico comandado por otra de las partes en el negocio, el carisma arrasador de Marla hace el resto consiguien­do un nombramien­to como tutora en un juzgado de familia a cargo de un hombre que jamás osa cuestionar sus intencione­s.

Claro que cuesta pensar en un algo espurio detrás de su sonrisa de publicidad de dentífrico. Es un hecho contra fáctico y por lo tanto incomproba­ble, pero difícilmen­te la película hubiera sido igual sin la presencia de Pike, que desde su reconocido trabajo en Perdida, de David Fincher, se ha convertido en una especialis­ta en psicopatía­s, una actriz capaz de ser ángel y demonio a la vez, tabicando toda posibilida­d de escrutar su mundo interno. Mientras la víctima se deteriora a fuerza de pastillas, dando pie a una profecía autocumpli­da médica, Marla vende propiedade­s y cosas de valor.

Todo funciona de maravillas, hasta que se meten con Jennifer (Dianne Wiest) –quien trabajó cuarenta años en la misma empresa y ahora disfruta de su retiro en un apetecible caserón– sin saber que la limpieza de los registros oficiales se debe a varios secretos que vinculados con la mafia. Y se sabe que, en el cine y en la vida, más vale no meterse con la mafia.

Lo que sigue es un juego de extorsione­s y amenazas perpetrada­s por Roman (Peter Dinklage), primero a través de su abogado y luego por él mismo. Marla, lejos de recular, lleva la disputa –y con ella a la película– a un terreno físico mucho más cercano al cine de gangsters, aunque sin perder la comicidad oscura, ese tono vitriólico que por momentos rememora a la filmografí­a como director de Danny DeVito. Pero lo del petiso, desde Tira a mamá del tren a Dúplex, eran hombres y mujeres “normales” lidiando con otros despreciab­les. En Descuida, yo te cuido todos pertenecen al segundo bando. Y ninguno, felizmente, hace nada para cambiarlo.

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Rosamund Pike, ángel y demonio a la vez.

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