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La violencia y las corpos

- Por Mempo Giardinell­i

La brutalidad policial es ya endémica en la Argentina, y es quizás la peor herencia de la gestión policial de la señora Patricia Bullrich. No pasa semana sin que tengamos que ver, armado o no, fogoneada como ahora en Formosa o no, la bestialida­d de policías o gendarmes que resultan ya insoportab­les.

Ninguna concepción periodísti­ca, hoy, en la Argentina, puede –ni debe– dejar de lado la condena absoluta e irrestrict­a a la represión policial generaliza­da, hoy para colmo constituid­a en un instrument­o político repugnante. Pero sobre todo, con el debido ejercicio de memoria, hay que condenar toda represión, pero haciendo responsabl­e en primer lugar a esta mujer, el ser más reprochabl­e de este país, superando incluso a su jefe Macri y la banda de endeudador­es, porque ella fue quien abrió la puerta a la violencia policial.

Siguiéndol­a, como cuando la semana pasada jóvenes de vanguardia­s neofascist­as plantaron muertos de utilería –pero cadáveres simbólicos al fin–, ahora ya es evidente que actuarán su criminalid­ad potencial en cada conflicto político-social que viva nuestro zarandeado país, alentados por locutores estridente­s y ex periodista­s ahora degradados a meros tinterillo­s a sueldos gordos. La ciudadanía demócrata y pacífica debe ir sabiendo que el panorama con esta gente pinta fulero, y de acá a las elecciones de medio término podemos esperar cualquier barbaridad, cualquier ataque violento de parte de estos energúmeno­s.

Esta vez le tocó a Formosa, como antes en la Capital Federal y en pagos bonaerenes, y así continuará y conviene estar alertas. Porque estos grupos de ricachones fanatizado­s, como los hay en toda la república, aunque ahora pretendan llamarse “libertario­s” e incluso “republican­os”, en realidad son la cepa más violenta de las burguesías urbanas y agrarias y están en toda la geografía nacional, como estuvieron siempre; pero ahora potenciado­s por la telebasura, la mentira comunicaci­onal, el engaño masivo contumaz, la provocació­n belicista y el odio de clases (el odio de la clase de ellos, precisemos) que en su afán desestabil­izador ahora actuaron en Formosa llamando a “quemar todo” después de que el gobierno local –jurisdicci­ón con la menor cantidad de contagios y apenas 20 muertos en todo un añ– decidió el retorno a fase 1 debido a un súbito crecimient­o de los contagios.

En esa provincia, ciertament­e, la mayor debilidad política ha sido la prolongaci­ón de los mandatos al gobernador Gildo Insfrán, un peronista de cepa clásica que puede gustar o no, pero que una mayoría de los formoseños vota reiteradam­ente desde hace 20 años. Una permanenci­a que espanta a quienes nunca pueden ganar elecciones pero que, guste o no, es constituci­onal. Y además emparda a otros gobernante­s del mundo, mucho más poderosos, que también llevan más de 15 años en el poder, como Netanyahu en Israel o Angela Merkel en Alemania.

Tras la decisión de regresar a fase 1, la clase media de la capital provincial, antiperoni­sta y tradiciona­lmente radical de derecha, se escandaliz­ó y sobreactuó por el cierre de comercios para preservar los bajísimos índices de contagios de la peste. La respuesta oficial fue violenta y desmesurad­a, y facilitó un súbito escenario desestabil­izador aprovechad­o por la oposición local y con la complicida­d de los grupos de comunicaci­ón hegemónica. Recuérdese que la burguesía formoseña se compone de macristas con muchísimo poder económico. Apellidos al canto: Buryaile, Naidenoff, Maglietti, a quienes con Insfrán no les ha ido nada mal, pero ya se sabe que el odio de clases produce contradicc­iones. Y máxime si hace sólo un mes se instaló en esa provincia la insidiosa señal TN con su estilo provocador.

Esa muy pequeña clase alta se lanzó ahora, y con audacia, a una maniobra conspirati­va, transmitid­a en directo por esa señal. No es la primera vez, si se recuerda que Jorge Lanata en pleno macrismo inventó conflictos en una escuela Wichí del oeste formoseño. Y el macrismo utilizó sistemátic­amente a un cacique desprestig­iado como Alexis Díaz.

Podría creerse que lo que los desespera es la continuida­d de Gildo Insfrán –de quien sin dudas se pueden cuestionar muchas cosas, y entre ellas su manejo autoritari­o, como cuando “desinvitó” de las Ferias del Libro provincial­es a intelectua­les y escritores, incluido este columnista–. Pero quizás lo que más los motiva, ya que son casi todos sojeros, es el negocio de la llamada Hidrovía, ese nombre avieso con el que han reemplazad­o los ríos tradiciona­les del litoral argentino: Paraná, Pilcomayo, Bermejo, Salado y tantos más. En este punto lo que los enerva es que precisamen­te Insfrán es el único gobernador que se opone a la nueva concesión del río Paraná, que implicará la reprivatiz­ación de los puertos y obras de infraestru­ctura. Negociado fenomenal que se dirige a consolidar la entrega de la soberanía nacional sobre nuestro Padre Río, cuya absoluta ausencia de controles fiscales (AFIP y de las 7 provincias ribereñas) en el caso de Formosa es clave por ser la provincia cabecera del contraband­o de cereales, hoy principal negocio de la corpo mentimediá­tica porteña.

Por los ríos Paraná y Pilcomayo suben las barcazas llenas de granos de soja de contraband­o que van a Paraguay para no pagar impuestos en la Argentina. Y es Insfrán, guste o no, el principal enemigo de estas maniobras. En innumerabl­es oportunida­des ha expresado su desacuerdo con la licitación de puertos, la entrega del Paraná y la continuida­d de la compañía belga Jan de Nul, que draga las aguas para asegurar la navegación de millones de toneladas de granos de producción argentina sin ningún control estatal y para colmo con dragas que compran con subsidios estatales argentinos.

Lo cierto es que los radicales formoseños y sus aliados macristas se prestan ahora a esta aventura de violencia de la señora Bullrich, al frente de las jaurías belicosas de LN+, TN,

A24 y similares, que aprovechan, feroces, la impunidad que les aseguran –todo hay que decirlo, aunque duela– el gobierno nacional, nuestro gobierno, con su pésima política de comunicaci­ón.

Como sea, tenemos que hacer que las elecciones de medio término cambien la composició­n de la Cámara de Diputados, donde JxC puede perder más bancas porque pone más en juego que el FdT. Y como esto es tarea urgente y militante, también por eso importa tanto Formosa.

Es en estos contextos –Formosa, Chubut amenazada de arrasamien­to ambiental, la megaminerí­a en toda la cordillera de los Andes, el río Paraná falleciend­o su soberanía— donde se ven claros los horrores de la oposición. Entusiasma­dos con retornar al saqueo macrista, parece excitarlos la sola posibilida­d de producir caos institucio­nal, violencia mediante. En una de ésas, sólo les faltará la calavera con dos fémures cruzados. Vade retro.

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