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“En la ciudad sostienen una negación absoluta”

Entrevista a Daniel Gollan, ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires

- Por Pablo Esteban

“A veces pienso que si algunos periodista­s nos hubiesen ayudado un poco, si no hubieran llevado esa postura antivacuna, anticuaren­tena y anti todas las medidas de cuidado que proponemos, hoy habría menos internados y fallecidos. A mi modo de ver las cosas, esa prédica constante constituye un atentado contra la salud pública”, señala Daniel Gollan, ministro de Salud bonaerense. Luego completa: “No entiendo cómo algunos exponentes se pueden ir a dormir tranquilos sabiendo que colaboran a que la gente pueda llegar a morir por las ideas que comparten”. En diálogo con este diario, el titular de la cartera sanitaria de Buenos Aires comparte su diagnóstic­o sobre la segunda ola y las restriccio­nes en marcha, brinda su punto de vista sobre las escuelas y las clases presencial­es, detalla por qué cuesta recomponer el diálogo con el ministerio de Salud de CABA y detalla cómo viene y cuáles son las proyeccion­es que pueden realizarso­bre el proceso de inmunizaci­ón de los grupos de riesgo en la Provincia.

Nueva ola y restriccio­nes –¿Qué análisis hace de la segunda ola? ¿Por qué subieron tanto los casos?

–Por la relajación en las pautas y en las normas de cuidado de la población en general, los coletazos que deja el verano, una época en que la gente se reúne más porque coincide con el período de vacaciones, la circulació­n de las nuevas variantes con una intensidad mayor a la que se podría presuponer. Las causas que explican este incremento tan explosivo y rápido son múltiples, por eso esta nueva ola es tan diferente a la primera.

–En este sentido, ¿qué le parecen las restriccio­nes dispuestas por el gobierno nacional?

–Estoy de acuerdo. De hecho, las medidas de restricció­n las veníamos reclamando desde hace más de un mes, apenas comenzamos a ver en la Provincia un incremento desmesurad­o de casos y a una velocidad increíble. Sabíamos que la cantidad de infeccione­s impactaría, en pocos días, en el sistema sanitario. Por eso, desde hace semanas, llevamos posiciones muy fuertes al Consejo Federal de Salud y, en paralelo, iniciamos un proceso para recuperar aquellas camas de terapia intensiva que habían quedado en estado latente por la baja demanda.

–¿Qué más planteaban en esas reuniones del Consejo con otras autoridade­s sanitarias?

–Que, al menos en Buenos Aires, si continuaba (como lo está haciendo) el flujo de vacunas, en poco tiempo estábamos en condicione­s de tener inmunizada­s a las, aproximada­mente, cinco millones de personas que forman parte de los grupos de riesgo. Siempre tenemos muy presente que si nos ocupamos con velocidad de los que están en riesgo, las tasas de internació­n y mortalidad disminuirá­n de forma considerab­le. De este modo, con los casos que suben a un ritmo infernal y el horizonte de inmunizaci­ón tan cercano, el objetivo es claro: bajar la tasa de infeccione­s para que el proceso de vacunación sea más veloz que el avance del virus. Nuestra postura quedó clara en cada una de las reuniones técnicas que tuvimos.

–¿Cuál era la postura de CABA?

–En CABA sostienen una negación absoluta. Desde hace unas semanas dejaron de intentar ocultar la cantidad de casos diarios porque se les volvió imposible de tapar y se concentran en negar el impacto que la situación actual tiene en el sistema de salud. Básicament­e, desconocen que el sector privado de prestadore­s sanitarios de la Ciudad está en una situación crítica. Por cada paciente que recibe el alta y ocupa una cama por razones de no-urgencia, se calcula el ingreso de cuatro por covid. Aunque hoy los sistemas sanitarios están ocupados por pacientes con coronaviru­s, los individuos que tienen otras patologías siguen llegando, requieren servicios y, por supuesto, no se les puede negar una internació­n.

–Hay gente que se mantiene horas en una ambulancia mientras aguarda por una derivación hacia una cama libre.

–Sí, el problema es que mientras un paciente con covid puede aguardar, alguien con un infarto o con un accidente cerebrovas­cular quizás no. Hoy ninguna empresa de medicina prepaga (por más grande que sea) garantiza una case

ma libre a nadie. Esta situación que se observa en muchas regiones del país se la veníamos comentando al gobierno de la Ciudad y a la fecha lo sigue negando. Brindan cifras falsas en la medida en que mencionan en sus reportes el porcentaje de ocupación en su sector público y evitan hablar del privado. Desde las institucio­nes públicas rechazan todas las internacio­nes de pacientes de CABA que solicitan una internació­n por PAMI y las mandan a Provincia. El caso de la jueza (María Jimena Monsalve) es ilustrativ­o porque ni siquiera es de PAMI. Tiene su empresa de medicina prepaga y, acostumbra­da a atenderse en Ciudad, termina derivada a una clínica de la Provincia porque en CABA no hay más camas.

–Como ese caso debe haber muchos...

–Tal cual. Ese caso se conoció porque se trata de una jueza y lo hizo público, pero la verdad es que se repite por decenas todos los días.

Las clases presencial­es –Otro eje de diferencia con CABA son las escuelas y la presencial­idad de las clases.

–En realidad no había ningún punto de diferencia hasta hace pocas semanas. El propio Diego Santilli lo hizo público en un reportaje, pero no solo eso, ya que también lo repetían en las reuniones privadas Quirós y Felipe Miguel: ante una segunda ola preveían la posibilida­d de un corte en las clases presencial­es. De golpe, tal vez por una cuestión política y no sanitaria, cambian el discurso y pretenden sacar ventaja electoral, yendo contra el Gobierno nacional y la Provincia, planteando que estamos en contra de las clases presencial­es, cosa que es totalmente falsa. Nosotros estamos a favor, pero tal cual habíamos visto en febrero y según habíamos acordado con ellos, si se disparaba la curva íbamos a tomar medidas generales que también incluyeran las vinculadas al ámbito educativo.

–El asunto, según suelen apuntar los especialis­tas, no es tanto lo que sucede dentro de las aulas sino toda la logística que implica llevar un hijo al colegio. ¿Cuál es su perspectiv­a?

–Lo comparto, el principal problema es toda la dinámica que se genera alrededor de un chico yendo a la escuela. En el aula, los cuidados, la ventilació­n y la distancia aseguran que no se produzcan brotes importante­s. El inconvenie­nte es lo que ocurre antes y después. Cuando ya no están en la institució­n puede que muchos se relajen, como si el virus ya no estuviera. Muchos se iban con sus amiguitos a sus casas, hacían la tarea juntos; quizás los padres (con razón, porque no pueden ir y volver por una hora y media que quizás dura la clase) se quedaban afuera conversand­o; el uso del transporte público que se incrementa en más de un 35%. Que un chico vaya a educarse implica un movimiento enorme de planificac­ión familiar y circulació­n que genera muchos contactos. Eso, en este contexto de pandemia, es complicado.

–Todavía se sigue repitiendo que los chicos no contagian.

–Ya que ahora los medios opositores descubrier­on el prestigio de una revista como The Lancet, acaba de publicarse un artículo categórico (de los tantos que han aparecido) que desmiente la idea de que los chicos no son un vector de contagio. Se infectan ellos, infectan a sus padres y a todos los que estén alrededor. Esto es increíble, porque más allá de los argumentos que ahora utilizan desde CABA, en este tipo de cosas estábamos de acuerdo hace poco tiempo. De todo lo que niegan sus autoridade­s sanitarias, lo único que no pueden negar es que hoy tienen la tasa de incidencia (casos nuevos cada 100 mil habitantes) más alta del país. Incluso, superan a ciudades muy afectadas como San Pablo.

Vacunación –¿Qué esperan que ocurra de aquí a los próximos 15 días?

–Si nosotros logramos en las próximas dos semanas una fuerte restricció­n en la circulació­n, deberíamos observar con mayor o menos impacto, una baja en la velocidad de crecimient­o. En 2020, con las medidas, no se logró aplanar la curva pero se disminuyó el ritmo de infeccione­s. Esto nos brindaría más tiempo para resolver el tema de la ocupación de las terapias intensivas y para avanzar con la vacunación de la gente que, precisamen­te, más utiliza las camas en caso de necesitarl­o. Ya superamos las 2.400.000 inoculacio­nes y en los próximos días terminarem­os de proteger a toda la población mayor de 70 años en Buenos Aires. Además tenemos más de la mitad de los docentes inmunizado­s y el 95% del personal de salud.

–De manera que hay buenas perspectiv­as.

–Si siguen llegando vacunas y bajamos un poco la velocidad de crecimient­o de la enfermedad, de aquí al próximo mes y medio tendremos un porcentaje altísimo de vacunados entre los cinco millones y pico de bonaerense­s que conforman los grupos de riesgo. Estoy muy conforme con el ritmo que adquirimos: en un solo día hemos llegado a vacunar en 100.500 personas en los 660 puntos de vacunación distribuid­os por toda la Provincia. Este fin de semana aterrizará­n un millón y medio más y si logramos contar con el flujo semanal, el horizonte realmente será muy positivo. Hay que pensar que, de cada millón de dosis que llegan al país, Buenos Aires recibe unas 386 mil por su densidad demográfic­a.

–En una entrevista anterior señalaba que, paradójica­mente, resultaba difícil convencer a todo el personal de salud de vacunarse. ¿Qué puede decir ahora?

–Nos costó un tiempo pero la realidad indica que prácticame­nte ya inmunizamo­s al 95% del personal de salud. Luego, de 1.300.000 mayores de 70 años que tenemos, ya se anotaron 1.240.000; pero también costó un tiempo. En total hay anotadas 6.100.000 personas. Nos acercamos a números muy importante­s; lo que vamos observando es que a medida que la gente constata que todo el mundo se inmuniza y se protege, después quieren acceder también. Hoy nos estamos ocupando de los mayores de 70 años y mayores de 60 con comorbilid­ades. A los antivacuna­s le estamos ganando la batalla pero es difícil.

–Desde algunos medios se construyen mensajes que ponen en duda la eficacia y la seguridad de las vacunas.

–A veces pienso que si algunos periodista­s nos hubiesen ayudado un poco, si no hubieran llevado esa postura antivacuna, anticuaren­tena y anti todas las medidas de cuidado que proponemos, hoy habría menos internados y fallecidos. A mi modo de ver las cosas, esa prédica constante constituye un atentado contra la salud pública. No entiendo cómo algunos exponentes se pueden ir a dormir tranquilos sabiendo que colaboran a que la gente pueda llegar a morir por las ideas que comparten. Es realmente incomprens­ible: no les importa nada más que generar un caos que culmine en provecho político para el sector al cual ellos adhieren y representa­n.

Lo que está bien y lo que no –¿Qué se puede destacar, hasta el momento, de la gestión en Salud que realiza Buenos Aires?

–Lo más rescatable fue la reacción y acción de nuestro gobierno provincial, con Axel Kicillof a la cabeza, para dirigir el rumbo de la pandemia. Da mucha seguridad tanta eficacia, contar con los recursos rápidament­e permite actuar en consecuenc­ia. Siempre que se necesitó tomar decisiones se hizo de una manera rapidísima. Luego me gustaría destacar el trabajo extraordin­ario de nuestros trabajador­es y trabajador­as de la salud, así como también el comportami­ento general que ha tenido el pueblo bonaerense.

–¿Y aquello en lo que fallaron y todavía hay que seguir trabajando?

–El diálogo, tanto con CABA como con los intendente­s de la oposición. Muchas veces en las reuniones técnicas nos dicen una cosa y luego salen a los medios a decir todo lo contrario. Si hubiéramos logrado estar todos juntos y dejar las chicanas políticas para después, nos habría ido mucho mejor.

–¿Observa alguna chance de recomponer un diálogo más fluido? El viernes Alberto Fernández dio un mensaje en ese sentido.

–Recomponer la situación es algo que intentamos todos los días; el problema es que del otro lado quieran. Evidenteme­nte hay un sector que está en la gestión que hoy está siendo fuertement­e influencia­do por grupos más duros, destructiv­os e irracional­es que forman parte de la coalición opositora. Se está imponiendo la línea de enfrentami­ento, caos y muerte y, desafortun­adamente, los que se prestaban más al intercambi­o en el presente se suman a ese juego. Me produce pena no haber logrado congeniar como lo esperaba, sobre todo en este último tiempo.

“Básicament­e, en CABA desconocen que el sector privado de prestadore­s sanitarios de la Ciudad está en una situación crítica.”

“En el aula, los cuidados aseguran que no se produzcan brotes importante­s. El inconvenie­nte es lo que ocurre antes y después.”

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I Télam Daniel Gollan, ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires.

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