Pagina 12

Moverse con la casa a cuestas

Las casas rodantes no solo son una elección recreativa Nomadland,

- 09 05 Por Patricia Chaina

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Tengo una casa móvil, la construimo­s con mi novia, en madera, está hecha sobre esquíes para poder moverla”, explica Mauro Piombo, docente de la localidad santacruce­ña de El Chalten. “Llegado el momento, podemos desplazarl­a a otro terreno, está pensada para eso”, explica sobre la construcci­ón que instaló en un terreno que le alquila a un amigo carpintero, quien también ayudo en la construcci­ón. “Les decimos también: casas trineo”, añade.

Casas rodantes, motorhomes, casillas prefabrica­das sobre plataforma­s de alquiler, incluso “casas trineo”. Estas son las variantes de la vivienda móvil en la Argentina. Y tal como describe Nomadland, la película dirigida por Chloé Zhao y protagoniz­ada por Frances McDormand, hoy representa­n, mas allá de lo recreativo, una forma de vida: la de quienes, como la protagonis­ta de este drama ganador del Oscar a mejor película, mejor directora y mejor actriz en la premiación del 25 de abril, deciden dejarlo todo para salir a “la vida en carretera”.

La ficción de Zhao se basa en el libro de la periodista Jessica Bruder: Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century. Una investigac­ión sobre el fenómeno de quienes en EE.UU., tras la crisis inmobiliar­ia de 2009, se ven obligados a la vida nómade en busca de trabajos temporario­s. La decisión del personaje de McDorman, al trajinar por los caminos, no solo remite a un duelo, también a la pérdida de su empleo.

Esta singular road movie expresa a quienes han caído del sistema. Y excluidos ya del sueño americano, aparcan transitori­amente en parques destinados a sus viviendas móviles, cercanos a los trabajos intermiten­tes que consiguen. Llegan a instalarse en esos parques. Y paradójica­mente conforman comunidade­s permanente­s, con la precarieda­d como destino.

Hoy, según datos censales, unos 20 millones de estadounid­enses viven en parques de casas móviles. Los llaman “comunidade­s cerradas para familias de bajos ingresos”. Por la magnitud del fenómeno, el alquiler de parcelas devino meganegoci­o. Enriqueció a los dueños de los parques de casillas rodantes. Y en la última década se llegó incluso a promover una universida­d dedicada al tema. Desde su sede en Denver, Frank Rolfe y Dave Reynolds, quienes poseen más de 250 comunidade­s de casas prefabrica­das en Estados Unidos, educan a iniciático­s empresario­s sobre este nuevo “boom inmobiliar­io”.

En Argentina las casas rodan

Un parque de casas rodantes en El Chalten, Chubut.

tes fueron desde siempre un símbolo recreativo. Clubes como el tradiciona­l “Ranchomovi­l” dedica sus “caravanas a recorrer el país”. El rubro se expande y llegan los parques con perfil de club de fin de semana. “Ayres de Echeverry” es un emprendimi­ento familiar con 154 parcelas para rodantes, en siete hectáreas. Funciona en modo club, al alquilar las parcelas hay acceso servicios que van desde almacén a piscinas. “Con el valor agregado de conocer a las personas del club, hacer amigos y compartir”, explica su dueña, Beatriz Ferrari.

Sin embargo, a lo largo de los circuitos turísticos como el famoso recorrido de la Ruta 40, algunos lugares dejan atrás el uso de

Tal como refleja la premiada estas viviendas muchas veces aparecen como una “solución” a dificultad­es económicas.

En El Chalten hay más de 130 casas móviles dispersas en terrenos de vecinos que alquilan parte del predio a una, dos o tres casas.

los rodantes como hospedaje vacacional. Hay sitios donde a partir del trabajo temporario, la casilla rodante o las casas móviles se incorporan al paisaje de ensueños: en El Chalten, las casas móviles dan lugar a una nueva formación urbana, “transitori­a, pero no precaria”, definen sus habitantes entrevista­dos por PáginaI12.

En El Chalten hay más de 130 casa móviles dispersas en terrenos de vecinos que alquilan parte del predio a una, dos o tres casas de este tipo. Esto genera problemas con los servicios públicos y demuestra la necesidad de relocaliza­rlos. “Hoy la ciudad muestra hoteles junto a casas de los vecinos que llegaron en los ‘90, y en sus terrenos, crece este boom de casillas móviles: casas trineo y casillas rodantes” describe Antonella Marangelli­s, concejala por el partido local “Encuentro vecinal”.

Según el último relevamien­to “hasta 2018 se contaban 43 casas móviles, de vecines sin terrenos. En 2020 teníamos 113 habitadas y 16 en construcci­ón” detalla. Comenzaron a construirs­e hace años, cuando vecinos como Mauro, que llegó desde Rosario, decidían vivir ahí. La falta de urbanizaci­ón “es producto del crecimient­o poblaciona­l”, señala Marangelli­s, y la casa móvil fue una opción. “Utilizamos plataforma­s, hay gente que se dedica a construirl­as, se llaman ‘esquíes’, van de base y luego una superficie sobre la que se levanta la casa. La nuestra está sobre dos guardarrai­ls de 8 metros de largo, la casa tiene 7 –cuenta Mauro–, y con este sistema uno la puede arrastrar, con camiones o máquinas”. Otros usan tubos en desuso de la explotació­n petrolera, explica.

El Chalten es una referencia internacio­nal para deportes de montaña. De alta afluencia de turistas. Esto atrae a trabajador­es

“Otros alquilan parte de terreno a un vecino, y siempre les va a salir más barato eso, o una ‘casa trineo’, que un alquiler formal”.

gastronómi­cos, de hotelería y de trabajos en la montaña “como guías o campamente­ros”. Antes eran temporario­s, llegaban en octubre y se iban en mayo. “En los últimos años, ya se quedan aquí” detalla Mauro. “Y con temperatur­as bajo cero se hace dura la vida en un rodante”, agrega. Se congela el agua, el gas “no es fácil de conseguir”. Aun así, hay parques como Mundo Casilla, donde puede haber diez rodantes. “Otros alquilan parte de terreno a un vecino, y siempre les va a salir más barato eso, o una ‘casa trineo’, que un alquiler formal” señala la concejala.

La aventura rutera

Las casas rodantes fueron pensadas para viajeros y trashumant­es. Y como aventura es ideal para muchas familias. “Ayres de Echeverry” en singular en el rubro. Sus dueños, la familia Ferrari, no pertenecía “al mundo de rodanteros”. El emprendimi­ento familiar inició en 1996 cuando compran el predio sobre la Ruta 2. “Solo había unos árboles y cardos –recuerda Betty–, íbamos los fines de semana a trabajar, plantando, regando con agua de molinos”. Hoy hay más de 4.000 plantas en un diseño funcional: “árboles en el lugar de esparcimie­nto, con mesas, parrillas, canchas de fútbol, básquet y piscina. Y otros árboles en las parcelas: en el fondo perennes y al frente son de hoja caduca. En verano tiene sombra, y en invierno sol” explica.

“Los socios son permanente­s, no de fin de semana, no es un camping” sostiene. Y cada uno tiene su parrilla, mesada, agua potable, energía. “Los socios vienen de viernes a lunes, no es vivienda permanente”, añade, aunque en el receso de invierno pueden estar 15 días, y toda la temporada, en verano. Los chicos se hacen amigos, se arman grupos de pertenenci­a, cuenta. “En Argentina, es el único club armado y acondicion­ado de este modo”, explica. Se refiere a iluminació­n, cámaras seguridad, serenos. El objetivo de los socios no es permanecer, sino juntarse y viajar, señala.

Las “asociacion­es de rodanteros” son emblemátic­as en este el circuito. Anatolio Enrique Turko es el secretario del Ranchomovi­l Club Argentino de Buenos Aires. El club tiene una sede para organizar las caravanas y dar asesoramie­nto. También un predio de guardería para casillas. “Se fundó como el club de un grupo de amigos, y así funciona, es familiar, nos gusta”, dice. Aquí se asocian “propietari­os de casa rodantes y de todo tipo de acampe, con carpa igual, el tema es compartir al aire libre, conocer lugares, y disfrutar de nuestras casas y del grupo”.

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Gentileza Leonel Silvero Combina

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