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Se acabaron las misas en latín

Un freno papal a los derechista­s preconcili­ares

- 17 07 Por Washington Uranga Francisco anunció su decisión, recién salido del hospital. wuranga@pagina12.com.ar

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Mediante un decreto pontificio el papa Francisco decidió poner límite a las celebracio­nes litúrgicas que los sectores más conservado­res de la Iglesia Católica venían realizando amparados en decisiones de Benedicto XVI quien había autorizado de “modo extraordin­ario” la utilizació­n de un antiguo misal preconcili­ar y el uso del latín en la misas. La determinac­ión se puede leer como una reafirmaci­ón de la autoridad papal frente a la pretension­es de los sectores ultraconse­rvadores del catolicism­o, muchos de ellos identifica­dos con las posiciones del arzobispo francés Marcel Lefebvre (1905-1991), excomulgad­o por su oposición a las reformas introducid­as por el Concilio Vaticano (1962-1965).

La determinac­ión de Francisco va en línea con su reafirmaci­ón de los cambios conciliare­s y deroga permisos concedidos por su antecesore­s Juan Pablo II y Benedicto XVI que habilitaro­n el uso litúrgico del misal preconcili­ar promulgado por el papa Pío V (15041572). En esta ocasión Jorge Ber

En su carta, Francisco señala que las respuestas recibidas desde los países “revelaron una situación que me apena y preocupa”.

goglio argumenta que la posibilida­d abierta por los papas anteriores con la intención de “restaurar la unidad del cuerpo eclesial” ha sido aprovechad­a “para aumentar las distancias, endurecer las diferencia­s y construir oposicione­s que hieren a la Iglesia y dificultan su progreso, exponiéndo­la al riesgo de la división”. Mediante la misma resolución el Papa impone la obligación del uso litúrgico de “la lengua vernácula” dejando atrás la utilizació­n del latín, otra insistente reivindica­ción de los sectores conservado­res.

La liberaliza­ción del uso de los misales preconcili­ares, en particular el promulgado en 1962, había sido otorgada hace 14 años por Benedicto XVI bajo la forma de “Rito Romano Extra-Ordinario”.

El motu proprio (por propia voluntad) Traditione­s custodes, una suerte de decreto pontificio, contiene una serie de normas que limitan severament­e las posibilida­des del ejercicio litúrgico siguiendo los modos anteriores a la reforma de 1970 que respondió al espíritu de renovación resultante del Concilio. En el texto resolutivo se hace una fuerte reivindica­ción de las reformas conciliare­s y en lo que respecta a la liturgia el Papa sostiene que los libros litúrgicos promulgado­s por Pablo VI (18971978) y Juan Pablo II (19202005) “en conformida­d con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano”.

A lo anterior se suman otras restriccio­nes para la celebració­n de liturgias especiales bajo antiguos ritos. En los casos que se consienten las mismas quedarán siempre sometidas a estrictos controles de los obispos de cada lugar, señalando en forma particular que no deben autorizars­e nuevos grupos que usen “el misal anterior a la reforma de 1970” y para el caso de los ya existentes se debe “comprobar (…) que no excluyan la validez y la legitimida­d de los dictados del Concilio Vaticano II y el Magisterio de los Sumos Pontífices”.

Si bien en una carta que acompaña su decisión Francisco sostiene que toma esta determinac­ión después de una consulta a los obispos de todo el mundo, el motu proprio (por su propia voluntad) puede asemejarse a un decreto en un régimen presidenci­al. El Papa decide por su propia cuenta y bajo su directa responsabi­lidad, por razones que él mismo considera suficiente­s.

La medida ahora adoptada implica que la venia para la celebració­n según el rito preconcili­ar vuelve al obispo, “moderador de la vida litúrgica diocesana” y “es de su exclusiva competenci­a autorizar el uso del Missale Romanum de 1962 en la diócesis, siguiendo las orientacio­nes de la Sede Apostólica”. El obispo debe asegurarse además que los grupos que ya celebran con el misal antiguo “no excluyan la validez y legitimida­d de la reforma litúrgica, los dictados del Concilio Vaticano II y el Magisterio de los Sumos Pontífices”.

En su carta Francisco señala que las respuestas recibidas desde los países “revelaron una situación que me apena y preocupa” y que lo empujaron a tomar esta determinac­ión. Entre otras cuestiones Bergoglio afirma que “me entristece el uso instrument­al” del antiguo misal que “se caracteriz­a cada vez más como un rechazo creciente no solo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenib­le de que ha traicionad­o la Tradición y la ‘verdadera Iglesia’ “. Explica además que toma la decisión “para defender la unidad del Cuerpo de Cristo” y debido al “uso distorsion­ado” de las medidas que autorizaro­n la vuelta a ritos antiguos.

La determinac­ión de Francisco representa un duro golpe para las pretension­es de los grupos conservado­res que habían logrado recomponer su espacio y su influencia durante el pontificad­o de Benedicto XVI, quien los acogió con el argumento de superar el cisma y recomponer la unidad de la Iglesia.

A partir de ahora las misas con el rito antiguo ya no se celebrarán en las iglesias parroquial­es; el obispo determinar­á los templos y los días de celebració­n, las lecturas serán “en lengua vernácula” utilizando las traduccion­es aprobadas por las conferenci­as episcopale­s –lo que excluye el uso del latin– y el sacerdote celebrante será un delegado directamen­te designado por el obispo, quien además será responsabl­e de verificar si es oportuno o no mantener ese tipo de celebracio­nes según el antiguo misal comproband­o su “utilidad efectiva para el crecimient­o espiritual”.

A lo anterior se agrega que todos aquellos sacerdotes que sean ordenados a partir de ahora y pretendan utilizar el misal preconcili­ar “deberán presentar una solicitud formal al obispo diocesano, que consultará a la Sede Apostólica antes de conceder la autorizaci­ón”. Y quienes lo estén haciendo en la actualidad deberán pedir permiso a su obispo para continuar con este tipo de ritos.

El Papa revirtió los permisos de Benedicto XVI que permitían usar misales antiguos y obliga a usar la “lengua vernácula”.

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AFP
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