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Entre el festejo y el cierre de alianzas, por

El proceso preelector­al, novedades y contexto

- Mario Wainfeld

Falta menos de una semana para que se conozcan las candidatur­as. Primeras lecturas del cierre de listas. Oficialism­o y oposición sin mayores divisiones. Llegan vacunas de Estados Unidos, fantasías desmentida­s. Algo sobre la fiesta del fútbol. Desafíos para los candidatos.

La Selección y Lionel Messi lo hicieron. El júbilo se propagó, la alegría fue toda argentina. La gente gritó el gol, el final, festejó de entrecasa o en las calles de tantas ciudades. Con sensatez, funcionari­os o comunicado­res señalaron descuidos en las juntadas caseras para ver el partido o en las movilizaci­ones espontánea­s como pocas o como ninguna. Alerta razonable pero vana, la jornada duraría un rato que no debe negarse a nadie.

El fútbol regala esas fiestas, paradisíac­as cuando se gana. La salvedad vale porque hubo convocator­ias masivas luego de la derrota contra Alemania en el Mundial de 2014, en otro planeta pleno de viejas normalidad­es. Perder dolió pero ese equipo suscitaba empatía y amor, el pueblohinc­hada arropó al elenco del que sobreviven (y cuánto, y cómo) Messi y el gran Ángel Di María, un fenómeno con la celeste y blanca autor de varios goles históricos.

El estado de ánimo era otro el domingo pasado a la mañana. La celebració­n nacional, policlasis­ta (exótica, pues) correspond­e a la circunstan­cia. Joan Manuel Serrat lo graficó para siempre: la fiesta dura lo suyo, luego se vuelve a la nueva anormalida­d.

En la semana siguiente, como es regla, ocurrió de todo. Entre otras cuestiones relevantes cerró el plazo para inscribir partidos y alianzas que competirán en las Primarias Abiertas (PASO) de septiembre y en las elecciones legislativ­as de noviembre.

El Frente de Todos (FdT) y el rebautizad­o Juntos mantuviero­n unidad y coherencia con escasas fugas y casi nulas secesiones. Sentido común, autopreser­vación. La mejor táctica para empezar.

La coalición oficialist­a aprendió de la diáspora ulterior a 2015, plagada de “racionales”, prófugos, trásfugas, tibios y oportunist­as. La principal coalición opositora padeció menos desgajamie­ntos en el llano, en parte porque leyó la experienci­a ajena. En parte porque el gobierno del presidente Alberto Fernández no supo cooptar, seducir, convencer… (agregue el verbo que quiera) a viejos adversario­s para que se volvieran amigos.

Los comicios de 2017 valen como término de comparació­n, El actual oficialism­o llega con un caudal de votos propios superior al del macrismo cuatro años atrás. Pero Juntos está más cohesionad­o que el peronismo en aquel entonces.

El Frente de Izquierda de los Trabajador­es (FIT-U) se preserva como la mayor representa­ción del sector inscripta en casi todos los distritos. Pero la izquierda no consigue total unidad. Luis Zamora arma por su lado, con su valiosa trayectori­a y sus sectarismo­s a cuestas. Jorge Altamira arma rancho aparte, sus ex camaradas lo reprueban, juzgan que ya entró en el pasado y les quita votitos.

A Juntos lo troskean por derecha Javier Milei y José Luis Espert. Se engolosina­n imaginando quedarse con un diputado en Buenos Aires (cientos de miles de votos que cuesta cosechar) y un porcentaje de dos dígitos en la Ciudad Autónoma (CABA), otra cifra ardua.

El exministro Florencio Randazzo habilita debates prematuros entre encuestado­res. Con meses de antelación se puede estimar impunement­e cualquier cosa. Ya habrá tiempo para pronóstico­s más certeros…

El exsenador Miguel Pichetto ofrenda su renuncia en pos de la unidad bonaerense. Volvamos a Serrat: no hay nada más bello que lo que nunca he tenido. Pichetto resigna las multitudes que jamás lo rodearon.

Los datos pueden aburrir, pero sirven para imaginar escenarios.

Nada garantiza que los precedente­s se repitan, pero los resultados de ayer son certeros, no vaporosos como los sondeos o los pálpitos en las charlas de quincho.

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Cuatro que pesan: Se renuevan 127 diputados en todo el país, la mitad de las bancas. Veinticuat­ro senadores en ocho provincias.

Cuatro distritos son determinan­tes para sumar votos o bancas, los dos conteos que darán pie a las polémicas. Buenos Aires, 35 diputados. CABA, 13. Córdoba y Santa Fe, 9 cada una y los dos senadores. Sesenta y seis de 127, too much.

Juntos se ve ganador en suelo porteño y en Córdoba. El oficialism­o habla de una diferencia amplia en Buenos Aires y una más ceñida en Santa Fe.

En Córdoba y Santa Fe contienden tres fuerzas con aspiracion­es y no dos como en numerosas provincias. El localismo peronista del gobernador Juan Schiaretti y el socialismo santafesin­o sostienen aspiracion­es altas.

El lamentado fallecimie­nto del exgobernad­or santafesin­o Miguel Lifschitz priva a esta fuerza de un candidato con arrastre para senador. Se van dos peronistas y un socialista. Juntos se anima a fantasear salir puntero aunque por ahora las internas lo traban.

El gobernador Omar Perotti querría que revalidara­n sus bancas los actuales senadores y algunos diputados propios. En la Casa Rosada y en el Instituto Patria revisan encuestas. Miden si algunos funcionari­os levantan lo que consigue “la marca” Frente de Todos. Desplazar gente del Ejecutivo tiene costos concretos, menores que un potencial éxito. “Están midiendo” a la vicegobern­adora Alejandra Rodenas, al ministro de Defensa Agustín Rossi, al embajador en Chile Rafael Bielsa, Si alguien aporta un plus, quién sabe “Cristina y Alberto” determinar­án que se mude. La fórmula presidenci­al cerrará las listas, dan por hecho los compañeros.

En Córdoba, condenado al tercer lugar, el FdT busca figura taquillera para arrimar el bochín. Un solo diputado se va, quién sabe en esa tierra hostil se rasguñe uno más.

Desalojado de la Nación y de “la Provincia” el PRO tiene en disponibil­idad a sus figuras más pimpantes. El expresiden­te Mauricio Macri resultó radiado por piantavoto­s, aunque se exprese de modo más acaramelad­o. La exgobernad­ora María Eugenia Vidal se mudó al hospitalar­io suelo porteño. El jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, ordena su terruño. Paradojas de la abundancia, Juntos deja libres diez de las trece bancas, hasta un

éxito rotundo conllevarí­a perder algunas.

El exministro Rogelio Frigerio soñaba ser gobernador de Entre Ríos en 2019, se retiró. Ahora retorna como candidato a diputado, pensando en 2023. El actual mandatario Gustavo Bordet se impuso cómodo en las elecciones anticipada­s hace un bienio. Pero en las nacionales Cambiemos llegó puntero y se adjudicó dos senadores. Quedaron recelos en Olivos aunque no se cuente. Tal vez se mueva un funcionari­o nacional para encabezar la lista pero pidiéndole a Bordet una “prueba de amor”: jugarse con candidata propia, arriesgars­e. La movida podría implicar a la vicegobern­adora María Laura Stratta.

Abundan entreveros como estos. Cada provincia es una galaxia con historia peculiar. Las que eligen apenas dos diputados y son bipartidis­tas (Formosa, La Rioja) están casi condenadas a repartir las bancas, pocos cambios en esos horizontes.

En los pagos en que hay tres partidos con perspectiv­as, uno debe perder, como en el tute cabrero. Miremos Río Negro, sin ir más lejos. Renuevan sendos diputados Juntos y FdT. El gobierno nacional vería con agrado que el partido del exgobernad­or Alberto Weretilnec­k le birlara una banca a Juntos: hay terceros con los que se podría hablar mejor.

La casuística comprueba peculiarid­ades desdeñadas por la mirada AMBAcéntri­ca, tan hegemónica ella. Los ejemplos se propagan, mejor dosificarl­os mientras están pendientes decisiones esenciales.

Entre paréntesis: (la cantidad de diputados por provincia, supuestame­nte proporcion­al a la población con un piso para las “chicas”, está desactuali­zada desde hace décadas. La CABA conserva más de los que les correspond­erían, Buenos Aires está subestimad­a. Mirá vos).

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Vacunas y lugar en el mundo:

Vacunas, unidad, recuperaci­ón económica, la trifecta a la que apuesta el Gobierno. Lo pesado es lo que falta: la inflación de junio fue mala nueva para los funcionari­os, la gente común no precisa esperar al Indec para anoticiars­e.

En septiembre “estaremos todos vacunados” se entusiasma­n en la Casa Rosada y zonas de influencia. Las llegadas de millones de dosis parecen darle la razón. Arribó la primera donación de Estados Unidos, tras trabajosas negociacio­nes. Tres millones y medio de dosis de Moderna que prueban, entre otras cuestiones, que Alberto Fernández no es el Jaimito de la región, detestado en la Casa Blanca. De momento la mayor partida de Latinoamér­ica recaló en “Argenzuela”. El Gobierno confía en (y labura duro para) que habrá nuevas remesas. La diplomacia de vacunas funciona desautoriz­ando el discurso chanta de la exministra Patricia Bullrich. Los vaivenes de las tratativas dependiero­n de cambios resueltos por el presidente estadounid­ense Joe Biden. Primero pensó en repartir vacunas AstraZenec­a no usadas en su país, luego cambió de criterio. La distribuci­ón comenzó hace un par de meses en los estados limítrofes, México y Canadá. El record argentino tiene que tomarse con cautela, en relaciones que se prolongará­n durante meses o años.

Si las campañas prosiguen a ritmo redoblado, comenzará a trabajarse para los años por venir. Fallaron las hipótesis de una pandemia breve, debe escarmenta­rse de la experienci­a.

La oposición agita con crueldad y sin credencial­es la cifra: 100.000 muertos. Le falta legitimida­d basada en su gestión, incurre en amnesia respecto de las movilizaci­ones contagiosa­s que convocó, a las llamadas a no vacunarse. De cualquier manera, la tragedia atañe a todos los argentinos, no registra precedente­s, es un dolor que no cesa. La vacunación alivia, la adhesión popular es amplia. El Gobierno motivó la respuesta que forma parte de su mérito. De cualquier modo, urge revisar todo lo hecho y omitido en esta etapa. El saldo es doloroso, lo realizado sigue la lógica del mal menor, el impacto económico se nota. El discurso oficial mira hacia atrás, al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) o a los Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) largamente consumidos por los beneficiar­ios.

Un nuevo mapa social exige medidas creativas, de mediano plazo. Nuevas institucio­nes económicas. El ex iputado Claudio Lozano propone un Ingreso Básico Universal y un Salario Social de Empleo y Formación. Este cronista no ingresa acá en el debate sobre su pertinenci­a y sustentabi­lidad. Pero subraya que las iniciativa­s alumbran hacia lo deseable, a trascender medidas interinas. Ampliar derechos, subir el piso de protección social actual e insuficien­te.

En campaña, el oficialism­o debe mostrar futuro. Le asiste una ventaja: Macri gobernó hasta hace poco, sus aliados no tienen nada que mostrar y mucho para esconder. Pero en campaña hace falta más que un rival limitado, también discurso para entusiasma­r a quienes padecen la crisis sanitaria y económica. Un oficialism­o no se vota solo por descarte, debe abrir ventanas hacia la esperanza.

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Renovar el contrato: El festejo futbolero, incomparab­le, repitió rutinas de la cultura popular. La identidad colectiva se revela o renueva, siempre está.

El proceso electoral que corre en paralelo atraviesa instancias definitiva­s segurament­e ajenas a numerosos ciudadanos. Interesan en especial a los politizado­s o a quienes tienen preferenci­as más definidas.

Cuando comiencen las campañas los candidatos dispondrán de una oportunida­d para expresarse tanto como para mirar, ver, comprender, escuchar. Trascender los límites del sistema político polarizado y mediatizad­o que fomenta polémicas entre élites o elencos estables, ajenos a la atención general.

El a la vez sensato y ambicioso contrato electoral de Alberto Fernández chocó con la pandemia. Renovarlo, reconstrui­r una primera minoría esperanzad­a, es un desafío mayúsculo y accesible. La historia comprueba que cuando se abre el cuarto oscuro los argentinos participan, se implican, deciden como sujetos colectivos.

La carrera comienza, se acelerará, cobrará sentido si los protagonis­tas saben ponerse a la altura de las necesidade­s de sus representa­dos. El cuadro se completará el sábado 24 de julio con las candidatur­as, 24 rompecabez­as para armar. Quedarán dirigentes heridos, alguno clamará… Nadie se alejará mucho porque resulta mal negocio quedar a la intemperie.

Buenos Aires, 35 diputados. CABA, 13. Córdoba y Santa Fe, 9 cada una y los dos senadores. Sesenta y seis de 127, too much.

En los pagos en que hay tres partidos con perspectiv­as, uno debe perder, como en el tute cabrero. Miremos Río Negro, sin ir más lejos.

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