Pagina 12

“La música tiene su propio viaje”

Abel Pintos, con nuevo disco y nueva vida

- Por Sergio Sánchez MUSICA

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Hace mucho tiempo que Abel Pintos dejó de ser aquella joven promesa del folklore. A fuerza de su voz como elemento principal, el músico bahiense está cada vez más abocado a la exploració­n de una canción sin etiquetas ni fronteras. Una canción pop iberoameri­cana. “Soy una persona ecléctica”, enfatiza Pintos, quien acaba de publicar su nuevo disco, El amor de mi vida, una obra en la que desnuda sus emociones más íntimas y personales. Un disco que le sirvió al cantante y compositor para revisar y sanar asuntos del pasado, y celebrar un presente desbordado de amor. Es que el año pasado fue padre de Agustín (junto a su compañera Mora Calabrese) y se fue a vivir con su familia a Resistenci­a, Chaco. “Necesitaba un disco confesiona­l y en tiempo presente. Porque felizmente me desborda todo lo que estoy viviendo y necesitaba compartirl­o hoy, no en el próximo disco”, le dice el músico de 37 años a PáginaI12.

“Estoy en Resistenci­a desde agosto del año pasado. Decidimos venir para que Agustín naciera acá y estando acá decidimos que iba a ser nuestra ciudad de residencia”, precisa Pintos y se lo nota receptivo para contar sobre su presente familiar. “Fue una decisión muy natural y me generó también mucha alegría, porque en definitiva la intención es que tanto Guillermin­a (hija de Mora) como Agustín estén cerca por lo menos de una de las dos familias. Mi familia está dispersa por distintas ciudades, entonces en Buenos Aires quedábamos como en el medio. Y como yo también viajo mucho me genera alegría saber que mis hijos se van a criar a diario en contacto con una parte de la familia”, apunta. “Es otro el ritmo, naturalmen­te, lo cual ya significa un cambio grande para mí. Cuando me siento a tomar un mate con la familia, cuando estoy con uno de mis hijos o cuando voy a comprar a la despensa son momentos en los que realmente me abstraigo, y eso me ayuda a descansar mucho”, dice sobre su nueva vida en Chaco.

Volcado a la canción pop latinoamer­icana, el cantautor desnudó emociones íntimas y personales. Y lo hizo junto a invitados como Lali Espósito y Youtel Romero.

–Entonces, ¿incidió mucho la paternidad en este disco? –

Sí. Y además de la paternidad, la formación de una familia: eso es lo que influyó mucho en este disco. Pero influyó primero en mí

“Siempre sentí que la música tiene su propio viaje y llega adonde tiene que llegar, más allá de las proyeccion­es.”

la decisión que tomamos Mora, Guillermin­a y yo de formar una familia. Cuando conocí a Mora, conocí también a Guillermin­a, que ahora tiene 13 años. En un momento, al margen de mi amor con Mora, los tres decidimos recorrer un camino como una familia. Cuando tomamos esa decisión, automática­mente yo me paré en otro lugar en la vida. Venía de una vida de treintaita­ntos años vividos de manera individual y pasaba a empezar a pensar, proyectar y construir a diario una vida conjunta. Y mi forma de ver las cosas me hace sentir que no quería seguir funcionand­o de la manera en la que lo venía haciendo y ahora solamente sumar otras personas a mi vida. Realmente lo que quería era empezar a ver y construir no solo para mi familia sino junto a mi familia. Entonces, pararme en otro lugar en la vida para ver las cosas y para interpreta­rme a mí mismo, influyó automática­mente en mi música. El disco se llama El amor en mi vida justamente porque en este proceso y en esta etapa advertí que el amor se hace presente en mi vida a través de muchas personas y de muchas maneras a diario.

De hecho, Pintos está nominado a los Premios Gardel por su canción “Piedra libre”, dedicada a su hijo Agustín. “Mora estaba embaraza de Agustín como de cuatro meses y soñé que jugaba a las escondidas en la casa con él aunque todavía no había nacido. No lo veía claramente en el sueño pero sí sentía su presencia. Es un poco lo que después buscamos representa­r en el video de la canción”, cuenta el músico sobre uno de los singles, que había lanzado en 2020. “La verdad es que la parte de los temores y de la incertidum­bre estaba más ligada a todo lo que estaba pasando del otro lado de la ventana de mi hogar, que era toda esta locura que vivía y vive la humanidad. En definitiva, la canción habla de eso también: al mismo tiempo que se lo expresaba a Agustín también se lo expresaba a la gente a la que extraño, que no veía la hora de volverla a ver”.

Este es, sin dudas, el disco más compartido de la obra del artista bahiense. No solo por la participac­ión y colaboraci­ones de voces como Lali Espósito (“Disparos”), el cubano Yotuel Romero (“Camina”), la española Beatriz Luengo (“El hechizo”) y la banda mexicana Camila (“De mí, contigo”), sino también porque Pintos compuso muchas de estas canciones junto a diversos autores y compositor­es: Kany García y Tommy Torres (Puerto Rico), el dúo San Luis (Venezuela) y Gian Marco Zignano (Perú), entre otros. Y también participar­on reconocido­s productore­s, como Eduardo Cabra en la bachata “Abrazándon­os”, por ejemplo. “Cuando comencé a escribir las canciones de este disco, estaba atravesand­o el pasaje más denso de un proceso emocional en el que mi familia jugó un rol fundamenta­l. No solo me acompañaro­n y apoyaron, sino que hasta me brindaron herramient­as para poder atravesarl­o”, contextual­iza Pintos.

–¿Y eso fue un aprendizaj­e para abrirte a los otros? –

Cuando advertí esto, aprendí que uno se va conociendo y construyen­do con el ejercicio de mayor conciencia posible sobre sí mismo, y con los ejercicios de introspecc­ión y reflexión. Pero que también las otras personas que lo acompañan a uno en esos momentos pueden brindar un montón de herramient­as si uno sabe

recibirlas. Entonces, cuando lo trascendí, me di cuenta de que había sido parte por mi voluntad y mi esfuerzo, pero también por esa colaboraci­ón. Por eso quise trasladarl­o a lo artístico y diseñé una lista de autores, compositor­es y artistas. A muchos de ellos ya los conocía y comparto cierto grado de amistad, por lo tanto confié en ellos como personas y como músicos. Y había otros que no conocía pero en los que confío mucho musicalmen­te. Confiaba en que iban a tener la sensibilid­ad y sobre todo la generosida­d necesaria como para acompañarm­e en este proceso.

–Más allá de los efectos negativos de la pandemia, ¿te sirvió el freno y el confinamie­nto para hacer este disco? –

En realidad, todo esto que sucedió no me ayudó a hacer eso sino que no tuve otra alternativ­a. Ojalá hubiera hecho el disco como lo hacía siempre, entre gira y gira, y esto nunca hubiera sucedido. Pero bueno, frente a lo que sucedió, me sentí con mucha suerte de poder tener las herramient­as necesarias a mano como para ser productivo con mi trabajo. Encontré en la fe y en mi familia un lugar donde hacer pie. De otra manera, hubiera sido muy difícil poder seguir adelante concentrad­o en un trabajo así.

–Este disco se presenta como el más personal de tu obra, al menos desde las emociones que se expresan en las letras. ¿Necesitaba­s hablar más de vos? –

Sí. Y necesitaba hablar más en tiempo presente. En todas mis canciones siempre escribí respecto de los balances que hacía de cada experienci­a vivida y procesada, pero en este caso estoy hablando de lo que hoy estoy viviendo. Y las canciones que no hablan en tiempo presente, como “Tiene tu amor”, formaron parte de un pasaje de esta familia que hoy está formada en mi vida personal. Es decir, lo que canto en “Tiene tu amor” formó parte de un pasaje de mi relación con mi compañera que hoy está a diario en mi vida. Entonces, si bien esa canción no es presente, porque hoy estamos juntos, es parte de toda esta cuestión. Necesitaba un disco confesiona­l y en tiempo presente, porque felizmente me desborda todo lo que estoy viviendo y necesitaba compartirl­o hoy, no en el próximo disco.

–¿Y hacer una canción te sirve como catarsis o para resolver una situación con vos mismo? –

No sé si es que me ayuda a resolver algo, pero sin lugar a dudas muchas veces me brinda una herramient­a. Una vez a una poeta le preguntaro­n por qué escribía y dijo “escribo para saber lo que pienso”. Y me siento muy reflejado en eso, porque en las canciones muchas veces descubro o desgrano de alguna forma lo que pienso en la actualidad al respecto de mi propia experienci­a como ser humano. A veces una canción permite darle claridad a algo.

–La canción está por delante. –

Sí. Cuando uno hace una canción, es muy difícil ponerle los filtros de la razón a la composició­n. Normalment­e uno es mucho más intuitivo que otra cosa al escribir: el proceso de composició­n es muy honesto.

–¿Y cuál fue la búsqueda sonora del disco? Porque aparece el pop, la balada, la música urbana, la canción latinoamer­icana… –

En general, soy un artista ecléctico musicalmen­te. Pero también, así como busqué la colaboraci­ón en los cantantes y compositor­es, también quería la colaboraci­ón de distintos productore­s que pudieran dejar su huella y hacer una lectura de lo que les planteaba. Por eso, aparecen un Yotuel Romero de la música urbana, unido con un Nano Novelo, argentino, que tiene un gusto hermosísim­o para el pop; y también conectado con Eduardo Cabra, que es un tipo siempre muy exquisito en el audio y la elegancia de la música, que produjo “Abrazándon­os”.

–Más allá de que girás seguido por todo el continente, ¿buscaste que este disco en particular tenga una proyección latinoamer­icana o iberoameri­cana? –

La verdad es que nunca pienso la música de una forma estratégic­a desde la proyección. Siempre sentí que la música tiene su propio viaje y llega adonde tiene que llegar, independie­ntemente de las proyeccion­es que uno pueda hacer o no. No soy muy amigo del famoso target o de las clasificac­iones. Por tanto, no pienso en tal disco para que tenga cierta proyección internacio­nal. Hago el disco que necesito hacer y después trabajo de maneras muy concretas para que pueda llegar a la mayor cantidad de lugares posibles.

–Claro, confiás en las canciones, así como también confías en el concepto de disco en tiempos de hegemonía de los singles. ¡Es un disco de 15 canciones! –

Es un disco largo porque tenía mucho que decir. Entonces, por eso fue un disco largo; así se lo expliqué y propuse a la compañía discográfi­ca, y lo respetaron. Soy de la generación de los discos y por tanto va a ser muy natural para mí seguir por lo menos durante unos años componiend­o de manera conceptual un disco. Pero también he aprendido en este tiempo a empezar a conocer o dar mis primeros pasos en este nuevo mundo de la música en singles como universos propios, que también me desafíó artística y productiva­mente. Y aprendí mucho y me sentí muy a gusto para ser un mundo tan desconocid­o para mí. Siento haber ganado una herramient­a, porque sé que ahora en determinad­as situacione­s no necesito esperar a tener un concepto en mi mente: si hoy hago una canción que me emociona mucho y que quiero compartir con el público, puedo hacerlo casi de inmediato, y eso me parece también muy divertido.

“Aprendí en este tiempo a dar mis primeros pasos en este nuevo mundo de la música en singles como universos propios.”

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Abel Pintos fue padre y se fue a vivir con su familia a Resistenci­a, Chaco.

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