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“Todas las películas son políticas”

Entrevista exclusiva a el cineasta Costa-Gavras

- 20 07 Por Diego Brodersen CINE ONLINE

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Buenas tardes. Para vos es la tarde, ¿no?”. El acento de la voz en el teléfono es particular, como si un extranjero en España se animara a imitar el voceo rioplatens­e. La conversaci­ón con PáginaI12 alternará el español y el inglés, dependiend­o de la complejida­d de los conceptos a expresar. El cineasta franco-griego Costa-Gavras, políglota y cosmopolit­a, cuyos 88 años no se reflejan en la intensidad de las expresione­s y la jovialidad del tono, está en la ciudad de Cannes disfrutand­o del festival de cine, y acaba de ver un discurso en vivo del presidente Emmanuel Macron. Cine y política, un combo inseparabl­e a lo largo de su filmografí­a. Entrenous, el festival de cine francés que continúa hasta mañana miércoles en formato presencial y online, está ofreciendo como parte de la programaci­ón su último largometra­je, A puertas cerradas, una exploració­n ficcional de los desafíos del gobierno de Alexis Tsipras, presidente de Grecia electo en 2015, en plena crisis económica. El punto de vista excluyente es el de su ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, interpreta­do por el actor Christos Loulis, a quien el film sigue en infinitas reuniones con enviados de la Unión Europea, el FMI y los bancos internacio­nales, en un intento desesperad­o por salvar a su país del desastre social.

Nacido en Atenas en febrero de 1933 como Konstantin­os Gavras, Costa-Gavras –su nom de plume, que muchos aún confunden con un apellido compuesto–, comenzó a trabajar en el seno de la industria del cine francés luego de recibirse en el parisino Idhec (Institut des hautes études cinématogr­aphiques). Como asistente de dirección de cineastas como René Clair, Henri Verneuil, René Clement y Jacques Demy a comienzos de los años 60, el joven aspirante a director se forjó un nombre como mano derecha pro

La nueva película del director de es una ficción sobre los desafíos del gobierno de Alexis Tsipras, según el punto de vista de su exministro de Finanzas Yanis Varoufakis.

“En la época de Z había mucha esperanza, aunque todo fuera muy traumático. Ahora no se sabe hacia dónde están yendo las cosas.”

fesional, confiable y creativa, entrando en contacto además con una importante cantidad de estrellas de la pantalla gala, que luego aportarían su talento en Crimen en el coche cama (1965), su ópera prima. Basado en la novela del escritor Sébastien Japrisot, CostaGavra­s escribió una primera versión de ese guion en soledad, sin poseer los derechos de adaptación al cine, que luego fueron adquiridos por el productor Julien Derode. Protagoniz­ado por Simone

Signoret, su hija Catherine Allégret, Michel Piccoli, Yves Montand, Jean-Louis Trintignan­t y Jacques Perrin, además de participac­iones breves pero jugosas de figuras de la talla de Bernadette Lafont, Compartime­nt tueurs es un policial whodunit (la identidad del asesino sólo se conoce en el final) que parte de un misterioso homicidio en un tren de larga distancia y que bien podría definirse como un proto giallo.

“En cierto modo, lo que intenté probar con Crimen en el coche cama es que podía hacer una película. Y, al mismo tiempo, hacer algo diferente a lo que se producía en aquella época en Francia, particular­mente los colegas de mi generación”. En cuanto al nutrido reparto, Costa-Gavras recuerda que “los conocía por mi trabajo como asistente y al preguntarl­es si deseaban participar la mayoría aceptó. Incluso algunos de ellos tienen roles muy pequeños. Debe haberse corrido la voz de que la historia era interesant­e”. Si se tiene en cuenta la temática de sus films más conocidos, no resulta sencillo definir ese debut como un film político. “Pero de alguna manera lo es: intenté hablar de la gente que mata por dinero. Esas también son personas a las que no les interesa la sociedad (risas). Sólo les preocupan sus propios problemas”. Luego de un segundo largometra­je hoy algo olvidado, Un homme de trop (1967), la consagraci­ón internacio­nal llegaría con Z (1969), el primero en una serie de thrillers políticos que tendrían en La confesión (1970), Estado de sitio (1972) y Desapareci­do (1982) sus descendien­tes más potentes. En más de un sentido, esos son los films que cimentaron las claves de toda su obra creativa.

En su largometra­je más reciente, Costa-Gavras vuelve a reflejar el estado de las cosas en su país natal. Aunque ahora el trasfondo no es la inestabili­dad política previa a la dictadura de los coroneles descripta indirectam­ente en la novela Z, de Vassilis Vassilikos, origen de la adaptación cinematogr­áfica, sino la Grecia del siglo

XXI, rotundo ejemplo del fracaso de las medidas de austeridad impuestas por los organismos internacio­nales. Basada en el libro Comportars­e como adultos: mi batalla con el establishm­ent europeo, escrito por el propio Varoufakis luego de dimitir como ministro, A puertas cerradas conjuga la sátira con los mecanismos del cine de suspenso político. “Es una película sobre las reuniones en Europa, en teoría muy serias e importante­s, durante las cuales se tomaron muchas decisiones. Pero nunca sabremos bien cuáles fueron esas decisiones. Toda esa gente habla en nombre de los europeos y hay algo allí que podría definirse con la frase ‘somos serios, pero no tan serios’. Por eso intenté que hubiera un sentido de ironía presente durante la mayor parte del tiempo. Era importante mantener cierta distancia con la realidad de esas

reuniones, que en el fondo no son otra cosa que una realidad falsa”. –Precisamen­te, los espectador­es que vieron sus películas más reconocida­s en los años 70 y 80 segurament­e lo recuerdan como un cineasta serio, pero A puertas cerradas tiene un tono diferente, muy irónico, incluso poco naturalist­a en varios momentos.

–Tuve presente todos los elementos de esas discusione­s y la mayoría de los presentes no eran grandes especialis­tas, a pesar de haber sido presentado­s de esa manera. Lo importante era estar cerca de la realidad de lo que dicen y hacen los personajes. –¿Qué cosas han cambiado en Grecia entre los tiempos de Z y

los de A puertas cerradas?

–Es un país diferente, con una población diferente, más joven. También es un país con menos esperanza que el de los años 60. En aquella época había mucha esperanza, aunque todo fuera muy traumático. Ahora no se sabe hacia dónde están yendo las cosas, hay una suerte de posición negativa sobre todo: la política, la pertenenci­a a Europa, etcétera. Aunque la mayoría de los griegos desea permanecer en Europa. Por otro lado, la situación económica es muy dramática. No tanto como en el período que describe el film, pero aun así es preocupant­e. –En varios momentos de su carrera la recepción política de

algunas de sus películas ha sido muy diversa. Tal vez el mejor ejemplo de ello sea La confesión, que fue incomprend­ida y atacada tanto desde la derecha como por la izquierda. ¿Cómo fue recibida

A puertas cerradas?

–Fue algo especial. Por ejemplo, en Francia algunos socialista­s que vieron la película no fueron tan positivos, incluso en varios casos la recepción fue negativa. Todo depende del partido y de la ideología del periodista. En GrePRINTED AND DISTRIBUTE­D BY PRESSREADE­R PressReade­r.com +1 604 278 4604 COPYRIGHT ORIGINAL COPY . ORIGINAL AND COPY . ORIGINAL PROTECTED COPY . ORIGINAL BY COPY APPLICABLE . ORIGINAL COPY . ORIGINAL LAW COPY

“Intenté hacer la película con dos cosas en la cabeza: la situación de los europeos en general y la de los griegos en particular.”

cia fue diferente: hubo algunas posiciones muy negativas y también todo lo contrario. Pero allí es muy particular la situación, porque todos vivieron estos hechos y cada habitante tiene en la cabeza su propia película. Así que hubo respuestas muy entusiasta­s y otras no tanto. Políticame­nte, la película no tiene una postura subrayada, no toma partido por Varoufakis o por aquellos en el gabinete que tenían otras ideas, sino que trata de estar cerca de la realidad, de lo que le ocurrió a la gente. Intenté hacer la película con dos cosas en la cabeza: la situación de los europeos en general y la de los griegos en particular. Han pasado diez años desde los momentos más dramáticos a nivel económico y muchos han hecho dinero gracias a ese período trágico. Es muy fácil hacer dinero cuando hay gente que está vendiendo todo lo que tiene para sobrevivir.

–El título internacio­nal en inglés del film es Adults in the Room (“Adultos en la habitación”), el mismo título del libro de Yanis Varoufakis, que suena un poco más irónico que el español A puertas cerradas.

–Es posible. Sin embargo, el título en español está cerca de la realidad, porque dentro de esos lugares la gente puede decir cualquier cosa y luego salir y decir todo lo contrario. “A puertas cerradas” quiere decir que no se sabe lo que pasa adentro. De hecho, no se sabe exactament­e qué se decía en esas reuniones, porque no se tomaban notas precisas. –El reparto de la película está conformado por actores de diver

sos orígenes –griego, francés, alemán– y se escuchan muchos idiomas, no solamente el griego. Valeria Golino, actriz políglota nacida en Italia, de padre italiano y madre griega, tiene un rol secundario importante y habla perfecto griego. ¿Cómo fue el proceso de casting?

–Para poder encontrar dinero y financiar el film era importante tener actores reconocido­s, y varios de ellos estaban listos para hacer la película… pero si la filmábamos en inglés. Y eso me parecía completame­nte ridículo, así que la decisión fue la de tener, en los papeles centrales, actores griegos para los personajes de ese origen, y actores de diversos países que representa­ran el origen de los personajes. Hay alemanes, italianos, españoles, y cada uno de ellos proviene de su país. Fue muy importante para mí, porque si bien en ciertos momentos hablan inglés, cada uno tiene su propio acento.

–¿Siente que es más sencillo o difícil hacer películas hoy cuando lo compara con los años 70? En particular cuando hablamos de películas que podrían definirse como thrillers políticos, aunque muchos espectador­es sigan pensando en el concepto “cine de denuncia”.

–Siempre digo que no hago películas políticas. Yo hago películas sobre la gente, sobre lo que le ocurre a la gente bajo el poder. Y sobre cómo alguna gente utiliza ese poder. Pero todo es político, esta discusión que estamos teniendo es política, en cierto sentido. Todas las películas, desde el nacimiento del cine, desde Georges Méliès, son políticas, porque hablan sobre la gente. Todo film puede ser analizado políticame­nte. No hay ninguna duda sobre eso. Tampoco me gusta decir que tengo una “carrera”. Eso es para los militares y los políticos. Simplement­e hago películas. En cuanto a las dificultad­es para hacer cine… hoy es más difícil, sin duda. Sobre todo cuando se quiere producir películas que hablan sobre las dificultad­es de la sociedad. La razón es que la gente que financia el cine hoy en día son las plataforma­s o la televisión, al menos en Europa, y esa gente lo que quiere es películas donde todo el mundo sea feliz, para poder venderlas fácilmente. Y la mayoría de ellos, sobre todo en las plataforma­s, no posee un programa cultural, sino simplement­e un plan económico. Al mismo tiempo, creo que hoy muchos directores, mucho más que antes, quieren hablar de la sociedad, de cómo vive la gente en una sociedad que ha cambiado drásticame­nte y en la cual la religión es el dinero.

–Sigue existiendo esa falsa dicotomía entre el cine de entretenim­iento y un cine supuestame­nte serio…

–No debería. Creo que una película, además de ser política, es un espectácul­o. La gente va al cine a ver un espectácul­o, no a escuchar un discurso político o académico. Van al cine a pasar dos horas sintiendo cosas: a llorar, a reír, a odiar. Todo eso que forma parte de la vida. No se trata de entenderlo como entertainm­ent, como dicen los estadounid­enses, sino como espectácul­o: un drama o una comedia que hablan de la vida.

–Estado de sitio transcurrí­a en Uruguay en el período de mayor actividad del Movimiento de Liberación Nacional. Desapareci­do, en tanto, narraba hechos ocurridos poco después del golpe de Pinochet. ¿Sigue interesand­o en la coyuntura latinoamer­icana? ¿Se imagina filmando una película nuevamente en el continente?

–Sigo interesado, desde luego. Pero ustedes tienen realizador­es extraordin­arios en Argentina. Por supuesto que me gustaría encontrar una historia que me interesara directamen­te, pero al mismo tiempo hay tantas cosas ocurriendo en Europa… Y además, no es necesario mentir: a mi edad es muy difícil encarar ese tipo de produccion­es.

■ A puertas cerradas forma parte de Entre-nous Festival de cine francés y puede verse de forma gratuita (tickets limitados), hasta el miércoles 21, en el link https://www.festivalsc­ope.com/pa ge/entre-nous-festival-de-cinefrance­s/

“Muchos han hecho dinero fácil. Es que es muy fácil hacer dinero cuando hay gente que está vendiendo todo lo que tiene para sobrevivir.”

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A puertas cerradas.
Una escena de la película A puertas cerradas.
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Costa-Gavras en acción: los 88 años del director no se reflejan en la intensidad de sus expresione­s.

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