Pagina 12

“Un plan de represión ilegal”

El informe sobre Colombia de una misión argentina

- 23 07 Por Guido Vassallo

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La Misión de Solidarida­d Internacio­nal y Observació­n de Derechos Humanos que organizaci­ones argentinas desplegaro­n en Colombia denunció al gobierno de Iván Duque por implementa­r un “plan sistemátic­o de represión ilegal que constituye delitos de lesa humanidad”. En un extenso y contundent­e informe final, la delegación detalla el accionar del Estado colombiano frente la población civil durante las protestas que fueron del rechazo a una regresiva reforma tributaria al pedido de políticas sociales más activas y una profunda reforma policial. La Fiscalía colombiana documenta al menos 21 muertes en los 50 días que duraron las manifestac­iones hasta la “tregua” pactada entre el gobierno y el Comité del Paro, aunque para distintos colectivos de derechos humanos la cifra de víctimas asciende a 84.

“El informe es el resultado de todo lo que recogimos en Colombia. Nosotros no constituim­os una misión de peritos que van por ahí

La misión argentina le exige al Estado colombiano que desmantele el Escuadrón Móvil Antidistur­bios y cumpla con los Acuerdos de Paz.

sacando fotos de manchas de sangre, lo que hemos hecho es hablar cara a cara en el territorio con quienes sufren el despliegue represivo del Estado colombiano”, explica en diálogo con PáginaI12 Ismael Jalil, dirigente de la Coordinado­ra contra la Represión Policial e Institucio­nal (Correpi). Por su parte Marianella Navarro, delegada del Frente de Organizaci­ones en Lucha (FOL), afirma que el documento está dirigido “a las víctimas de la represión, a quienes sufren, a las madres que siguen buscando a sus hijos desapareci­dos”.

La misión argentina que permaneció en Colombia entre el 25 de mayo y el 4 de junio está integrada por representa­ntes de organizaci­ones políticas, sociales y sindicales como el Servicio Paz y Justicia (Serpaj), la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), la Asociación Americana de Juristas (AAJ), la Asociación de Trabajador­es del Estado (ATE), la Correpi y el FOL. El informe final fue presentado este martes en la sede de ATE en la ciudad de Buenos Aires, el mismo día en que miles de manifestan­tes volvieron a copar pacíficame­nte las calles colombiana­s.

En una “reversión” de la doctrina de seguridad nacional, el Estado colombiano consideró “enemigo interior a su población civil indefensa y descargó sobre ella una violencia represiva propia de una confrontac­ión bélica” durante casi dos meses de protestas, porque la fuerza pública “incumplió con los criterios de proporcion­alidad, racionalid­ad, legalidad y necesidad que les son exigidos a todo Estado de Derecho respetuoso de los derechos humanos”, remarca el informe.

Navarro sostiene “sin lugar a eufemismos” que en Colombia “se vive el terrorismo de Estado y se violan sistemátic­amente los derechos humanos de la población en general: los jóvenes de la primera línea, las mujeres que sufren abusos y violacione­s por parte de agentes de la fuerza pública, las comunidade­s afrodescen­dientes e indígenas que padecen el racismo y el despojo territoria­l”. Para Ismael Jalil, en el país latinoamer­icano existe “una trilogía del terror” entre la policía, el ejército y los paramilita­res, “todos actores guionados por un mismo autor que es el Estado”.

En sintonía con los pedidos de los manifestan­tes, la misión argentina le exige al Estado colombiano que desmantele el cuestionad­o Escuadrón Móvil Antidistur­bios (Esmad) y cumpla con los Acuerdos de Paz firmados en 2016 con las exFARC. Además plantean en el documento que cese la “sistemátic­a persecució­n, desaparici­ón y asesinato de los/as firmantes de esos acuerdos y de líderes y lideresas que expresan la genuina representa­tividad del pueblo”.

El documento es fruto de un trabajo de campo intenso realizado por el colectivo argentino durante su estadía en Colombia. Recorriero­n distintas regiones del país recogiendo de primera mano los testimonio­s, pruebas y denuncias sobre las violacione­s a derechos humanos por parte del Estado colombiano: visitaron ámbitos sociales, religiosos y culturales, hospitales y hasta los propios domicilios de las víctimas y/o sus familiares y allegados.

De esa forma se toparon con casos testigo como el de Alexander Ascué Medina, joven indígena reportado como desapareci­do el 12 de mayo que reapareció al día siguiente con contusione­s en ambas rodillas y traumatism­os múltiples en la cabeza a manos del Esmad. O el homicidio de Brayan Niño el primero de mayo en el parque Pedro Fernández de la localidad de Madrid, departamen­to de Cundinamar­ca. Padre de 24 años, Brayan recibió el impacto en el rostro de un proyectil disparado desde una tanqueta de la fuerza antidistur­bios que terminó con su vida.

Otra muerte trágica es la de Alison Lizeth Salazar Miranda, de 17 años. El 12 de mayo fue detenida ilegalment­e en Popayán, departamen­to del Cauca, por agentes del Esmad mientras filmaba con su celular la represión a una de las tantas manifestac­iones. Según denunció la menor, fue levantada del suelo bruscament­e por cuatro agentes y trasladada a una Unidad de Reacción Inmediata (URI). Durante el trayecto, Alison llegó a contar que la desvistier­on y le dieron un golpe a la altura del tórax, causándole múltiples hematomas. Luego de permanecer casi dos horas detenida fue entregada a su abuela. Al día siguiente de la agresión apareció sin vida en su hogar. Horas antes del suicidio y a través de su perfil de Facebook, Alison relató de manera escalofria­nte los hechos de los cuales había sido víctima: “Me manosearon hasta el alma”.

A la luz de las pruebas que demuestran el feroz despliegue represivo estatal, la delegación argentina repudia el rol del Poder Judicial “en función del encubrimie­nto y eventual impunidad de los responsabl­es políticos y materiales a través de la inoperanci­a en algunos casos y de sus iniciativa­s en clave de la elaboració­n de los falsos positivos judiciales en muchos otros”. Esa situación se evidencia en los avances prácticame­nte nulos en las causas judiciales que involucran a funcionari­os públicos colombiano­s como posibles autores de daños a personas desarmadas en el marco (o no) de las protestas.

Sobre ese punto Jalil advierte: “Todo lo que recolectam­os fue tan circunstan­ciado, meticuloso, incluso avalado por prueba audiovisua­l en muchos casos... Sería el colmo que los que estén en condicione­s de juzgar esto no lo hagan”. Sin ocultar su indignació­n, el abogado y dirigente de la Correpi remarca que el informe final de la delegación argentina “tiene un doble valor porque por un lado da testimonio y deja registrado todo lo que vimos, y por otro lado es un material más que rico para poder abrir la jurisdicci­ón universal y someter a juzgamient­o a cada una de estas violacione­s a los derechos humanos”.

Para Ismael Jalil, representa­nte de Correpi, existe “una trilogía del terror” entre la policía, el ejército y los paramilita­res.

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AFP Distintos colectivos de derechos humanos denuncian más de 84 víctimas de la represión durante las protestas.
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