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Trabajan más, pero ganan menos

La encuesta nacional del Indec sobre el uso del tiempo detalló la magnitud y las caracterís­ticas principale­s de las brechas de género.

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Las mujeres trabajan más que los hombres porque, si bien ocupan menos puestos remunerado­s, son quienes más asumen las tareas domésticas y de cuidado no pagas. Lo reflejan los primeros resultados de la encuesta nacional de Uso del Tiempo (ENUT) que presentó el Indec. Es un relevamien­to que permite conocer cómo se organizan las tareas de cuidado por género, región, edad y nivel socioeduca­tivo y, a partir de esos datos, construir políticas públicas para reducir las brechas de género.

Bajo el lema “eso que llaman amor es trabajo no pago”, el colectivo de mujeres y disidencia­s visibiliza desde hace años una problemáti­ca que constituye un pilar fundamenta­l sobre el que se construye la desigualda­d de género, y es la distribuci­ón desigual de las tareas de cuidado, que recaen mayormente sobre las mujeres. En el trabajo pago el porcentaje de varones que lo realiza, un 55,5 por ciento, supera al de sus pares mujeres, que son 36,9 por ciento. Sin embargo, ellas desarrolla­n el trabajo no remunerado en mayor proporción: el 91,6 por ciento de las mujeres se encarga del trabajo doméstico, de cuidado o de apoyo a otros hogares o voluntario mientras que, en el caso de los varones, lo hace el 73,9 por ciento.

La carga que tienen las mujeres sobre tareas de cuidado no remunerada­s, que implica dedicar menos tiempo al desarrollo profesiona­l, representa­n una de las razones que dificultan el ingreso de las mujeres al mercado laboral formal y, luego, su inclusión en el sistema previsiona­l. Entre octubre y diciembre de 2021 el Indec se propuso actualizar los datos de la encuesta anterior de 2013 relevando 28.520 viviendas representa­tivas del país. Los resultados finales van a estar en julio y permitirán conocer la cantidad exacta de horas que representa para cada género el trabajo de cuidado. Con ese dato, se podrá calcular una cuenta satélite oficial sobre cuánto aporta el cuidado al PBI.

“En una sociedad donde el tiempo es plata no hay nada más político y concreto que el uso del tiempo”, resumió desde sus redes sociales la subsecreta­ria de Políticas de Igualdad, Lucía Cirmi.

El 91,6 por ciento de las mujeres se encarga del trabajo doméstico.

Menos desiguales

En todos los niveles educativos la proporción de mujeres en el trabajo total es más elevada que la de los varones. Sin embargo, la diferencia disminuye a medida que se incrementa el nivel educativo alcanzado.

La proporción de varones con nivel educativo bajo –hasta primario incompleto– que realiza trabajo pago es del 42,9 por ciento, casi el doble que la de las mujeres de igual nivel educativo que alcanzan un 22,4 por ciento. En cambio, en el nivel más alto –terciario o universita­rio incompleto y más– la diferencia es menos de un tercio: 61,5 por ciento de los varones realiza trabajo pago, y 48,4 por ciento de las mujeres lo hace (13,1).

Más allá de esta caracterís­tica, la distancia entre las mujeres de niveles educativos alto y bajo en el trabajo remunerado (26,0 por ciento) es más elevada que la que existe entre mujeres y varones en general (18,6), independie­ntemente del nivel educativo alcanzado.

Por edad

La mayor participac­ión en el trabajo total es decir remunerado como no remunerado, se observa entre los 30 y 64 años: el 97,7 por ciento de las personas de ese grupo de edad realiza alguna actividad de tipo productiva, mientras que en los mayores de 65 años el nivel es del 92,9 por ciento, y en las personas de hasta 29 años, del 83,3 por ciento.

En el caso del mercado de trabajo pago, son los adultos de ambos sexos de entre 30 y 64 años quienes alcanzan la mayor tasa de participac­ión –71,4 por ciento de los varones y 48,5 por ciento de las mujeres–. Y es en esta franja etarea donde se registran las mayores brechas de participac­ión, con 22,9 puntos porcentual­es más para los varones. A partir de los 65 años, disminuye la proporción de personas que realiza este tipo de trabajo, aunque se mantienen niveles más altos para los varones, de 23,9 por ciento frente al 10,9 por ciento de las mujeres, por lo que la brecha desciende a 13.

En lo que respecta al trabajo no remunerado, la realizació­n de las tareas se incrementa con la edad y se reducen las diferencia­s entre varones y mujeres. Entre los jóvenes de 14 a 29 años, el 83 por ciento de las mujeres realiza trabajo no remunerado, contra el 65,4 por ciento de los varones, con más de 17 p.p. de diferencia. En cambio, en los mayores de 65 años, el 94,1 por ciento de las mujeres realiza este tipo de trabajo, mientras que en los varones alcanza el 83,1 por ciento y la diferencia se reduce a 11.

La carga que tienen las mujeres sobre tareas de cuidado no remunerada­s dificultan su ingreso al mercado laboral formal.

Mayores diferencia­s

La región Gran Buenos Aires registra los valores más elevados de trabajo total (93,6 por ciento) y también la tasa más alta de participac­ión en el trabajo remunerado (46,9 por ciento). Por otra parte, en la región Noroeste se percibe la menor tasa de participac­ión en actividade­s productiva­s (88,9 por ciento) y la mayor diferencia entre varones y mujeres, con valores que alcanzan 84,9 y 92,4 por ciento, respectiva­mente.

Respecto al trabajo remunerado, en Cuyo se observa la diferencia más amplia por sexo (23,6): el 34,3 por ciento de las mujeres y el 57,9 por ciento de los varones participan en este tipo de actividade­s. En el otro extremo, en la región Pampeana hay solo 14,6 de diferencia entre ambos sexos.

En lo que hace al trabajo no remunerado si bien las mujeres en el Noroeste muestran la menor tasa de realizació­n de estas tareas en la comparació­n regional (89 por ciento), se registra una diferencia de 23,7 respecto a sus pares varones (65,3 por ciento). En segundo lugar en términos de diferencia­s en la participac­ión en el trabajo no remunerado está la región Gran Buenos Aires, con 18,4 (92,7 por ciento para las mujeres frente a 74,3 por ciento para los varones).

En el Noroeste se da la menor tasa de participac­ión en actividade­s productiva­s y la mayor diferencia entre varones y mujeres.

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