Los valores de cantar
E–Claro, pero también dice “cobra lo que tengas que cobrar”. Muchas veces toco sin cobrar, este trabajo me gusta porque me gusta en sí. Luego me sirve para ganarme la vida. Pero también tengo una cuestión casi gremial, profesional y ontológica, porque me gusta vivir de él. Di muchas vuelta hasta poder vivir de la música. Es un trabajo honrado, que respeto mucho. Entonces, digo en la canción “cobra lo que tienes que cobrar, pero hazlo por amor al arte”. Si trabajás para una empresa que tiene mucho dinero, cobrá bien. Si trabajás para Médicos Sin Fronteras no cobres, porque no corresponde. Pero en los dos casos, si no lo hacés por amor al arte quien pierde sos vos. Hay que poner el corazón en todo, independientemente de lo que cobres. Y de paso no confundas precio con valor, porque te vas a dar cuenta inmediatamente que no te da más satisfacción una canción que te da más dinero sino la que está mejor hecha.
–¿Te manejás con criterios éticos en tu música? Saber hasta dónde ceder y hasta dónde no, por ejemplo.
–Absolutamente. No son criterios éticos rígidos, porque son dinámicos. Pero sí, hay cosas en las que me cuesta mucho entrar. Hacer algo con lo que no estoy conectado es una concesión a la que intento por todos los medios no llegar. Tenía muchas canciones que quedaron en el tintero que no estaban mal, pero yo les veía el oficio. Pero eso no es lo que me interesa, por eso intento que la composición sea subconsciente, porque ahí es más difícil que opere la profesionalidad. Lo que sale no sabés de dónde viene ni por qué ni cuándo. La voz que me interesa es la que no comando. No ponerle una dirección a lo que escribo es una determinación ética.