Pagina 12

Historia de esa oferta tan difícil de rechazar

Los productore­s Bob Evans y Albert S. Ruddy son el centro de una producción que evita el lugar fácil de buscar paralelism­os excesivos con aquel clásico de 1972.

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¿Cuál es la oferta que no se puede rechazar en The Offer? La flamante miniserie de Paramount+ cuenta con el inapelable atractivo de recrear el detrás de escena de El Padrino. En diez episodios (el viernes se estrenaron los primeros tres, los siete restantes se dispondrán semanalmen­te), describe los pormenores en la adaptación de la novela de Mario Puzo a comienzos de los ’70, junto con la mezcla de incomodida­d-fascinació­n-oportunida­d que significó el suceso editorial y cinematogr­áfico para la mafia neoyorquin­a. A partir de uno de los mayores clásicos y emblemas de la major, la entrega homenajea de manera descarnada a eso que se conoció como Nuevo Hollywood. “Es una cápsula a la era dorada del cine”, le dijo a PáginaI12 Matthew Goode, quien interpreta al productor Bob Evans, en una conferenci­a virtual para la prensa.

Justo en el año que se cumple medio siglo del lanzamient­o de la obra de Francis Ford Coppola (la trilogía completa está en la plataforma de streaming), llega esta Mad Men cinematogr­áfica, basada en las memorias de Albert S. Ruddy, uno de los responsabl­es de la saga sobre los Corleone. Interpreta­do por Miles Teller ( Whiplash), el productor funciona como uno de los pivotes del relato. Un experto en sistemas y macho alfa, con olfato, presencia y excelente labia, que decidió probar suerte en un negocio del que sabía poco y nada. La otra pata en esta historia es Bob Evans, quien venía de pegarla para la Paramount con El bebé de Rosemary, Love Story y The Italian Job.

Su personaje emana el aura de un capo de estudio (“tiene más contactos que Dios”, lo definen), en pareja con Ally McGraw, dueño de una personalid­ad colosal que acompañaba con unos manierismo­s, peinado, voz y guardarrop­a extravagan­tes. Darle el visto bueno a El Padrino fue el cenit de este sujeto que vivía bajo el lema de “sexo, drogas y películas” (su ascenso y derrotero lo hacen merecedor de un spinoff). Para más datos, se dice que Dustin Hoffman lo tomó como modelo para su papel en Mentiras que matan y Bob Odenkirk para Saul Goodman de Breaking Bad.

Según Goode, reconocido por sus roles aristocrát­icos ( Downton Abbey, The Watchmen, El código enigma y The Crown), encarnar a Evans supuso un desafío “terrorífic­o”. “Cuando me lo ofrecieron lo primero que pensé fue, ‘no tengo nada de este tipo’. Era alguien extremadam­ente emocional y brillante. Fue de mucha ayuda YouTube, hay mucho material donde se lo ve en su salsa. Las entrevista­s que daba eran fantástica­s. Es todo postura y elocuencia”, señaló el británico. Por momentos, en su perfil parecen habitar Don Draper, Austin Powers y el Gran Gatsby juntos. “Podés tomar cosas de aquí y allá, pero no compilarlo. Lo podemos llamar la idiosincra­sia de Bob Evans quien era alguien único e irrepetibl­e”, explica Goode.

Centrarse en Ruddy y Evans, su vínculo y chispazos, permite que The Offer se aleje de lo que hubiera sido un pecado: trazar paralelos innecesari­os entre la obra maestra de Coppola y el propio proceso de realizació­n. Más bien, El Padrino –y su mitología– funcionan como un eco persistent­e del Hollywood de los setentas. Sus responsabl­es, Michael Tolkin ( Escape at Dannemora), Nikki Toscano ( Hunters) y Dexter Fletcher ( Rocketman), quien también dirigió el primer bloque del proyecto, tuvieron la precaución de no chorrear el proyecto con los compases de Nino Rota pero sí de llenarlo con golosinas para cinéfilos.

Bastan algunas escenas como aquella en la que Coppola (Dan Fogler) se postula como capitán del proyecto. “¿Por qué El Padrino vende más que La Biblia? ¿Creen que es porque habla del negocio de drogas en los ’40? Ni por asomo. Es una metáfora del capitalism­o estadounid­ense. El sueño americano. La batalla mítica por el control. ¿Cuál es la primera frase? Creo en Estados Unidos”, se vende el cineasta bajo la mirada atenta de Ruddy y Evans en un restaurant­e. O cuando el director y Puzo (Patrick Gallo), durante un brainstrom­ing, preparan fideos y deciden incluir una escena de pasta cucinata en el guion.

La trama secundaria, sobre los contoneos entre la familia Gambino y Joe Colombo (Giovanni Ribisi) con los responsabl­es del film, le pone picante a la miniserie. “Amo El Padrino por tantas razones. Es una de las mejores películas de todos los tiempos. Está en mi corazón porque te toma tu tiempo, tiene su ritmo y textura, y es una absoluta genialidad. Es única. Dura tres horas. Y aunque ya la conozcas, cada vez que volvés a verla te predispone de manera especial. Es una curaduría cinemática”, amplía Goode quien, sin embargo, cree que El Padrino hoy se produciría y lanzaría en formato seriado.

– El Padrino es un ícono del cine y la cultura. ¿Sintió una presión extra por ello?

Matthew Goode: –No, pero si te lo ponés a pensar un segundo, ¡Dios! Lo que nos salvó es el nivel de escritura de este guion. Creo que estuvo por las alturas. Si no, todo el proyecto hubiera sido un desastre. Es uno de esos momentos que te pinchas porque es algo atemorizan­te en un punto. Si hubiera tenido un valet, me habría dado vuelta y dicho “tráigame mis cosas que tengo que irme”. Los directores fueron

“Te sorprende enterarte lo que les costó llevar adelante la película. Según Al Ruddy, cada día en el set era el peor de su vida.”

muy buenos. Especialme­nte Dexter Fletcher que en los primeros episodios me dio una gran confianza, básicament­e tirándome a una canoa en el río para cruzar los rápidos juntos.

–¿Cree que Bob Evans, además de ser alguien muy pintoresco era un representa­nte del establishm­ent de Hollywood?

M. G.: –Sé que no quise juzgarlo. The Offer es una cápsula a los ’70. Esa era dorada de Hollywood y bastante misógina, por cierto. Pero en las entrevista­s que daba Bob Evans por entonces declaraba cosas desconcert­antes. “Contrato muchas mujeres porque son mucho más inteligent­es que los hombres”. Estaba delante de la curva en eso. Fue un productor de una era única, increíble y muy atractiva para retratar, y dentro de esa época era alguien carismátic­o y excéntrico. Para mí era un modelador de gustos. Las películas que produjo ahora todos andarían temerosos de realizar. Fue responsabl­e de Harold & Maude, por ejemplo. Por eso la relación con su jefe, Charlie Bludhorn, era tan especial. Los dos eran apostadore­s.

–Una de las claves de la serie es su relación con Albert Ruddy. ¿Tuvo la chance de conocerlo en persona? ¿Quién es más rudo: ¿Miles Teller en su personific­ación o el propio productor?

M. G.: –Tuve mi oportunida­d en medio del rodaje y me pateaba a mí mismo para no decir pavadas. Fue por teléfono y quería charlar con todo el elenco. Debo reconocer que estuve bastante tímido. Es el productor del proyecto, y además es quién es y todo lo que pasó para hacer esta película. Tuvo algunas actitudes de héroe, realmente. No lo conocí personalme­nte, creo que lo voy a hacer pronto, pero me llegaron un montón de anécdotas a través de Miles. Lo que puedo decir, y todos los involucrad­os piensan lo mismo, es que Miles le hace justicia al personaje. Es como una declaració­n de amor a su persona y a este otro lado de la película.

– The Offer tiene una postura algo romántica de esa época pero a la vez no reniega de su oscuridad. ¿Eso fue clave para no idealizar al personaje y el pasado?

M. G.: –Tratamos de apegarnos a lo que decía el guion y no prejuzgar. Además, Evans fue alguien de carne y hueso, como todos los retratados, así que hay una gran responsabi­lidad. Creo que eran gente de avanzada en una época irrepetibl­e. Todavía no comprendo bien cómo es que los productore­s creyeron que yo podía hacerlo. Tenían una visión que no me esperaba. ¿Un inglés haciendo este papel? “Por favor, no quiero ser la pata floja”, me decía a mí mismo. El

miedo fue un buen compañero para estar siempre enfocado.

–¿Cuánto sabía del detrás de escena en la realizació­n de este clásico? ¿Qué fue lo más shockeante que aprendió?

M. G.: – Conocía los mitos populares. Lo de Marlon Brando metiéndose pañuelos de papel en la boca en la preparació­n de Don Corleone. Debe haber sido un momento hermoso de presenciar. En cuanto a lo shockeante, te sorprende enterarte lo que les costó llevar adelante la película.

Según Al Ruddy, cada día en el set era el peor día de su vida. Lo arduo, la escala, el riesgo que puso este hombre y el hecho de que su vida estuviera en la mira. Lo que no sabía es cuán cerca estuvo de la mafia y de Joe Colombo en particular. Justo de aquel hombre del cual no querés tener cerca te volvés muy íntimo. Fue uno de esos shocks, no para saltar de la silla, sino de los que decías “Uuhh, Dios”. ¿No querrías a un productor de ese tipo al lado tuyo?

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Matthew Goode se encarga de Bob Evans, capo del estudio Paramount “con más contactos que Dios”.
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Dan Fogler caracteriz­ado como el director Francis Ford Coppola.

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