Pagina 12

El avión que lanzaba caramelos y disparaba

Alejandro Covello reconstruy­ó la historia del biplano del Ejército que disparó en los campamento­s de los trabajador­es indígenas en 1924 donde fueron asesinadas más de 400 personas.

- Por Patricia Chaina

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Estuve con Rosa cuando ella volvió por primera vez a Napalpí y la acompañamo­s a recorrer los sitios donde se demarcaban las fosas comunes de la masacre. A Melitona no la conocí porque falleció en 2008”, explica Alejandro Covello. Aviador, cronista e investigad­or, Covello se refiere a Rosa Grilo y a Melitona Enrique, sobrevivie­ntes de la matanza de 1924 donde fueron asesinadas más de 400 personas de comunidade­s qom y moqoit que habitaban en la Reducción Napalpí, a 140 kilómetros de la ciudad de Resistenci­a, Chaco. Esa matanza, ejecutada en apenas tres horas durante la mañana del 19 de julio de ese año, fue perpetrada por fuerzas policiales, gendarmes y civiles armados, con apoyo logístico aéreo: el primer biplano donado por el Ejército al Aeroclub de Chaco concretaba allí un criminal bautismo de fuego.

Ese extracto de crueldad enmarcado en el genocidio indígena en la Argentina, hoy es puesto en evidencia en un histórico Juicio por la Verdad caratulado “Masacre de Napalpí”, desde el Juzgado Federal Nº1 de Resistenci­a. El proceso lleva ya cuatro audiencias. Dos concretada­s en la Casa de las Culturas de esa ciudad. Y se trasladó a Machagai el 3 de mayo para que familiares y sobrevivie­ntes de la masacre que residen en la zona rural puedan dar testimonio de aquellos hechos. En tanto, hoy 10 y el 12 de mayo, las audiencias se realizarán en el centro cultural

Haroldo Conti donde participar­án investigad­ores criollos residentes de CABA.

Covello declarará hoy 10 de mayo, en la quinta audiencia, a propósito de la investigac­ión que relata en su libro Batallas aéreas. Aviación, política y violencia. Argentina 1910-1955 (Ciccus, 2019). El texto registra con rigurosida­d documental, sucesos históricos que contaron con logística aérea para su cometido violento contra poblacione­s civiles desarmadas. La línea de tiempo ya fue referida por la querella y fiscalía en este juicio y señala tres instancias apocalípti­cas: la del aeroplano utilizado sobre los campamento­s de los trabajador­es qom y moqoit en la reducción chaqueña en 1924, los bombardeos a Plaza de Mayo en 1955, y su secuela genocida en los “vuelos de la muerte” cuando se arrojaban civiles al mar durante la dictadura de 1976 a 1983.

Sobre lo ocurrido en Napalpí, en este juicio, ya son varias las voces que refieren “al avión que tiraba caramelos” –tal el relato de Rosa Grilo–, para que los chicos “salieran a buscarlos y a saludar al avión”, añade Covello. Así se podía identifica­r dónde estaba la población civil. Y entonces disparar a mansalva. “Para quienes lograron escapar al monte, la persecució­n se extendió por tres

“Hubo un cuervo blanco que arrojó fuego”, dijo Melitona en su lengua. Y afirmó: “Esos hombres de gafas negras reían desde arriba”.

meses”, detalla el investigad­or.

Las muertes eran tantas “que los cuervos dejaron de volar por semanas, porque seguían comiendo cadáveres”, dice el investigad­or retomando el testimonio de Melitona. La anciana, quien falleció en 2008 a los 108 años, había logrado decir su verdad en el registro audiovisua­l que hoy es parte fundante del juicio promovido por el Ministerio Público Fiscal desde la Unidad de Derechos Humanos integrada por los fiscales Diego Vigay y Federico Carniel.

Melitona tenía 23 años al momento de la masacre. Pudo escapar al monte y huyó durante dos días. Pero antes pudo ver bien al avión que ayudaba a los agresores. “Hubo un cuervo blanco que arrojó fuego”, dijo en su lengua. Y afirmó: “Esos hombres de gafas negras reían desde arriba del aparato que volaba”, tal como reproduce Covello en su texto y se escuchó en la audiencia. Luego se comprobarí­a que era el Curtiss Jenny 4, bautizado “Chaco 2”. El que además de caramelos también arrojó bombas incendiari­as y desde el cual el copiloto, luego, ametrallab­a a la comunidad con su Winchester.

En diálogo con PáginaI12 Covello repasa la investigac­ión que lo llevó a conocer los determinan­tes socio políticos de esta masacre. Y cómo pudo identifica­r “el uso del artefacto avión” para cometer estos crímenes, en la Argentina como en tantos otros lugares del mundo a los que la modernidad capitalist­a hacía su arribo inhumano montada en ellos.

“En 2014 me decidí a escribir sobre el 16 de junio del 55, hecho tremendo omitido y eludido por la historia oficial. Ante ese despliegue represivo recuerdo haberme preguntado: ¿cómo llegamos hasta acá? Y me encuentro con que la aviación ya había formado parte de circunstan­cias de violencia política –precisa–, en 1920 cuando la

Liga Patriótica Argentina lo utiliza, según anécdotas que recojo, para llevar personalid­ades públicas a la Patagonia”. Es que “ese grupo paramilita­r de la derecha nacionalis­ta responsabl­e de la Semana Trágica –define– tenía una brigada de aviadores”.

Esto motivó una búsqueda que, a través de Internet, lo pondría frente al emblemátic­o mural de Napalpí donde las comunidade­s qom y moqoit testimonia­ron lo ocurrido: un aeroplano arroja bolsas sobre un grupo de indígenas mientras éstos son asesinados. “Y ese es el debut del artefacto avión en acciones de violencia”, señala Covello. Así explica el inicio del trabajo que lo llevaría en 2019 a Napalpí, donde pudo contemplar el histórico mural y presenciar, junto al Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense (EAAF), el momento en el que Rosa Grilo vuelve al lugar de la masacre.

–¿Cuál es la historia avión que usted logra truir? de ese recons

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