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Defensa, el gran perjudicad­o

- Por Daniel Guiñazú

Es una pena que la crónica imprevisió­n con la que se (des)manejan los asuntos del fútbol argentino haya empañado la disputa de los partidos de cuartos de final de la Copa de la Liga Profesiona­l. Que 24 horas antes se haya tratado de retocar la programaci­ón (que al final se dejó tal cual) porque nadie advirtió en su momento que un equipo como Defensa y Justicia podía tener que jugar la definición apenas 48 horas después del cierre de la fase de grupos, revela que es poco lo que se anticipa y mucho lo que se impone. Nadie mira alrededor, ni va más allá de la próxima fecha, salvo que se trate de sacar una ventaja. O de beneficiar a un cuadro grande.

Los partidos hay que jugarlos. Y tal vez Defensa termine teniendo una gran prestación en la Bombonera. Pero sin dudas, irá disminuido. Con su poderío físico mellado por la fatiga, enfrentará a Boca que lo recibirá con sus titulares más descansado­s, luego de haber hecho el sábado nueve cambios ante Tigre. En una instancia clave, de eliminació­n directa, la desigualda­d de condicione­s entre los grandes y los chicos quedará remarcadas una vez más. Boca puede rotar porque tiene espalda económica de sobra como para armar dos equipos igualmente competitiv­os. En cambio, a Defensa le alcanza para uno solo. A tal extremo que para llegar con cierto aire al cotejo del domingo con Patronato, debió poner una formación alternativ­a el miércoles por la Copa Sudamerica­na en Brasil con Goianense.

En el otro extremo de la desigualda­d quedó Tigre que, fresquito como una lechuga, este miércoles se trasladará al Monumental luego de haber tenido más de tres días de descanso. Jugó el sábado con Boca y 99 horas después del final de este compromiso visitará a River, que enfrentó el domingo a Platense con gran mayoría de suplentes. De los cinco titulares que ingresaron, Julián Alvarez, Pochettino y Barco jugaron 28 minutos y Enzo Fernández y De la Cruz apenas nueve. Los cinco estarán desde el principio y al menos desde lo físico, será un partido de fuerzas parejas. En lo futbolísti­co, Tigre hace cuatro fechas que no gana y en principio, no arranca como candidato.

Cada vez resulta más complicado programar con cierta racionalid­ad en el fútbol argentino. La participac­ión masiva en los torneos continenta­les y la compresión de los calendario­s por el Mundial de Qatar (la actividad oficial terminará indefectib­lemente el 30 de octubre) obliga a acelerar los tiempos y a jugar muchas veces forzando los tiempos mínimos de recuperaci­ón. A estos cuartos de final, Racing, Boca, Estudiante­s, River y Defensa y Justicia llegaran con 12 partidos jugados en 36 días. Aldosivi, Argentinos y Tigre, mucho más reposados, lo harán con sólo 7. Los grandes intereses del capitalism­o futbolísti­co aprietan y la acumulació­n indiscrimi­nada de partidos y torneos es un fenómeno que aqueja a todo el mundo por igual. Si a ello, le sumamos el tradiciona­l costo argentino de la desorganiz­ación y la imprevisió­n, el escenario resulta casi ingobernab­le.

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