¿Una oportunidad para Argentina?
El pasado lunes 2 el Banco Galicia lanzaba la función de comprar criptomonedas. Horas más tarde, otra institución bancaria regulada habilitaría el mismo sistema. Sin embargo, tres días después el Banco Central declaraba que las entidades financieras “…no podrán realizar ni facilitar a sus clientes la realización de operaciones con criptoactivos” en la Comunicación "A" 7506. ¿Por qué el Banco Central actuó de este modo? La respuesta más escuchada fue el temor a que el acceso a criptomonedas recalentara el mercado cambiario.
Parece difícil pensar que una institución como el Banco Galicia pudiera desarrollar, testear, implementar y lanzar públicamente una iniciativa de este calibre sin haber consultado y/o validado previamente con el BCRA. Este punto no es menor, pues el modelo que se anunció era uno de tipo cerrado. Esto quiere decir, que los usuarios sólo podían comprar y vender criptomonedas contra su propia cuenta bancaria, no podían transferir criptomonedas a otros usuarios ni sacarlas a otra billetera.
Este modelo cerrado es, nada más ni nada menos, el que ya implementan instituciones como el BBVA en Suiza, PayPal en Estados Unidos, Robinhood en Inglaterra, Mercado Pago en Brasil, entre otros tantos ejemplos. Es un modelo “Crypto as a Service” proveído por una tercera parte el cual no tiene riesgo implícito pues, en los hechos, el cliente no tiene libertad sobre sus criptomonedas más allá de poder transformarlas en pesos en la misma cuenta bancaria en caso de que suban de valor o simplemente así lo desee.
A medida que la tecnología avanza, los matices en el mundo cripto también lo hacen, permitiendo modelos innovadores que minimizan los riesgos a la par de facilitar más y mejores opciones a las cambiantes demandas de los consumidores financieros. Lo que sucedió la semana del 2 de mayo con el Banco Galicia mostró el ímpetu del sector privado en aggiornarse a las últimas tendencias globales a los fines de satisfacer las necesidades de sus clientes. Y vale destacar, no fue cualquier sector financiero, sino el bancario más tradicional, aquel comúnmente castigado bajo la máxima de “no innovar” de cara al cliente.
Sin embargo, el Banco Central tomó la decisión de cortarlo de raíz y sin derecho a réplica. No se aplicaron límites de compra, “cepos”, parkings u otros instrumentos que buscan minimizar riesgos cambiarios sin privar libertades de acceso. Directamente se prohibió la operatoria en uno de los sectores más dinámicos de los últimos años. Mientras tanto, vemos economías como Colombia implementando un Sandbox regulatorio que vincula a sus Bancos en entornos controlados a exchanges de criptomonedas, a Brasil permitiendo a sus Bancos operar con ETF’s con Criptoactivos, a El Salvador volviendo moneda de curso legal al Bitcoin, a Bahamas lanzando el “Sand Dollar” como CBDC de su Banco Central, a México y a Chile con legislación específica, entre otros ejemplos. En el mundo, economías como Gibraltar, Japón, Reino Unido, Nueva York en USA, y tantas otras, ya están emitiendo licencias cripto.
En resumen, hace rato vemos cómo el mundo parece aceptar que la revolución cripto llegó para quedarse, desafiando a los reguladores a encontrar la manera de minimizar riesgos, pero también maximizar beneficios. Esto es, poniendo reglas claras que promuevan la innovación en su sector financiero, la llegada de capitales, la generación de nuevas empresas y la demanda de más empleo calificado. Prohibir, por el contrario, es eliminar riesgos de raíz, pero también todos los beneficios potenciales. En una Argentina cuya mayor urgencia es generar o atraer divisa extranjera a la par de crear más y mejor empleo, la industria subyacente a las criptomonedas se presentan como una enorme oportunidad a contemplar. Todavía estamos a tiempo.
*Crypto & Alternative Finance lead en AMI (EE.UU.), director Ecosistema Fintech en UCAFintech UCA.