Pagina 12

Una diatriba en primera persona

Entre los problemas del film está la transparen­cia de su “mensaje”, aquí contra Israel, el país natal de su director.

- Por Horacio Bernades Por Diego Brodersen

Ha’berech/Ahed’s Knee, Francia/Israel/Alemania, 2021

Dirección: Nadav Lapid

Guión: Hami Lapid y Nadav Lapid. Duración: 109 minutos Intérprete­s: Avshalom Pollak, Nur Finbak, Lidor Edri, Oder Azulay, Estreno: Exclusivam­ente en la plataforma Mubi. ◢“

El Estado judío es nacionalis­ta, racista, sádico y abyecto”, estalla finalmente el protagonis­ta de La rodilla de Ahed, la película más reciente de Nadav Lapid, el realizador de Policeman y Sinónimos: un israelí en París. Es un larga catarsis de casi diez minutos, en la que Y (así se lo nombra) vomita finalmente todo aquello que hasta ese momento había mantenido bajo una capa hermética, como la de una olla a presión. Y se ve tan afectado por los borbotones de su pensamient­o que debe sostenerse de su acompañant­e para no caerse en medio del desierto del Néguev. La de Y es una furiosa, envenenada diatriba contra su país, que recuerda a las que el escritor colombiano Fernando Vallejo suele lanzar contra el suyo. O los misiles viscerales que Thomas Bernard dirigía sobre Austria y los austríacos. En tanto Y es un director de cine nacido en Tel Aviv, como Lapid, esa filípica pide leerse como escrita, gritada en primera persona. Y ése es uno de los problemas de La rodilla de Ahed: la transparen­cia de lo que en otros tiempos se llamaba “mensaje”.

Ganador del Gran Premio del Jurado en Cannes 2021, el cuarto largometra­je de Lapid (el restante, La maestra de jardín, es probableme­nte el más interesant­e del autor) está enterament­e narrado a través de los ojos de Y (un adusto Avshalom Pollak), realizador de cine y videoartis­ta, que luce soberbio, distante y misantrópi­co. Al menos hasta que su borrascosa relación con el país empieza a aflorar, en el último tercio del relato, develando lo que parecía arrogancia como malestar. Y está haciendo casting para un trabajo de videoarte, en el momento en que lo invitan a presentar su película más reciente, premiada en el Festival de Berlín, en una ciudad muy pequeñita en el valle de Aravá, frontera con Jordania. El videofilm de Y, llamado como la película de Lapid, trata sobre una muchacha palestina que enfrentó a un soldado israelí, y allí debe verse un primer indicio sobre la relación de Y/Lapid con su país.

El viaje a Aravá interesa particular­mente a Y, ya que allí contactará a una representa­nte del Ministerio de Artes, que podría financiar su próxima película. Pero filmar no es tan sencillo en Israel: Y deberá firmar una declaració­n en la que acuerda que su película tratará sobre alguno de una larga serie de temas… todos afines a la visión y política oficiales. Eso motiva su explosión final. Pero hay un antecedent­e de su odio acérrimo y se halla en los recuerdos de su participac­ión como soldado en la campaña “Viñas de Ira”, llevada adelante por el ejército israelí en el Líbano, en 1996. “La geografía gana a la larga y no necesariam­ente en un buen sentido”, sostiene la madre de Y, que está muriendo de cáncer. A ambos hechos son significat­ivos. Y cita la frase de su madre en medio del desierto, y sus ilusiones han muerto allí en el Líbano, un cuarto de siglo atrás.

La geografía se vuelve alegórica, ya que Y no sólo se halla en una Israel desertific­ada sino también en sus confines, el corazón de unas tinieblas en las que quema el sol. Motivo por el cual Y no se saca de encima unos anteojos negros en los que puede verse una cita de los que Guido Anselmi llevaba hasta el baño a lo largo de ese paradigma del metacine que es 8 y ½. Pero Guido era observado por Fellini, mientras que en La rodilla de Ahed no hay distancia entre el realizador y su misantrópi­co protagonis­ta. A través de sus ojos se ve todo lo que lo rodea, empezando por su compañera eventual, Yahalom (Nur Finbak), la representa­nte del Ministerio. A la vista de Y, por ejemplo, la bonita morocha ◢

Pequeña sorpresa del streaming (en otras épocas hubiera recibido un estreno en salas de cine), Chip y Dale al rescate recupera a los personajes de la serie de dibujos animados homónima de finales de los años ’80, con las ocho patas de las ardillas apoyadas en el terreno de la autoconsci­encia más extrema. Filmada con una cruza de animación con registro en vivo –a la manera de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y Space Jam, títulos que son referencia­dos de manera literal e indirecta–, la historia transcurre en un universo en el cual los personajes de los cartoons y los seres humanos parecen convivir en armonía. Hace décadas que la serie de Disney emblematiz­a una forma de complicida­d con la censura previa pavota, poco menos que iletrada y multisonri­ente.

Esa falta de distancia desequilib­ra a Lapid y ese desequilib­rio puede constatars­e tanto en la explicitac­ión verbal de su pensamient­o (y vísceras) como en el par de fantasías de Y, que a diferencia de las de Anselmi no son estructura­les sino aisladas, con lo cual quedan más como caprichos que como reflejos de la interiorid­ad de su torturado (anti)héroe.

El videofilm de Y, llamado como la película de Lapid, trata sobre una muchacha palestina que enfrentó a un soldado israelí.

 ?? ?? El film ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes.
El film ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes.
 ?? ?? 6
6

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina