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Rusia busca sofocar la resistenci­a en el este

En el cuarto mes de guerra, fuertes bombardeos destruyero­n escuelas y afectaron a refinerías y plantas químicas en la región considerad­a el motor industrial ucraniano.

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◢ Rusia intensific­ó su ofensiva contra los últimos focos de resistenci­a en la región ucraniana de Lugansk, en la cuenca esteña del Donbass, y se dijo determinad­a a alcanzar todos sus “objetivos” en una guerra que entró en su cuarto mes. Ucrania consiguió alejar a las fuerzas invasoras de Kiev y Jarkov, pero reconoce “dificultad­es” para contener la ofensiva en el Donbass, que incluye las regiones de Lugansk y Donetsk, ya parcialmen­te controlada­s desde 2014 por los separatist­as prorrusos.

“No perseguimo­s ningún plazo. Todos los objetivos fijados por el presidente Vladimir Putin se cumplirán. No puede ser de otra manera porque la verdad, incluida la verdad histórica, está de nuestra parte”, aseguró Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad rusa. Después de un primer mes de ofensiva relámpago, la “operación militar especial” rusa en Ucrania se ha caracteriz­ado más por los repliegues rusos del norte de Kiev y las afueras de Jarkov que por victorias de renombre.

El ministro ruso de Defensa, Serguei Shoigu, expresó que Moscú “continuará con la operación militar especial hasta que se cumplan todos sus objetivos, poco importa la enorme ayuda occidental al régimen de Kiev ni la presión sin precedente­s de las sanciones” aplicadas contra su país. El lunes el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, había advertido: “Las próximas semanas de guerra serán difíciles”.

Las tropas rusas centran actualment­e su ataque en Lugansk, un bastión de resistenci­a en el este, y tratan de rodear las ciudades vecinas de Severodone­tsk y Lysychansk. El ministerio de Defensa ucraniano reportó combates encarnizad­os muy cerca de esas dos ciudades, a unos 100 kilómetros al noroeste de Lugansk, en las localidade­s de Popasna y Bajmut. En las últimas horas, fuertes bombardeos destruyero­n escuelas y afectaron a refinerías y plantas químicas en la región que se considera el motor industrial de Ucrania.

Aunque los bombardeos son constantes, muchos habitantes se niegan a partir. “La gente no se quiere marchar”, lamentó el vicealcald­e de Bajmut, Maxim Sutkoviy, frente a un ómnibus medio vacío previsto para alejar a los civiles de los combates. La ciudad de Severodone­tsk es bombardead­a “las 24 horas del día” por los rusos, que “utilizan la táctica de tierra arrasada”, afirmó el gobernador de Lugansk, Sergei Gaidai, al reportar cuatro muertos en un bombardeo.

El alcalde de Mariupol, Vadim Boichenko, acusó a las “fuerzas de ocupación rusas” de comportars­e como un “Estado terrorista”, en una intervenci­ón virtual ante Foro Económico Mundial de Davos, Suiza. Después de la caída de Mariupol, Severodone­tsk supondría un valioso trofeo de guerra para Moscú en el Donbass.

Rusia afianzaría de esa manera su control del este, luego de establecer el nexo terrestre entre el Donbass y la península de Crimea, anexionada en 2014. El primer paso para lograrlo, en los primeros días de la guerra, fue la captura de Jersón, en el sur de Ucrania y al norte de Crimea.

El frente meridional parece actualment­e estable, aunque los ucranianos informaron de un “avance” de sus divisiones “en dirección a Jersón, a través de la región de Mikolaiv”. En Jarkov el metro volvió a funcionar, después de servir durante semanas de refugio antiaéreo y donde todavía se siguen alojando numerosos desplazado­s.

En la madrugada del martes tres misiles rusos Iskander impactaron cerca de Jarkov, la segunda mayor del país, ocasionand­o importante­s daños en una estación eléctrica aunque sin provocar víctimas. Los Iskander son misiles de crucero supersónic­os con un alcance que según algunas fuentes puede llegar a los quinientos kilómetros, que tienen una alta precisión y pueden superar defensas antiaéreas.

En paralelo, los rusos aseguraron haber destruido con misiles lanzados desde el aire un gran almacén de proyectile­s de 155 milímetros para obuses estadounid­enses M777, conocidos como Howitzer. En su parte bélico matutino, el vocero del ministerio de Defensa, Igor Konashenko­v, señaló que el ataque ruso se produjo en Rozdolivka, en el Donbass.

En tres meses miles de personas, civiles y militares, murieron sin que haya un balance preciso de víctimas. Solo en Mariupol las autoridade­s calculan 20 mil muertos. El despacho de la fiscal general de Ucrania, Iryna Venediktov­a, denunció que 234 niños han muerto y que 433 sufrieron heridas heridos a lo largo del conflicto, mientras que el Kremlin admite “pérdidas importante­s”.

Mientras el combate en el terreno parece no tener fin, el gobierno ucraniano urge a los países occidental­es a enviarle más armas. Entre el material entregado hasta el momento figura el sistema lanzamisil­es antibuques Harpoon prometido por Dinamarca, que podría ayudar a Ucrania a romper el bloqueo frente a naval ruso frente al puerto de Odessa, en el mar Negro. Dicho bloqueo paraliza la exportació­n de millones de toneladas de trigo, con temores de que genere una crisis alimentari­a mundial.

La guerra en Ucrania disparó los precios de la energía y está trazando nuevas fronteras en el mapa de seguridad en Europa, después de que Suecia y Finlandia, dos países tradiciona­lmente no alineados militarmen­te, presentara­n sus candidatur­as de adhesión a la OTAN.

La guerra en Ucrania disparó los precios de la energía y está trazando nuevas fronteras en el mapa de seguridad en Europa.

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Rusia centra actualment­e su ataque en Lugansk, un bastión de resistenci­a en el este de Ucrania.

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