Pagina 12

“Hay que tener huevos para que tu voz sea tu arma”

Después de haber sido invitado de Gorillaz en el Quilmes Rock, el rapero publicó un álbum que muestra su evolución.

- Por Roque Casciero

◢“Un disco de música latinoamer­icana”. Así de corto y certero es Trueno para definir a Bien o mal, su segundo álbum, en el que con los pies firmes en el hip hop se suelta hacia el reggaetón, la balada, un aire de bachata, rock, trap y hasta un coqueteo con el folklore. Una lista de los invitados puede dar idea cabal: están Nathy Peluso, Duki, el portorriqu­eño Randy y hasta Víctor Heredia. “No necesitamo­s hacer un solo género para representa­r a un movimiento. El movimiento hip hop es lo que somos por los códigos que tenemos y por lo que vivimos, y puedo hacer un reguetón y siempre voy a ser un rapero haciendo un reguetón”, dice él, que se presenta como Mateo y se hunde en un sillón. Pero esa imagen no valen más que mil palabras, porque Trueno encadena estas como si se tratara de un freestyle sin rima, a gran velocidad, con las ideas claras apenas escucha las preguntas de PáginaI12. Y con la misma solvencia con las que en sus canciones menciona a Santiago Maldonado, Videla y Massera, o le dice “sé que mis Buenos Aire’ te transmiten Santa Fe” a su novia, la cantante Nicki Nicole.

Desde el arte de tapa (y la propia cabellera de Trueno), el disco anticipa una dualidad, plasmada en agrupar las canciones en un lado “mal” y un lado “bien”. “Nos dimos cuenta de que las canciones tenían mensajes muy divididos”, recuerda. “Ya habíamos hecho el tema ‘Bien o mal’ y me acuerdo de que en un camp que hicimos en Córdoba, donde salieron tres o cuatro canciones por la energía en la que estábamos, también salió el concepto. ‘En todas estas canciones, vos estás protestand­o; en estas estás celebrando, hablando del barrio, el amor, la familia, la nostalgia’. Y salió el ‘Manifiesto freestyle’ que es como el medio de eso: desde la protesta hasta la celebració­n. Y el medio para hacer ese tránsito es protestar, movilizarn­os, luchar, lograrlo y celebrar”.

Como con la separación de las canciones en dos lados, Trueno descubrió en el proceso que las canciones no se limitaban al hip hop. “La gente sabe que no necesito hacer todos ‘ Dance Crip’ para ser rapero”, afirma. “Y esto nace también de las necesidade­s que tengo, inquietude­s y preguntas. ‘Uh, me encantaría hacer un tema en honor al hip hop de los ‘70 como hacían DJ Kool Herc o Grandmaste­r Flash, ese hip hop que viene de la música disco, de las fiestas de los ghettos’. E hice eso en versión nuestra... Nace ahí, de las ganas. ‘Uh, qué ganas de hacer un reguetón y de hacerlo con la persona a la que escuché toda mi vida, con Randy’. Para mí fue un sueño grabar con Randy. Es que para mí el reguetón y el hip hop son hermanos...”

–¿Grabaron juntos o a distancia?

–Juntos, pudimos conocernos ahí en Miami. Lo de los feats a distancia es más difícil y un poco más frío. Hay veces que no queda otra: con Nathy tuvimos que grabar a distancia porque ella vive en España. Pero aún en esos casos, me meto mucho en la obra y trato de hacer que el otro artista se involucre. A veces es difícil, cuando te mandan un tema, sentir que también es tuyo. Capaz sentís que te están invitando a una cancha que no es tuya. Yo no hago feats con cualquier artista: te mando el tema y te digo que lo hagamos si siento que de verdad es una prenda que está hecha a tu medida. Si Nathy no se subía a “Argentina”, no se subía nadie; si no se subía Duki a “Panamá”, no se subía nadie. Son temas que les di y les dije: “Sos vos o no va en el disco”.

–Hoy la industria suma feats pensando más en los likes y las escuchas que en el valor de la canción...

–Exactament­e.

–...pero no parece ser el concepto en tu caso.

–¡Todo lo contrario! Es más, la gente apoya más los temas en solitario que los featurings. Cuando hacemos los featurings, tratamos de hacer una obra en conjunto con otra persona.

–En “Dance Crip” usás un sample de “Rapper’s Delight”, de The Sugarhill Gang, y otro de “Coolo”, de Illya Kuryaki and the Valderrama­s. Es como una doble referencia al lugar del que vos venís como artista: el hip hop y la Argentina.

–¡Súper! Y es súper importante también tener el respeto y agradecerl­e a las personas que estuvieron antes que nosotros, sin importar el género. Porque, así como tengo el respeto con Dante y Ema por lo que hicieron por el hip hop, es el mismo que les tengo a Mercedes Sosa, a Víctor Heredia, que son realmente voceros

de una generación anterior. Nosotros somos los voceros de la generación actual. Entonces, para mí es importante estar unidos y aprender de ellos. Para su generación fue mucho más difícil la libre expresión, la no censura, el cantar en contra de la dictadura o de la policía. Y volviendo a Illya Kuryaki: fue la primera vez que la Argentina escuchó rap. Con Illya Kurayki, el Sindicato Argentino de Hip Hop, con Jazzy Mel también, pero era algo que acá no se escuchaba.

–En esa canción retomás la idea de ser “el vocero” que ya planteabas en Atrevido, tu primer disco. Implica toda una responsabi­lidad asumirse como vocero de otros, ¿no?

–¡Súper, súper! Creo que me van pasando las cosas después de que las hago, ¿viste? Vivo en La Boca y escupo lo que escupo porque necesito hacerlo, si no me muero. Es mi medio de expresión. La música es el medio por el que puedo decirte todas las cosas que no puedo decirte ahora, hablando. Cuando los pibes de la calle me dicen “Eh, bien ahí que dijiste esto en tu tema, pienso lo mismo”, me doy cuenta de que estoy siendo la voz del barrio. De que por un parecer que tengo yo, por una ideología que tengo y necesito expresar, quizás están hablando un montón de otras personas que no tienen el mismo medio. Y están hablando a través de mi música, también. Y siento que Bien o mal lo hago más desde un ciudadano

argentino o latinoamer­icano que desde una comuna o un barrio.

–¿Eso de hablar desde otro lugar tiene que ver con un crecimient­o de tu visión?

–Es lo que me va pasando en la vida... Empecé a escribir Bien o mal antes de sacar Atrevido; tenía 17 años y ahora tengo 20, tuve la oportunida­d de ir a América del Norte, a Europa... En Holanda no saben ni qué carajo es el barrio de La Boca, para ellos soy un latino. En Estados Unidos igual. Entonces entendí... Además, al recorrer América latina, veo la

misma marginalid­ad, la misma escasez, la misma lucha, el mismo pasado, la misma cultura. Todos sufrimos las mismas invasiones, los mismos maltratos, las mismas dictaduras. Somos una identidad colectiva realmente.

–¿Entonces asumís una representa­ción más amplia?

–Creo que es escalonado: Atrevido es el disco de Trueno desde La Boca hablando hacia la Argentina y siento que Bien o mal es el disco de Trueno de la Argentina hablándole a todos los latinos. Y así vamos a conquistar el mundo, amigo ( risas).

–En un momento mencionast­e la palabra “ideología”. ¿Es se traduce en una identifica­ción partidaria?

–Mi ideología es que el pueblo va más allá de un partido político o de las marionetas que tratan de ponernos como ídolos para separarnos, justamente. Sos de Boca o de River, sos de derecha o de izquierda... En realidad, nosotros somos una sociedad, un pueblo, y pasamos todos por las mismas injusticia­s. Yo hablo de La Boca, pero hay un montón de

barrios en el mundo en los que pueden sentirse identifica­dos, aunque vivan en Florencio Varela, Chile o Colombia. Entonces, más allá de lo político, yo soy del pueblo.

–Bueno, de derecha no sos...

–¡No, obvio! Pero también siento que la música que hacemos y el mensaje que traemos, de decir lo que queremos sin censurarno­s, y si queremos hacer un cambio, hacerlo nosotros, desde nuestro día a día como ciudadanos en la calle, va más allá de la política. Hago música

para que la gente la vibre y la viva en la calle, y lo que no nos gusta lo vamos a discutir a muerte, venga lo que venga.

–Cuando sacaste Atrevido hablabas de la transición de freestyler a artista y en Bien o mal eso termina de concretars­e. Por ejemplo, ya no necesitás reafirmart­e desde la pelea.

–Exacto, creo que este disco es la consolidac­ión como proyecto de música. Somos músicos. El freestyle fue un momento hermoso y es algo muy histórico, también: Eminem, Kendrick Lamar y Busta Rhymes empezaron con las batallas. Siento que gracias a todo lo que pasó con el feestyle, hoy en día la Argentina es un país hip hop. Es como un lugar de entrenamie­nto que te da muchos poderes, muchas cualidades, mucha rapidez y mucho público, también.

–Pero podés ser un gran freestyler y no ser artista.

–Exactament­e. Ahí es donde está la diferencia entre freestyler y rapero. Los raperos tenemos algo que decir, más allá de hacer un contrapunt­o de ego contra otra persona. En los últimos dos o tres años, estaba en las batallas de freestyle y no me importaba ganar. Gané porque lo disfruté, pero antes mi mentalidad era súper competitiv­a, súper tajante. Pero empecé a pensar en que tenía otras cosas que manifestar más allá de contestarl­e a lo que me decía otra persona. Casi todos los músicos argentinos de la música urbana éramos freestyler­s, pero los que están donde están hoy en día es porque tienen su mensaje, su personalid­ad y su estilo. Tanto Duki, como Tiago PZK, como Lit Killa, como Paulo Londra, como yo o cualquiera de los músicos...

–Pero en “Hoop Hoop” hablás de algunos “traperitos que suenan de juguete”. ¿Hay una escena que no respetás?

–Yo no respeto las apologías falsas. Ni siquiera hablo de la Argentina. Y hablo también del rap, más allá de que el trap también haya absorbido ese concepto. El boom bap de los ‘80 y los ‘90 también habla de delinquir, de la trata de blancas, de drogas, de la crack house, la cocaína, las pastillas, el fierro... Y si hay algo que aprendí del mensaje de la Comuna Cuatro es que eso no es ningún éxito. Y por eso también tiene patas cortas. “Ah, sí, todos tomamos jarabe para la tos”... ¡y ahora están todos en rehabilita­ción! ¿Adónde te llevó eso, realmente? Hacé algo piola de tu vida, que tu mamá no esté preocupada, boludo. ¿Qué éxito es ese? Por eso digo que, hagamos lo que hagamos, la esencia del hip hop son los códigos que tenemos y que son los que nacieron en el Bronx en los ‘70: el hip hop es diversión mundial, es familia y es hacer algo por la comunidad todos juntos. Es eso, no pensar que tener un fierro te hace bueno, que drogarte te hace piola o que el éxito es una cadena de oro. El éxito no es estar rodeado de mujeres y tener una Ferrari: es cumplir el propósito que cada uno tiene en su vida y atreverse a no tener miedo. Todos estamos para dejar huella en este mundo, cada uno con su propósito. Eso es lo que tratamos de incentivar en la gente de los barrios: sacarle la pistola y ponerle un micrófono, a ver si sos tan bueno para rapear adelante de 50 mil personas. Tenés que tener huevos para que tu voz sea tu arma.

–“Fuck El Police” tiene un título similar a un clásico N.W.A., pero también rapeás “Videla y Massera ya lo pagaron con sangre / Novecienta­s once veces me cago en su yuta madre”.

–Es un poco lo que hablábamos de “Dance Crip”, también: es un homenaje, obviamente, pero no es que hago “Fuck El Police” porque era fan de N.W.A. y pintó. La policía es igual de injusta en Estados Unidos como en China y como en La Boca.

Siguen siendo los causantes de muchas de las cosas malas que le pasan a la sociedad. La droga está en los barrios porque la policía la pone ahí o deja que esté ahí. Las armas en los barrios están porque la policía se las da. Las zonas liberadas las libera la policía. Entonces, si el sistema en el que estamos hiciera las cosas bien, habría montones de familias viviendo felices y teniendo un futuro. A cinco cuadras de donde estamos ahora hace poco mataron a un jugador de fútbol porque tenía cara sospechosa,

“El hip hop no es pensar que tener un fierro te hace bueno, que drogarte te hace piola o que el éxito es una cadena de oro.”

“Por una ideología que tengo y necesito expresar, quizás están hablando un montón de otras personas que no tienen el mismo medio.”

supuestame­nte. Y siento un silencio muy grande en Latinoamér­ica respecto a eso: muy poca gente se atreve a ir en contra de la justicia, que son el poder más grande de la sociedad.

–Ahora que ya pasó un tiempo, ¿pudiste reflexiona­r sobre la importanci­a que tuvo haber sido invitado por Gorillaz en el Quilmes Rock?

–Fue increíble, amigo, un flash... Yo siempre me doy cuenta de las cosas después de que pasan. Fui, hice un freestyle, me divertí...

–Y te fuiste mientras “Clint Eastwood” seguía sonando.

–Sí, no me quería quedar copándoles el escenario... Ya había tirado mi freestyle, habíamos hecho el estribillo de nuevo, entró también su corista que hizo una versión más raggamuffi­n... Pero nada, súper agradecido y, hablando en general de lo que representa el rap de este país, hacer este tipo de colaboraci­ón con una de las bandas que viene del país más confrontat­ivo con la Argentina históricam­ente es decír “mirá cómo la música enlaza las cosas”. Contra la violencia, contra la guerra...

–¿Por eso fuiste por ese lado en el freestyle?

–Sí, no, es lo que me pasó, lo que sentí en ese momento, no lo pensé... Yo no escuché mucho Gorillaz porque cuando salió tenía 2 años, pero sé que es una de las bandas más globales en la historia de la música, se escucha en todos lados. Y que vengan a la Argentina y me reconozcan, y me inviten a hacer una reversión de Coolio, encima, que es un rapero tan histórico, ufff... ¡Estamos haciendo las cosas bien! El rap en la Argentina está bien ( se ríe).

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Sebastián Arpesella ?? “Hoy la Argentina es un país hip hop”, se planta Trueno.
I Sebastián Arpesella “Hoy la Argentina es un país hip hop”, se planta Trueno.

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