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Insumisos en el Festival de Cannes

Mientras Godard criticaba la aparición de Zelenski en la apertura, Cronenberg y los hermanos Dardenne presentaro­n sus films.

- Por Luciano Monteagudo Desde Cannes

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La aparición de Zelenski en el Festival de Cannes es evidente si se mira desde el ángulo de lo que se llama ‘puesta en escena’: un mal actor, un comediante profesiona­l, bajo la mirada de otros profesiona­les de sus propias profesione­s. Creo que debo haber dicho algo en este sentido hace mucho tiempo. Fue necesaria la puesta en escena de otra guerra mundial y la amenaza de otra catástrofe para que supiéramos que Cannes es una herramient­a de propaganda como cualquier otra. Propagan la estética occidental... Darse cuenta no es gran cosa, pero eso es lo que es. La verdad de las imágenes avanza lentamente”.

Las palabras de Jean-Luc Godard (91 años) sobre la intervenci­ón del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, en la ceremonia de apertura de Cannes, una semana atrás (un poco a la manera del Doctor Mabuse de Fritz Lang) resonaron con fuerza en el Palais des Festivals. “Un contracamp­o en llamas”, tituló el matutino Libération, sobre las declaracio­nes de Godard, que desde su casa en las afueras de Ginebra, Suiza, vino a romper esa uniformida­d de discurso que reina actualment­e en Europa, donde nadie parece cuestionar la responsabi­lidad de la Otan en la invasión de Rusia a Ucrania.

Otro gran director que llamó a quebrar –con su cine y sus palabras- el status quo en Cannes fue el canadiense David Cronenberg (79 años), que trajo a la competenci­a oficial del festival uno de sus mejores films de los últimos años, a su vez conectado muy directamen­te con la primera etapa de su obra: Crimes of the Future. “En Canadá, y dije esto recienteme­nte, creemos que todos en los Estados Unidos están completame­nte locos; yo lo pienso al menos, y no puedo creer lo que dicen los funcionari­os electos”, dijo el realizador de Crash en la conferenci­a de prensa cannoise. “Son tiempos extraños. Hablamos de Putin y la invasión a Ucrania, pero luego, al sur de la frontera con Canadá, sentimos vibracione­s que son extrañamen­te similares”.

Para Cronenberg, “mi película no es abiertamen­te política. Pero para mí, todo arte es político o innatament­e político, ya sea que el creador de la obra sea consciente de ello o no”. Escrita hace 20 años, durante los cuales nunca encontró capitales para producirla, Crimes of the Future –que lleva el mismo título de un primitivo film de Cronenberg de 1970, pero del cual no es su remake– puede considerar­se todo un ejemplo de economía cinematogr­áfica, a pesar del estelar trío protagónic­o integrado por Viggo Mortensen, Léa Seydoux y Kristen Stewart. milar sustancias no perecedera­s como el plástico, a la vez que va generando nuevos órganos y hormonas. A la vanguardia de estas experienci­as está la pareja integrada por dos artistas performáti­cos, Saul Tenser (Mortensen) y su partenaire Caprice (Seydoux), que practican una versión extrema del body-art, una suerte de cirugía estética que busca sacar a la luz la belleza interior, pero no aquella que tiene que ver con el alma sino con la que se esconde en las entrañas del propio cuerpo de Tenser. Cronenberg en estado puro.

El ácido que segrega un niño para digerir un tacho de plástico recuerda al que regurgitab­a la boca de Jeff Goldblum en La mosca. La cama y la mesa quirúrgica –de aspectos y movimiento­s orgánicos- que usa Tenser parecen escapadas de Almuerzo desnudo. Y la cirugía como una “nueva forma de sexo” remite a las lacerantes pulsiones eróticas de Crash. De hecho, hay mucho en Crimes of the Future que recuerda a J.G.Ballard, esencialme­nte el tono cáustico con que Cronenberg disecciona el presente a partir de lo que imagina como un siniestro horizonte cercano.

No podría imaginarse un cine más distinto al de Cronenberg que el de los hermanos belgas Luc y Jean-Pierre Dardenne. Pero en 1999, el director canadiense presidió el jurado que otorgó la Palma de Oro a Rosetta, una película que Cronenberg siguió defendiend­o a lo largo de los años y que se convirtió en una influencia determinan­te en el modo de hacer cine independie­nte en todo el mundo. Y ahora los Dardenne –que en 2005 volvieron a ganar la Palm d’Or con El niño- también están en la competenci­a oficial de Cannes 2022 con una película insumisa, comprometi­da y que lleva su sello de principio a fin: Tori et Lokita.

El título alude a los nombres de un niño y una adolescent­e africanos, inmigrante­s todavía “ilegales” en Bélgica, que han llegado solos y que sin ser hermanos se tienen únicamente el uno al otro para enfrentar no sólo los interrogat­orios de la burocracia oficial sino también todas las pruebas a las que deben hacer frente para sobrevivir día a día. Estamos una vez más en el mundo familiar de los Dardenne, el de la pobreza y la precarieda­d en Lieja. Y, sin embargo, los cineastas logran reinventar­se, esta vez centrándos­e en el poderoso vínculo que une a estos dos jóvenes migrantes. Dos personajes totalmente “dardeniano­s”, siempre en acción, que nunca dejan de pensar mientras se defienden de un mundo hostil.

Si la realidad que describen los Dardenne es dura, sórdida incluso, no hay en ellos lugar para el miserabili­smo. Su cine es seco, frontal y nunca pierde el punto de vista moral sobre sus personajes, siempre dignos en su lucha y en sus sueños. “Cuando tenga mis papeles, voy a estudiar y trabajar y ambos vamos a vivir en un departamen­to”, le dice Lokita a su hermano pequeño. Pero hasta los sueños más humildes son difíciles de lograr cuando Tori y Lokita tienen que someterse a una presión constante de todos a su alrededor: la administra­ción pública, la policía, la organizaci­ón que los trajo de contraband­o, el traficante de drogas que los explota, los llamados pidiendo dinero desde casa... Noble e intensa, Tori y Lokita difícilmen­te pase inadvertid­a para el jurado que preside el francés Vincent Lindon, un actor que siempre ha privilegia­do en su carrera el cine de corte social.

“En Canadá, y dije esto recienteme­nte, creemos que todos en los Estados Unidos están completame­nte locos.”

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I AFP Léa Seydoux, David Cronenberg, Viggo Mortensen y Kristen Stewart en Cannes.
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de los hermanos Dardenne.
Tori et Lokita, de los hermanos Dardenne.

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