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El judaísmo ortodoxo y la derecha internacio­nal

La organizaci­ón Jabad Lubavitch lo nombrará Embajador Internacio­nal de la Luz. La obsesión del Presidente por posicionar­se como una figura global y el apoyo irrestrict­o a Netanyahu.

- Por Raúl Kollmann

◢La movida es convenient­e para ambas partes. El evento será en Miami, el miércoles 10 de abril, y Javier Milei recibirá el título de Embajador Internacio­nal de la Luz. Para la organizaci­ón judía ortodoxa Jabad Lubavitch de Bal Harbour, que otorga la distinción, es la oportunida­d para ganar todavía más influencia, concretar una cena de recaudació­n y celebrar –así lo dice textualmen­te la invitación– que, con la ayuda de Dios, pudieron terminar de pagar la hipoteca de su ampuloso centro religioso. Para Javier Milei se trata de recibir un premio –casi desconocid­o– y, sobre todo, mostrarse como un integrante de la derecha internacio­nal que da apoyo incondicio­nal, sin crítica alguna, a la ofensiva del gobierno de Israel en Gaza. Quienes conocen la actividad diaria del presidente saben que hay tres cuestiones a las que dedica la mayor parte del tiempo: el déficit cero, las redes sociales y posicionar­se internacio­nalmente. Su entorno lo alienta en este último terreno: le insisten en que hoy por hoy es uno de los referentes políticos del mundo. Por eso viajó a Davos, a Nueva York, Israel y al Foro de Acción Política Conservado­ra, en Washington. Por eso irá a La Florida el mes que viene.

Todo a la derecha

El viaje a Miami encaja perfectame­nte en una de las ambiciones centrales de Milei. Dentro mismo del gobierno libertario afirman que el presidente no gestiona prácticame­nte nada: no le importa lo cotidiano. No está al tanto si se designó o no a un funcionari­o, si hay fondos para el PAMI, los medicament­os o las universida­des. Sólo se concentra en el déficit cero, twitear o darle like a los tweets de otros y le importa mucho, muchísimo, figurar a nivel internacio­nal. Eso lo llevó rápidament­e a aceptar el viaje a Miami, pese a que la distinción, Embajador Internacio­nal de la Luz, es desconocid­a y nunca trascendió que haya sido otorgada anteriorme­nte a personalid­ades como el presidente de un país. En este caso, además, también recibirá el reconocimi­ento la hermana presidenci­al, Karina, algo que suena a un dos por uno, y no a un manejo prolijo de un premio.

Como ya lo ha dicho, Milei prioriza posicionar­se al lado de Estados Unidos e Israel, pero más precisamen­te con las derechas internacio­nales, sintetizad­as en esos dos países en los nombres de Donald Trump y Benjamín Netanyahu. Parece no importarle que, frente la masacre perpetrada por Hamas el 7 de octubre pasado, el gobierno de Netanyahu haya dispuesto bombardeos indiscrimi­nados y ofensivas irracional­es. Esa política fue criticada por Joe Biden, por las Naciones Unidas y hasta por una mayoría del pueblo israelí. Aun así,

Milei dará un apoyo irrestrict­o a Netanyahu.

La invitación al evento del 10 de abril dice expresamen­te que se le otorga la distinción de Embajador Internacio­nal de la Luz por “su inquebrant­able dedicación a difundir la libertad, la esperanza y la positivida­d frente a la oscuridad. Sus incansable­s esfuerzos por Israel y la comunidad global”.

Finalmente, el presidente pondrá el acento en otro tema al que le da importanci­a: el acercamien­to espiritual a la religión judía. Es todo un gesto posicionar­se del lado de una de las corrientes más conservado­ras del judaísmo.

Milei, el premio y el judaísmo

El presidente se vinculó al judaísmo estudiando la Biblia, la Torá, de la mano del rabino Shimon Wahnish, a quien designó embajador argentino en Israel, aunque esa designació­n requiere la aprobación del Senado. La audiencia para tratar el pliego de Wahnish, así como los de Gerardo Werthein (embajador en Estados Unidos) y el de Ian Sielecki (en Francia) se tratarán mañana en el Senado. El dato es que Wahnish no es Lubavitch, sino que pertenece a una

vertiente de los judíos sefaradíes, orientales, los judíos marroquíes. De todas maneras, tanto Werthein como Wahnish acompañará­n a Milei a Miami.

Jabad Lubavitch tiene una relación condiciona­da con Israel. La Biblia sostiene que el Estado judío existirá después que llegue el Mesías, por lo cual los Lubavitch no tienen un reconocimi­ento pleno. Por ejemplo, no suelen cantar la Hatikva, el himno de Israel, y tampoco le dan una gran dimensión a Iom Hatzmaut, el Día de la Independen­cia de Israel. Sin embargo, no se pueden desmarcar del todo porque la gran mayoría de los judíos del mundo se referencia­n con Israel.

Jabad Lubavitch en acción

Dentro de los grupos judíos ortodoxos, Jabad Lubavitch es el que más crecimient­o e impacto tuvo en los últimos años. Por cantidad de adherentes y por poder económico. Son seguidores del rabino Menahem Mendel Shneerson, que llegó de Rusia y falleció en Nueva York en 1994. Antes de asumir, Milei visitó su tumba.

Dentro de la propia corriente Lubavitch están los mesiánicos, una minoría, que creen que el rabino fue el auténtico Mesías y que sigue vivo. Por otro lado, la mayoría, es esencialme­nte seguidora de

Mendel Schneerson. Todos ellos son ultraconse­rvadores y relegan a la mujer a un puesto muy secundario, casi inexistent­e. Como se sabe, ellas deben ir mayormente cubiertas para no despertar tentacione­s. La invitación pública para el 10 de abril figura a nombre del rabino y la rabina (rabbi & rebbetzin dice la tarjeta) Sholom y Chani Lipskar, en el que Chani, en verdad, es simplement­e la esposa del rabino, no puede oficiar ceremonias. Aunque no es una postura oficial, la gran mayoría de la congregaci­ón respalda a Donald Trump, en la arena política norteameri­cana.

En Miami hay muchos centros de Jabad, pero el de Bal Harbour es el más fastuoso, el de mayores dimensione­s. Cada centro es independie­nte, de manera que el premio es otorgado únicamente por el Shul, que es como se denomina al centro de Bal Harbour.

Aunque no se conocen las caracterís­ticas de la ceremonia, lo habitual es una cena de recaudació­n. Con una curiosidad. Mendel Schneerson, en vida, solía entregar billetes de un dólar. El rabino tuvo una enorme fama y había colas de cuadras enteras para pedirle consejos y hasta curaciones. En esa oportunida­d, a todos les daba un billete bendecido, siempre de un dólar. Con el tiempo, esos billetes pasaron a ser auténticos trofeos. Cuando Milei estuvo en Israel, en el Aeropuerto Ben Gurión, antes de la partida del avión, un rabino Lubavitch se acercó al presidente y le dio uno de esos billetes originados en Mendel Schneerson. La anécdota fue relatada por la Agencia Judía de Noticias (AJN) en aquel momento. En esa sintonía, el 10 de abril segurament­e el rabino Lipskar exhibirá uno de aquellos billetes como incentivo para que los reunidos también aporten al centro comunitari­o. Parte de la recaudació­n se utiliza para nuevas obras y hay una larga tradición de beneficenc­ia.

Milei será distinguid­o por “su inquebrant­able dedicación a difundir la libertad, la esperanza y la positivida­d frente a la oscuridad”.

Armando agenda

Para justificar el viaje en tiempos tan turbulento­s y para recibir un premio poco conocido, la Cancillerí­a y el embajador Werthein están tratando de armar, de urgencia, una agenda con empresario­s. En la visita anterior, cuando fue a la tumba de Mendel Schneerson, el encuentro más significat­ivo que pudieron concretar fue con Bill Clinton. El expresiden­te norteameri­cano es un abonado a eventos de la familia Werthein que le paga una cifra anual a la fundación Clinton. Habrá que ver si esta vez logran contactos más significat­ivos.

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I AFP El presidente Javier Milei durante su gira por Israel, a principios de enero.

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