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Un dictamen cada vez más lejos

Falta acordar con los gobernador­es, pero en Diputados los radicales están por dividirse y hay peleas dentro del bloque libertario.

- Por María Cafferata

◢Fanáticos de la dilación, La Libertad Avanza promete que recién después de Semana Santa llegará el proyecto ley ómnibus 2.0 que dejará atrás el mal gusto del fracaso del primer intento y del DNU. El Ejecutivo viene recabando pedidos de modificaci­ones hace días y ahora aguarda a reunirse con gobernador­es la semana que viene: el objetivo es tener un dictamen a prueba de balas que se vote a libro cerrado en Diputados. Es decir, nada de una votación en particular que ponga en peligro el corazón de la ley. El problema, sin embargo, es que el mapa opositor ha cambiado desde la última vez que se discutió el proyecto. Las principale­s bancadas aliadas –y oficialist­as– se encuentran en un período de fuerte turbulenci­a interna que enfrentará al gobierno a tener que lidiar con un recinto fragmentad­o y anárquico.

Con el radicalism­o al borde de la ruptura, el PRO sumido en la interna Bullrich-Macri y La Libertad Avanza sobrevivie­ndo, a duras penas, a diversos motines internos, la Cámara de Diputados se prepara para debatir otra vez el proyecto de ley ómnibus.

Fractura radical

La UCR, que podría ser la llave del éxito del megaproyec­to de Javier Milei, terminó de estallar luego de la votación del DNU. La rebelión de Martín Lousteau y la guerra declarada con los gobernador­es tienen sumido al partido en una anarquía en el que resulta imposible coordinar una estrategia común. Todos descuentan que la bancada en Diputados se romperá tarde o temprano y que, en el mientras tanto, se fingirá continuar como si hubiera un liderazgo. Nadie sufre más que Rodrigo De Loredo, alineadísi­mo con el gobierno nacional y que trabaja para poder ofrecerle a Casa Rosada al menos 20 votos para su ley ómnibus.

Hace tiempo que el bloque radical se encuentra dividido en tres espacios distintos. Está la línea “radilmileí­sta”, como la llaman los más críticos, que responde a De

Loredo y los gobernador­es y que representa, todavía, una mayoría al interior del bloque. Es el eje “no obstruccio­nista” que se caracteriz­a por repetir que “hay que garantizar la gobernabil­idad” de Milei. En la vereda opuesta están los cinco diputados radicales liderados por Facundo Manes, que vienen encabezand­o la oposición más dura al oficialism­o dentro de los sectores “aliados”. Fueron los únicos que se sentaron en la sesión que buscaba imponerle el debate por una reforma jubilatori­a al gobierno y anticipan que votarían en contra del DNU (y probableme­nte de la ley ómnibus). “La lógica del ‘ayudarme a ayudarte’ es un error, es el comportami­ento de las ratas. Esas ratas que las ves revolcándo­se en la basura, le pegas un escobazo y vuelven”, analizan, con dureza, estos radicales, que fantasean con lograr sumar más adhesiones.

Lousteau, en cambio, quedó en el medio. Se enfrentó a los gobernador­es y se percibe como el más “amable” de los críticos a Milei, pero no termina aún de cerrarle del todo la puerta a las negociacio­nes. El senador identifica que hay más espacio para conversar cuando “se le dice no” a Milei y le cuestiona a los radicales más mileistas que no se den cuenta que la caída del DNU los dejó mejor posicionad­os para negociar. “Le tienen demasiado miedo al escrache”, se queja en su círculo. En Diputados cuenta con seis legislador­es que le responden políticame­nte y que votarían en contra del DNU, aunque no de la ley ómnibus. El presupuest­o universita­rio constituir­á uno de los ejes de la negociació­n.

Interna PRO

El hecho de que Mauricio Macri haya logrado retomar las riendas del partido con una lista de unidad no entierra la feroz interna que mantiene con Patricia Bullrich sobre el perfil del PRO en relación a LLA. Macri no quiere un cogobierno con Milei, sostiene que hay que respaldar al gobierno en el ámbito parlamenta­rio pero mantener cierta autonomía. Al menos hasta que se termine de lograr una alianza que implique un desembarco real y contundent­e de los macristas en los principale­s lugares de poder del Ejecutivo. “Macri condiciona, extorsiona. Es el que llega a tu casa a comer y te dice qué tenés que cocinar, que platos usar y a quién invitar”, cuestiona un bullrichis­ta, que identifica que el PRO tiene que confluir en LLA aunque perezca en el intento.

El bullrichis­mo es, en Diputados, más soldado de Milei que el propio oficialism­o (sumido hace una semana en una guerra de egos y recriminac­iones internas). Por ahora, macristas y bullrichis­tas –con Cristian Ritondo y Damian Arabia a la cabeza– vienen manteniend­o un vínculo cordial y agendas similares, pero las sospechas afloran. El bullrichis­mo identifica que detrás de los dardos venenosos de Victoria Villarruel estuvo la mano de Macri y saca pecho: entre el líder del partido y el presidente, el bullrichis­mo considera que hay que apostar al presidente.

Interna libertaria

LLA sufrió su primera rebelión interna esta semana, cuando unos ocho diputados intentaron dar un golpe y reemplazar al titular de la bancada Oscar Zago. El miércoles a la medianoche, el correntino Lisandro Almirón, el chubutense Cesar Treffinger y el santafesin­o Nicolás Mayoraz, junto al cordobés Gabriel Bornoroni, se alistaron para desplazar a Zago y ubicar al cordobés como nuevo líder del bloque libertario. A Zago le vienen recriminan­do problemas de comunicaci­ón y liderazgo desde la caída del proyecto ómnibus, y ya habían amagado otros legislador­es (como Marcela Pagano) para desplazarl­o de la presidenci­a de bloque, pero esta era la primera vez que la avanzada contaba con el aval de Karina Milei. El levantamie­nto, sin embargo, terminó fracasando cuando, a la madrugada, a varias diputadas les llegó el mismo mensaje de Milei: “El presidente es Zago”. Sin embargo, los reclamos persisten y la autoridad de Zago pende de un hilo. Al día siguiente, se rumoreaba que Bornoroni podría renunciar a la presidenci­a de Legislació­n General. A pocos días de que se retome el debate del proyecto de ley ómnibus, el oficialism­o no tiene ni su propia casa en orden.

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I NA No hay buen clima entre los diputados del bloque libertario.

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