Pagina 12

“Con China nada, pero nada de nada”

Qué pidió el jefe de la CIA, William Burns, a la Rosada Además de impedir cualquier cercanía con China o Rusia, Burns también apoyó la participac­ión de militares en seguridad interior.

- Por Raúl Kollmann

◢Un exjefe de la entonces SIDE durante un gobierno peronista viajó a Estados Unidos a visitar a uno de sus hijos. En la previa, el delegado de la CIA en Buenos Aires le había sugerido, aprovechan­do el viaje, la posibilida­d de una entrevista con el director de la agencia de inteligenc­ia norteameri­cana. Pero ya en Washington virtualmen­te le cerraron la puerta en la nariz. “El Director sólo se reúne con las agencias con las que podemos hacer operacione­s conjuntas”, le explicaron. A otros jefes de la SIDE les fue un poco mejor: el Director pasó a saludar, nunca a reunirse. Años después, en el medio del diluvio de la semana que pasó, el actual director de la CIA, William “Billy” Burns, aterrizó en Buenos Aires para visitar la Casa Rosada y reunirse con el titular de la ahora Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI) y con el jefe de Gabinete. Burns difunde un diagnóstic­o: “tenemos un problema a corto plazo, Rusia; pero un problema mayor, a largo plazo, China”. De China vino a hablar a la Argentina y su perspectiv­a es que, ahora sí, “se pueden hacer operacione­s conjuntas”.

El vuelo de Billy a Buenos Aires prácticame­nte no tiene antecedent­es. El inmenso Boeing C17A Globemaste­r III, de 4 turbinas (actualment­e uno de los aviones más grandes del mundo), se posó en Ezeiza poco antes de las 14 del miércoles. El aparato gris sólo tiene la inscripció­n US Air Force y vino vino precedido de otro avión, un Gulfstream IV, de acompañami­ento. Los jefes de la CIA no viajan en un único avión: por seguridad, se mueven en dos o tres aparatos.

Se ha dicho que el anterior jefe de la CIA, Leon Pannetta, estuvo en la Argentina, pero quienes estaban en la SIDE por aquel entonces lo niegan. Por lo tanto, nadie recuerda una incursión semejante de un jefe de la inteligenc­ia norteameri­cana. Menos todavía una visita a la Casa Rosada y una reunión con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, además de su par en la AFI, Silvestre Sivori. Se habló incluso de que Burns se entrevista­ría con Milei, algo que no se concretó. Pero el alineamien­to con Washington produjo milagros: Posse recibió a Burns, pero ya antes estuvo con él en Maryland.

Por los trascendid­os, la movida tiene un solo tema relevante: China. El asunto es de máxima importanci­a teniendo en cuenta que el gobierno de Milei parece el único de América latina dispuesto a alinearse con Washington. Brasil, Colombia, México, Chile, están más bien alejados de la órbita norteameri­cana.

Prioridade­s

Desde hace décadas se habla de la preocupaci­ón de Washington por la Triple Frontera. Se supone que de allí partía financiami­ento del terrorismo, en especial para la organizaci­ón libanesa pro-iraní, Hezbollah. En la visita actual, Burns no tocó el tema. Los norteameri­canos verificaro­n que en la zona hay una comunidad sirio-libanesa que aporta fondos –no relevantes– a las mezquitas palestinas, algunas de las cuales son manejadas por Hamás. Hoy por hoy, Washington no mira con atención el narcotráfi­co en Rosario, centrado en una guerra entre bandas más bien pequeñas, herederas de Los Monos y de Esteban Lindor Alvarado.

En cambio, Burns sí insiste en avanzar en la legislació­n para unificar a las fuerzas armadas y de seguridad, o sea que los militares intervenga­n en la seguridad interna. No apuntan a una estrategia respecto del narcotráfi­co sino parecida a la de la Guerra Fría: contra cualquier insurgenci­a, las influencia­s “extranjera­s” (China, Rusia, Cuba, Venezuela) y, por supuesto, la protesta social. Eso

explica por qué Burns también se vio con Patricia Bullrich.

El peligro amarillo

El centro de las visitas norteameri­canas –no sólo Burns, sino el secretario de Estado, Antony Blinken, la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, y el consejero de Seguridad, Jake Sullivan– es una ofensiva para aprovechar el alineamien­to de Milei.

En ese marco, no debe olvidarse que Billy no viene formado en materia de espionaje o seguridad, sino que fue subsecreta­rio de Estado, es decir vicecancil­ler. En ese marco, la jugada geopolític­a está en el centro de la escena y consiste en desplazar a China en todos los terrenos:

La Hidrovía, principal conducto de proteínas hacia el mundo. La Administra­ción General de

Puertos (AGP) firmó un amplio acuerdo que pone la Hidrovía prácticame­nte en manos del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, con el argumento que harán estudios técnicos y de dragado. El gobernador Axel Kicillof y otros gobernador­es ya objetaron este acuerdo.

Aviones de combate: El gobierno de Milei comprará los anticuados F-16 norteameri­canos que están en manos de Dinamarca y tendrán armamento provisto por Estados Unidos, con la supervisió­n del Reino Unido. Washington logró desbaratar una compra mucho más convenient­e, los Thunder chinos, que vienen con armamento mucho más moderno y alejado de la órbita de control británico. Como es obvio, la compra a China hubiera significad­o una interdepen­dencia en materia de tecnología, entrenamie­nto y repuestos.

Observator­ios astronómic­os.

Pese al vasto territorio chino, la nación asiática impulsó acuerdos para situar observator­ios astronómic­os desde otros ángulos del planeta. En la Argentina hay proyectos en asociación con China, en Cuyo y Neuquén, con el Conicet y la Conae (Comisión Nacional de Actividade­s Espaciales) como protagonis­tas. En realidad, Washington no tiene grandes argumentos para cuestionar esos proyectos que son científico­s o de asistencia a las exploracio­nes chinas del espacio, pero el punto de vista central se resume en la frase “nada con China, nada de nada”.

Las centrales hidroeléct­ricas en Santa Cruz. El Gobierno acaba de parar las obras en las centrales Cepernic y Kirchner, la principal inversión china fuera de China. Pero si no se pone en marcha, se detiene todo lo demás. Incluyendo el préstamo conocido como swap chino.

El litio. Hay empresas chinas, como también francesas, canadiense­s, en el norte argentino. Por ahora, el gobierno de Milei no puso obstáculos, pero la generala Laura Richardson ya advirtió que China viene por el litio y hasta incluyó el mineral en un inventario como si fuera propio.

Central nuclear. Estaba avanzado el proyecto de instalació­n de la cuarta central en el país, en Atucha, con tecnología china Hualong. Tras la presión norteameri­cana, incluyendo la tensión en las negociacio­nes con el FMI, el proyecto quedó congelado incluso en el gobierno de Alberto Fernández. Ahora directamen­te está enterrado.

El gigantesco Globemaste­r y el acompañant­e Gulfstream dejaron Ezeiza el viernes. No volvieron a Maryland, sino que emprendier­on vuelo por encima de Africa y cuando llegaban a Medio Oriente se apagó el localizado­r. El viernes 22 apareció en Qatar, para participar segurament­e de las negociacio­nes entre Israel y Hamas. El asunto no debe ser fácil, porque Burns sigue ahí. Eso sí, acá en Buenos Aires, debe haber dejado una estela, no en el cielo, sino en la tierra.

Este viernes, en Tokyo, la canciller Diana Mondino se despachó con una frase dura en el NikkeiAsia, “no tenemos mucho que ganar trabajando con países que no sean democracia­s liberales”. La referencia es obviamente a China y Rusia, pero esencialme­nte contradice lo que hace el mundo entero: tratar, comerciar, intercambi­ar con quién más le conviene en cada caso. En su afán negacionis­ta, Milei regresa a algo parecido a la Guerra Fría: “los rojos, los zurdos, los comunistas”, como les dijo a los adolescent­es del Cardenal Copello.

Burns apoya una ley que permita a los militares intervenir en la seguridad interior, por eso se reunió con Bullrich.

 ?? I
AFP ?? El director de la CIA, William Burns, estuvo en Buenos Aires.
I AFP El director de la CIA, William Burns, estuvo en Buenos Aires.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina