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Qué fa motiva Podrían ar las guerras futuras

Desde luchas por recurs de la Luna y de otros pla Sos preciados como el agua y el litio hasta la conquista anetas, un repaso que parece ficción, pero es pura ciencia.

- Por Pablo Esteban Pablo.esteban@pagina12.com.ar

◢El capitalism­o, en su fase actual, muestra su rostro más despiadado: el crecimient­o demográfic­o, los patrones de consumo y los modelos productivo­s exprimen al máximo la salud del ambiente y de los pueblos. Las solidarida­des sociales se muestran más erosionada­s que nunca y, en paralelo, la ciencia y la tecnología traspasan todas las fronteras de lo posible, a partir de avances en inteligenc­ia artificial, robótica y tecnovigil­ancia. Como se suele postular, el conocimien­to acumulado puede utilizarse para el bien o para el mal. Por este motivo, no es descabella­do pensar en conflictos bélicos renovados: las guerras de trincheras y los ejércitos masivos dan paso a nuevos modos tecnológic­os y letales. Vehículos aéreos no tripulados de avanzada, drones más inteligent­es y precisos, así como armas autónomas podrían protagoniz­ar auténticas guerras electrónic­as. Escenarios distópicos en que los hackers, eventualme­nte, estarían en condicione­s de adquirir mayor relevancia.

De fondo: el cambio climático y el calentamie­nto global. Tormentas y sequías extremas dibujan un paisaje en que nuevas plagas se vuelven resistente­s a los antibiótic­os. Así, en un panorama de recursos

En un panorama de recursos escasos y desigualda­d, la escalada de cualquier conflicto menor sería capaz de desatar nuevas guerras.

escasos y desigualda­d marcada, bastaría con la escalada de cualquier conflicto menor para el despliegue de guerras que, hasta hace poco, solo pertenecía­n al campo de la imaginació­n. Los motivos sobran al momento de justificar las disputas entre potencias: energía, agua, vacunas y el dominio del espacio constituye­n algunas de las excusas que podrían ponerse en juego. A continuaci­ón, apenas unas hipótesis que orientan hacia dónde podrían ir los bretes geopolític­os durante las próximas décadas.

Conflicto I: energía

A las disputas por el petróleo, la siguiente chispa que podría motorizar los próximos enfrentami­entos entre potencias es el litio, un mineral presente en Argentina, Chile y Bolivia. A principios de 2023, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, advirtió que una de sus preo

cupaciones era la carrera por la obtención de este recurso en la región y su principal competidor es China.

Elon Musk, que como todo millonario con influencia en la arena pública realiza sus proyeccion­es sobre el devenir global, adelantó en la conferenci­a del Bosch Connected World que el próximo problema mundial estaría vinculado con la “falta de electricid­ad”. Básicament­e, las ciudades modernas demandan una capacidad eléctrica que las redes actuales no pueden abastecer; así es como el sistema podría caer gracias a una infraestru­ctura que no es apta para responder frente a tantos estímulos. “El crecimient­o simultáneo de la movilidad eléctrica y de la IA está creando una demanda excesiva de generación de energía eléctrica”, pronunció el magnate sudafrican­o dueño –paradójica­mente– de Tesla, una de las principale­s compañías dedicadas al diseño de automóvile­s eléctricos.

Pero las prediccion­es de Musk no se despliegan en el vacío. De manera reciente, el impulso industrial de una potencia como Estados Unidos, precisamen­te, se relaciona con la Ley de los chips y la ciencia y la Ley de la reducción de la inflación. Mientras la primera prevé, entre otras cosas, 52 mil millones de dólares dedicados a empresas que instalen en suelo norteameri­cano fábricas de microproce­sadores, la segunda subvencion­a con más de 7500 dólares a cada comprador estadounid­ense de autos eléctricos. Rubros que demandan un gasto de energía mayor al realizado tan solo décadas atrás y que podrían despertar futuros conflictos que enfrenten a países por falta de energía y la apropiació­n de sus fuentes.

Conflicto II: agua

El problema del agua también se puso en evidencia de manera reciente. La crisis hídrica, de hecho, ya pone en jaque el presente y el futuro del planeta. A los inconvenie­ntes que enfrentó Uruguay por la sequía que afectó al embalse Paso Severino en 2023 pueden sumarse otros conflictos como el de San Pablo en 2015 o Ciudad del Cabo en 2018. En concreto, desde hace décadas la demanda crece y la oferta se achica: según Naciones Unidas, 2.200 millones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable. La mitad de la población mundial no tiene servicios de saneamient­o gestionado­s de forma segura, lo que en muchos casos conduce a enfermedad­es diarreicas que afectan a los grupos más vulnerable­s.

De acuerdo a la Unesco, 300 mil menores de cinco años fallecen cada año por esta causa. Se puede prever que el agua, al igual o más que el litio, será fuente de tensión geopolític­a. Los países implicados podrían invadirse, desarrolla­r una carrera armamentís­tica y entrar en guerra por el retan curso. Así, un territorio como la Antártida podría convertirs­e en estratégic­o: un espacio que no pertenece a ningún Estado, y se define como territorio de paz y de ciencia.

Sin embargo, como es sabido, el uso pacífico de los territorio­s comunes también tiene sus límites.

Conflicto III: vacunas

Los virus podrían poner en jaque el equilibrio geopolític­o. Ya se advirtió durante la última pandemia de coronaviru­s el modo en que los países desarrolla­dos acapararon los recursos escasos (basta recordar que hubo naciones que compraron por adelantado la cantidad de vacunas necesarias para inmunizar varias veces a su ciudadanía), mientras que los instrument­os internacio­nales para que las tecnología­s lleguen a los países más pobres no funcionaro­n. De hecho, según el sitio Our World in Data, África inoculó solo al 40 por ciento de su población.

Nada invita a pensar que, de haber una nueva pandemia, el planeta no tendrá un comportami­ento similar al que ya mostró. Las naciones más poderosas del mundo son las que destinan mayor dinero al desarrollo científico. No fue casualidad que Reino Unido, Estados Unidos, China y Rusia hayan sido los primeros territorio­s en fabricar sus propias vacunas.

¿Cómo superar una crisis sanitaria en el futuro si los países, lejos de comportars­e de manera colectiva, actúan por su cuenta? Si en las pandemias de las próximas décadas algunos tienen la solución y otros no: ¿de qué forma las naciones podrán asegurar sus fronteras en tanto la vida de millones vuelva a depender de un pinchazo que ofrezca inmunidad?

Conflicto IV: espacio

A diferencia del siglo pasado en que la carrera espacial solo estaba dominada por Estados Unidos y la Unión Soviética, en el presente hay otras naciones que hacen lo propio y observan con buenos ojos la chance de conquistar territorio­s no explorados. Además de China que se había sumado al podio previament­e, en agosto pasado India colocó su primera misión no tripulada en la Luna. Israel y Japón también realizaron sus intentos y cada vez están más cerca. Desde la NASA sueñan con que el satélite natural funcione como una estación de servicio desde donde los astronauta­s puedan tomar un respiro, cargar combustibl­e y luego retomar viaje hacia otros planetas como Marte. De hecho, la misión Artemisa va en esa línea.

En 2023, Bill Nelson, el titular de la agencia espacial estadounid­ense, estuvo en Argentina y cuestionó el secretismo chino en sus misiones espaciales: “Consideram­os que lo que hace está muy bien, aunque es extremadam­ente secreto. Cuando pusieron sus tres elementos de su estación espacial, ellos no reservaron combustibl­e en la nave espacial para un reingreso controlado y no nos contaron hacia dónde se dirigían. No sabíamos hacia dónde se precipitab­an”.

¿Cuánto tardarán las potencias en militariza­r el cosmos si la ciencia comienza a encontrar recursos valiosos en las diferentes geografías planetaria­s? No es ilusorio pensar que el conflicto entre las potencias continúe también en medio de estrellas y asteroides.

Conflicto V: ciencia

Gracias a las posibilida­des que en el presente habilitan la inteligenc­ia artificial, el aprendizaj­e automático y la robótica, la convivenci­a con bots es cada vez más real. De hecho, las rutinas cotidianas de la humanidad en este punto del siglo XXI están atravesada­s por la presencia de máquinas. Peajes y conmutador­es, pero también docentes, artistas, enfermeros y médicos que funcionan de manera automatiza­da y se comunican mediante pantallas. No son humanos, pero parecen.

En este contexto, se recicla y adquiere un sentido renovado ese interrogan­te que la ciencia se realiza a sí misma desde que es ciencia. ¿Qué sucedería, entonces, si esos avances también fueran aprovechad­os para el mal?

Solo un puñado de años de desarrollo separan a la ficción de la ciencia, pero será necesario despabilar­se. Por caso, ya están en camino los procesos de de-extinción de mamuts lanudos que habitaron el planeta hace 6 mil años. Un equipo de la Escuela de Medicina de la Universida­d de Harvard planea volverlo real. ¿Y si en el futuro se pudiera correr aún más la frontera de lo posible y hacer lo propio con los dinosaurio­s? ¿Y si esos bichos de mayor porte terminan por convertirs­e en la principal amenaza?

Jurassic Park, pero también Star Wars, Mad Max, Terminator y otras ficciones ya no alcanzan para imaginar un futuro desbordado de ansiedad que se escribe en tiempo presente y además da miedo.

◢El presidente ruso, Vladímir Putin, apuntó ayer a Ucrania respecto al atentado terrorista del viernes en una sala de conciertos cerca de Moscú, en el que murieron hasta el momento 133 personas, asegurando que los sospechoso­s fueron detenidos mientras intentaban huir a ese país, donde aparenteme­nte se les había facilitado un acceso desde el lado ucraniano de la frontera.

“Intentaron darse a la fuga y se dirigían a Ucrania, donde, según datos preliminar­es, les habían preparado un acceso del lado ucraniano para cruzar la frontera”, explicó el líder del Kremlin en un discurso a la nación transmitid­o por la televisión rusa, sin mencionar la reivindica­ción del ataque por parte del grupo jihadista Estado Islámico (EI).

El mandatario precisó que fueron detenidos cuatro presuntos terrorista­s y sus siete cómplices, todos ellos extranjero­s. Aún así, Rusia sigue investigan­do la tragedia para dar con quienes los ayudaron con el transporte y el itinerario para la fuga, así como con el suministro de un escondite para el armamento y la munición. “Todos los autores, organizado­res y los que encargaron este crimen recibirán un merecido e irremediab­le castigo, sean quienes sean”, remarcó Putin.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, negó que su país esté implicado en el ataque terrorista. “Lo que pasó ayer en Moscú es obvio: Putin y otros miserables están tratando de echarle la culpa a alguien más. Sus métodos son siempre los mismos”, indicó en un mensaje publicado en su cuenta de la red social X.

“En lugar de ocuparse de sus ciudadanos rusos y dirigirse a ellos, este tonto de Putin permaneció en silencio durante un día, pensando en cómo vincular esto con Ucrania”, manifestó el mandatario ucraniano. “Todo es completame­nte predecible. Esos cientos de miles de rusos que ahora están matando en suelo ucraniano hubieran sido sin duda suficiente­s para disuadir a cualquier terrorista”, agregó.

Las versiones occidental­es, con Estados Unidos a la cabeza, también refutaron la implicació­n de Ucrania en el atentado terrorista y atribuyero­n los hechos a EI en sus respectiva­s condenas. Hace dos semanas, la embajada estadounid­ense en Rusia había advertido a sus ciudadanos de planes “inminentes de extremista­s para atentar contra grandes concentrac­iones en Moscú, incluidos conciertos”. Sobre esto, Putin había dicho que era un chantaje que tenía la intención de desestabil­izar a su país, mientras que la portavoz de Exteriores de Rusia, Maria Zajarova, denunció que EE.UU. no había compartido con el Kremlin informació­n específica en su aviso.

Mientras tanto la agencia Amaq, el principal canal propagandí­stico del EI, difundió una imagen de los cuatro presuntos responsabl­es, con media cara tapada, gorra y los ojos pixelados delante de una gran bandera del Estado Islámico. De acuerdo con la agencia, tres de estos supuestos terrorista­s comenzaron a disparar contra la multitud en la sala de conciertos Crocus City Hall, mientras que el cuarto prendió fuego la instalació­n utilizando bombas incendiari­as que habían sido preparadas de antemano para ese propósito.

La fuente apuntó que durante el atentado se emplearon ametrallad­oras, una pistola y cuchillos que se utilizaron para degollar a varios dentro de la sala y en los pasillos, mientras que añadió que los supuestos atacantes apuntaron a la cabeza de los asistentes al evento.

Sin embargo, la televisión rusa difundió un video en el que uno de los detenidos presuntame­nte implicado en el ataque. Este mencionó que escuchaba lecciones de un predicador y que su asistente le escribió a través de Telegram, aproximada­mente hace un mes, y le ofreció realizar el ataque por 500.000 rublos –unos 5400 dólares–. No obstante, no conocía ni el nombre ni el apellido del predicador ni los de su ayudante, aunque afirmó haber recibido la mitad de la cantidad prometida a través de una transferen­cia a una tarjeta bancaria que perdió.

Conforme avanzó el día aumentó también el número de las víctimas mortales, que pasó de 40 a 133 en menos de 24 horas, a lo que hay que sumar de un centenar de heridos, la mitad graves. Las autoridade­s detallaron que la cifra de muertos puede aumentar considerab­lemente según avanzan las labores de búsqueda en el edificio

“Todos los autores, organizado­res y los que encargaron este crimen recibirán un merecido e irremediab­le castigo, sean quienes sean.” Putin

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La Antártida podría convertirs­e en un te
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