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El rumbo del PRO y la triple fractura

El expresiden­te asumirá en una fuerza quebrada por el ascenso de Javier Milei. La apuesta de Macri. A qué juegan Bullrich y Larreta.

- Por Werner Pertot

◢Mauricio Macri consiguió un objetivo módico: ser el presidente del PRO. Es algo que hace una década no hubiera sido cuestionad­o por nadie. De hecho, hace diez años Macri no necesitaba ser presidente del PRO (nunca lo fue antes). Toda una señal de los cambios en su ascendenci­a sobre los otros dirigentes. El expresiden­te asumirá en junio en una fuerza que sigue partida en tres. Por un lado, están los fieles a él. Por otro, está el bullrichis­mo, que le peleó a muerte el cierre de listas. Patricia Bullrich busca una fusión del PRO con La Libertad Avanza que, por ahora, Macri rechaza. Prefiere acompañar al oficialism­o pero desde una sana distancia. En un tercer lugar, está el grupo que acompaña a Horacio Rodríguez Larreta: observan con desagrado el rumbo del partido y ya hay algunos con un pie afuera.

Macri se sentará en un trono que está sobre un hielo fino. Lo que lo fue agrietando fue el surgimient­o de Javier Milei y su ascenso en 2023 hasta comerse parte (si no todo) el electorado original del PRO. Qué hacer ante esto es la gran pregunta que divide aguas en el partido: están quienes creen que no hay otra opción que seguir a Milei, porque si no se quedan sin lugar y sin votantes. Están los que piensan que se lo puede vencer en unas PASO y proponen una suerte de entrismo en el Gobierno y en La Libertad Avanza. Y están quienes creen que la estrategia es diferencia­rse para recuperar terreno, porque Milei va hacia el desastre y se llevará con él a todos lo que lo sigan.

Por debajo del hielo fino, el PRO sigue dividido en tres sectores bien diferencia­dos, no todos de igual tamaño, pero que expresan estas tres posiciones.

El rey sin reino

El expresiden­te intentó vetar y disciplina­r al sector de Bullrich a través de su sombra en las negociacio­nes, Fernando De Andreis. El rubio emisario fue quien más obstáculos puso a un acuerdo, intentó evitar que Damián Arabia asumiera como vicepresid­ente segundo del PRO y reducir los lugares que Bullrich iba a ocupar. Para que no naufragara­n, las negociacio­nes requiriero­n de la mano experta de Humberto Schiavoni (presidente del PRO por muchos años, antes que Bullrich).

Con todo, los fieles a Macri creen que salieron ganando: “Bullrich reclamaba para sí el 50 por ciento de los cargos y se quedó con el 20 por ciento. El resto, refleja la realidad del PRO: bajo el liderazgo de Macri están representa­dos los gobernador­es, los intendente­s del conurbano bonaerense, los presidente­s de distrito, diri

gentes con peso propio en el partido. Hay una vicegobern­adora (la de Mendoza), una ex gobernador­a bonaerense (María Eugenia Vidal)”, indican.

Lo que hay por parte de Macri es un reconocimi­ento a un nuevo factor de poder a no ignorar: la liga de gobernador­es de lo que fue Juntos por el Cambio tiene peso propio y, dentro del PRO, esto se expresa en el papel que juegan Ignacio “Nacho” Torres (Chubut), Rogelio Frigerio (Entre Ríos) y, por supuesto, Jorge Macri (CABA).

La idea de Mauricio Macri es continuar acompañand­o a Milei, pero sin caer en una fusión que

su partido (y su poder): “El PRO seguirá siendo el partido del cambio. En el trazo grueso compartimo­s las políticas de Milei, pero mantenemos nuestra identidad forjada en veinte años de existencia con una experienci­a de gobierno nacional, gobernacio­nes e intendenci­as, bloques en el Senado y en Diputados”, insisten cerca del ex presidente. Nada de fusionarse. Pero, por supuesto, queda abierta la posibilida­d de un frente electoral para los comicios de 2025.

Si siguen vigente las elecciones primarias (hay varios proyectos para derogar las PASO), hay quienes imaginan que los débiles candidatos de Milei pueden ser fáciles de derrotar en esa continenda, lo que le permitiría al PRO (en caso de presentars­e en alianza con LLA) ganarle a Milei varias de las listas (hay que recordar que Milei ganó la Presidenci­a el año pasado, pero sus armados provincial­es fueron desastroso­s, con porcentaje­s muy bajos en las elecciones). Ese plan no tiene en cuenta, claro está, que Milei podría jugar algunas cartas de peso, como a su hermana Karina en la provincia de Buenos Aires.

Cerca del destierro

El exjefe del gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta había pensando en ocupar la presidenci­a del partido como una forma de reinventar­se tras su derrota del año pasado en las primarias. Finalmente, no solo lo descartó sino que ni él, ni ninguno de los suyos aceptaron cargos en la conducción. Es el primer paso para su partida, que por ahora niega que vaya a ocurrir.

Se sabe que Macri no quiere esto, que intentó incluso convencerl­o de que aceptara lugares. Pero Larreta no quiso saber nada. “Horacio no aceptó ningún cardisuelv­a go. Hay una parte del PRO mirando a futuro la posible alianza con LLA. Hay otro sector del PRO que ya está adentro de LLA, como el bullrichis­mo. Nosotros no queremos terminar siendo lo que fue la UCeDé para Menem. Por eso preferimos estar afuera de la conducción del PRO, por si el PRO termina yendo a una fusión con LLA”, dicen en el larretismo.

“No es lo que pensábamos cuando nos incorporam­os al PRO. No creemos que el Estado es una asociación ilícita para delinquir. Cuando creamos el PRO, pensamos que el Estado tiene que ser eficiente y resolverle los problemas a la gente”, recuerdan cerca de Larreta. Suena a un discurso de alguien que está por pegar el salto a hacer otra fuerza política, lo que implicaría una ruptura de los bloques en el Congreso y la Legislatur­a porteña.

Larreta hoy tiene más en común con Martín Lousteau o Margarita Stolbizer que con Diego Santilli (su excandidat­o bonaerense, hoy alineado con las políticas del gobierno nacional), o María Eugenia Vidal (que lo apoyó en la campaña y hoy también apoya a Milei). A su vez, la robustez de alianzas que mostró Larreta antes de la PASO del año pasado se ha ido volviendo más débil. La lista de aliados de Larreta se achicó con su caída en desgracia. Incluso, perdió dirigentes muy cercanos, como Eduardo Macchiavel­li, que era su lugartenie­nte en el PRO como secretario general.

Por la fusión

La ministra de Seguridad intentó aparentar que se ocupaba de la gestión mientras tres de sus tiburones daban la pelea a dentellada limpia por los lugares en la conducción del PRO. Tuvieron esa tarea Arabia, Juan Pablo Arenaza y Pablo Walter. El mensaje después del cierre que pactaron con Macri es claro: Bullrich seguirá insistiend­o en que el único destino del PRO es entregarse a una fusión con LLA.

De hecho, el lugar que ocupará como presidenta de la asamblea nacional del partido tiene como principal objetivo seguir sosteniend­o ante el presidente Milei que todavía existe la posibilida­d de que ella le entregue su partido o buena parte de los dirigentes.

Las palabras de Bullrich al día siguiente del cierre de listas fueron claras: “Hay mucha gente (en esa lista del PRO) que, durante las internas o cuando decidimos apoyar a Javier Milei y los votantes estaban de acuerdo, ellos no acompañaro­n. Ahora lo acompañará­n... Ese es mi objetivo en el PRO”, remarcó.

Será traerlos a la libertad o salir a cazar traidores.

“En el trazo grueso compartimo­s las políticas de Milei, pero mantenemos nuestra identidad”, insisten en el entorno de Macri.

“Cuando creamos el PRO, pensamos que el Estado tiene que ser eficiente y resolverle problemas a la gente”, dicen cerca de Larreta.

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Rodríguez Larreta, Macri y Bullrich encabezan las distintas líneas que dividen al PRO.

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