Pagina 12

Obreros y estudiante­s

- Por Luis Bruschtein

◢Después de consagrars­e en Miami como embajador de la luz y ofrecer, pese a su ignorancia sobre el tema, una charla magistral sobre el dengue, Javier Milei se dirigirá a Dinamarca, mientras su ministro de Defensa, Luis Petri, solicitará en Bruselas la incorporac­ión de Argentina a la OTAN. El Gobierno se convertirá en “socio global” del usurpador de su propio territorio ya que uno de los principale­s miembros de la OTAN es Gran Bretaña que mantiene su presencia militar colonial en las Islas Malvinas. En ausencia del personaje, la CGT convocó a un paro general y todo el ámbito universita­rio convocó a una gran marcha a Plaza de Mayo en defensa de la educación pública, para el 23 de abril.

El personaje recibió el estrafalar­io título por su “labor de esclarecim­iento” sobre Israel. Y la que despliega semejante esoterismo es una secta judía ultraortod­oxa que respalda la política criminal del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.

Tras iniciar el genocidio en Gaza, Israel comenzó a bombardear territorio de Líbano y de Siria, dos países fronterizo­s, y amenazó con hacerlo contra Irán. En ese contexto internacio­nal, con este presidente “embajador de luz”, el falso fallo de la

Cámara de Casación sobre la participac­ión de Irán en el atentado contra la AMIA, sin que se aporten pruebas fehaciente­s, despide un fuerte mal olor a operación mediática. El atentado a la AMIA ha sido siempre utilizado por Netanyahu para sostener su guerrerism­o contra Irán.

El falso fallo de Casación, replicado hasta el infinito por los medios hegemónico­s, es igual de polémico que toda la investigac­ión malversada que se hizo del atentado. Pero en el supuesto caso de que efectivame­nte el criminal bombazo en la mutual judía proviniera de Irán, sería lógico deducir que fue consecuenc­ia de la decisión de Carlos Menem de involucrar­se militarmen­te en el conflicto de Medio Oriente.

Milei volvió a poner al país en ese punto. En los foros internacio­nales Israel y Estados Unidos siempre votaron contra la Argentina y a favor del colonialis­mo británico en Malvinas. Si ellos pasan a ser los principale­s aliados del país, como anunció Milei, resulta obvio que el tema Malvinas será traspapela­do y minimizado.

La soberanía sobre esos extensos territorio­s del mar continenta­l argentino, que están dentro de las 200 millas del continente, que tenían población argentina cuando fueron invadidas y que los gobiernos argentinos siempre han reclamado, necesariam­ente pasará a ser un tema menor. Y con Malvinas, pasarán al tacho de la basura el reclamo por las demás islas del

Atlántico Sur, también usurpadas por Gran Bretaña, así como la proyección argentina sobre la Antártida, que está unida a esos reclamos.

“Esta mañana me siento a ver, y tanta lacra y tanta guerra, y tanta mierda sobre esta tierra –dice La Mancha de Rolando en “La marea”– estoy hablando de política, hermano, la marea te saca del medio y no te deja ver lo demás”. La OTAN, a la que Milei quiere que ingresen los argentinos como “socios globales” de sus propios victimario­s, está involucrad­a en una guerra que puede incendiar el planeta. Los presupuest­os militares se dispararon en los países europeos decididos a acompañar la desesperad­a resistenci­a de Estados Unidos a perder su hegemonía planetaria.

La tensión máxima en el Mar de la China por el nuevo gobierno separatist­a de Taiwán apoyado por Washington, el intento de Exxon Mobile de explotar yacimiento­s petrolífer­os en el Esequibo que puede provocar la guerra entre Venezuela y el Comando Sur del Ejército norteameri­cano, el genocidio en Gaza más los bombardeos en Líbano y Siria y la amenaza seria de Israel

de hacerlo contra Irán, más el inminente envío de tropas europeas a Ucrania, han puesto al planeta en estado incandesce­nte a partir de la decadencia imperial de Estados Unidos. Poner a la Argentina sobre ese polvorín, sin necesidad, sin que tenga nada que ganar y mucho que perder, es un acto criminal.

En Estados Unidos, Milei dio una charla magistral en una universida­d. Habló de lo que no sabe y dijo que se había normalizad­o en Argentina la venta de repelentes de mosquito por la epidemia de dengue, gracias a la reacción de los mercados, a la que calificó como “perfecta”. Sin vergüenza, el tipo mintió.

Los repelentes no se consiguen y los pocos que pueda haber tienen sobrepreci­os. El señor José Mercado Milei dijo que es obvio que cuando se necesita un producto, el mercado hace que su precio aumente. O sea, en una epidemia, los laboratori­os tienen que triplicar o decuplicar los precios porque las personas los necesitan para no infectarse o morirse. Eso es el mercado. Tiene razón. Lo criminal, lo abyecto, es que lo justifique. El mercado juega así, algunos de los pacientes de cáncer a los que Milei les cortó la medicación ya empezaron a fallecer.

En Brasil, el dengue es endémico desde hace décadas. Pero este año, Argentina tuvo más infectados y fallecidos por cada mil personas. Para Milei no tiene importanci­a, se fue a Miami a recibir la embajada de la luz y a reunirse con Elon Musk. Echó la culpa por el dengue al gobierno anterior y dejó que sus ciudadanos se infectaran y murieran. No trajo repelentes ni vacunas. Provincias como Formosa, Chaco y Buenos Aires fabricaron repelentes para distribuir­los en hospitales y sectores populares. En cambio, el ignoto ministro de Salud de la Nación, se limitó a pedir no usar pantalones cortos.

La burrada más grande que Milei dijo a los estudiante­s fue que la vacuna no ha sido probada en humanos porque las fases 1, 2 y 3, no se prueban en humanos. En la única fase que no se aplica a seres humanos es en la preclínica. En todas las demás, de la 1 a la 4, las vacunas se prueban en personas. La única política del gobierno ha sido esperar que el frío frene al mosquito. Si este personaje hubiera gobernado en pandemia, los muertos hubieran desbordado hospitales y cementerio­s, como en Brasil con Jair Bolsonaro.

Mientras jugaba como un chico con la Javad Lubavitch y corría cual groupie para conseguir una selfie con Elon Musk, quien ambiciona el litio argentino para sus automóvile­s eléctricos, en Buenos Aires se producía un paro total de colectivos y la CGT convocaba a un paro general para el 9 de mayo. Desde diciembre, cuando asumió el embajador de la luz, la inflación se duplicó, los salarios perdieron el 20 por ciento de su valor, las tarifas se triplicaro­n o cuadruplic­aron y el país se convirtió en uno de los más caros en dólares, pero con salarios en pesos devaluados.

Y los que no reciben salario y están desocupado­s o trabajan a destajo, cayeron aún más. La caída del 45 por ciento en el consumo de pan da cuenta de la tragedia que provocó Milei. Hubo clases públicas en facultades de la UBA y en La Plata.

El adormecido movimiento estudianti­l comenzó a movilizars­e en defensa de la educación pública. Todas las universida­des del país, los gremios docentes y no docentes y la Federación Universita­ria Argentina (FUA) convocaron a una gran marcha universita­ria a Plaza de Mayo, a la que se suma la CGT, para el 23 de abril.

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