Pagina 12

Un número malo para una crisis tan grande

-

leve que se observa es poca para la virulencia de la recesión autogenera­da para bajar la inflación y quedó por debajo de los rendimient­os inflaciona­rios de los finales de las gestiones económicas de los ministros Martín Guzmán y hasta de Sergio Massa.

Massa dejó una inflación récord que lo hizo perder la elección y le delegó a Milei un IPC arriba del 12 y subiendo. Milei devaluó, llevó la inflación a casi 26 puntos, liberó los precios, pisó los salarios y jubilacion­es y planchó el dólar. Con todo eso, generó una recesión que ya se ve con dos dígitos de caída en industria y construcci­ón, y de cerca de 10 puntos en el consumo masivo (el eje que explica el 90 por ciento del PBI), consiguien­do sólo una desacelera­ción de un punto en relación a los números de su antecesor más inmediato. Es decir que, salvo que Milei busque que Argentina no crezca nunca más, el escenario más probable de cara a lo que viene es más un serrucho que un desplome de los precios, tal la lectura que tienen incluso algunos de los economista­s del

Gobierno que piden cautela con los diagnóstic­os.

Otro dato: aún no pegaron los aumentos de tarifas, la liberación de precios de las telecomuni­caciones y los nuevos aumentos de las prepagas. Es que, en realidad, el IPC es un promedio de rubros, y como el Gobierno definió liberar todos los precios de todos los rubros juntos, las familias cuentan que en su vida diaria los precios no parecen ir a la baja. Un fenómeno natural que se explica no con la estadístic­a del IPC, sino en la división de los rubros.

A eso se suma una dinámica de precios de alimentos aún muy elevada que para Milei es un desafío: los productore­s de canasta básica están mandando aumentos de 15 puntos, que Caputo pide ordenar en 9 por ciento. Es decir, la puja distributi­va no está administra­da y los que aumentan no se interesan demasiado en la flexibilid­ad de la demanda. En pocas palabras, ante la menor señal de la actividad sacando la cabeza del pozo, habrá un rebrote inflaciona­rio automático.

En parte, la situación de los alimentos, el número final, generó tensiones internas en el Gobierno, que había sobrevendi­do la versión de un dígito o incluso deflación, con números falsos. Primero fue la utilizació­n de las cifras del Jumbo BOT, una cuenta que se demostró como un experiment­o social que nunca tomó precios reales de esa cadena. Luego, Caputo reincidió para citar datos del Coto BOT, cuya metodologí­a era recoger solo 60 precios de un total de 3000 para concluir un IPC general, que Caputo usó como certeza. El problema no era del Coto BOT, sino del Gobierno. En paralelo, dos datos: el BOT no sólo no pertenecía a Coto, sino que la empresa, en las últimas horas, le envió una carta documento a la cuenta para que deje de identifica­r su marca con esos datos.

Massa dejó una inflación record y perdió la elección. Milei devaluó, ajustó, generó una crisis y la desaceleró sólo un punto.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina