“Hay mucho machismo en el fútbol femenino”
A cinco años de aquel primer contrato firmado, la ahora exjugadora hace un balance y siente que la actividad no creció como esperaba y que retrocedió en algunos aspectos.
◢El 12 de abril de 2019 fue un día histórico para el fútbol femenino en la Argentina: quince jugadoras de San Lorenzo firmaron sus primeros contratos profesionales. Y no fue casualidad, porque la lucha había comenzado con anterioridad y con Macarena Sánchez como abanderada, luego de que la delantera intimara, dos meses antes, a la UAI Urquiza, pidiendo que se regularizara su situación laboral.
La acción de Sánchez fue sumamente disruptiva y desnudó la peor cara de la disciplina. No obstante, su exposición no fue gratuita y la convirtió en el centro de un sinfín de críticas por parte de los detractores de la igualdad en el fútbol. En una entrevista con la agencia Noticias Argentinas, la ex atacante recordó aquella jornada y todo lo que desencadenó en su vida personal, al tiempo que consideró que el crecimiento del femenino se planchó y hasta tuvo “algunos retrocesos”.
–Se cumplen cinco años de la firma de tu primer contrato, el primero también para una jugadora en Argentina, ¿cómo lo recordás?
–Lo primero que se me viene a la mente es mucho cansancio. Fueron meses súper estresantes. No podía disfrutar ni podía dimensionar lo que estaba pasando. Pero fue una alegría muy grande y fui cayendo con el correr de las semanas. Ese día fue una locura. Había periodistas y hasta medios internacionales, estaba muy nerviosa. Después ya me cayó la ficha y fue otra cosa.
–¿Te imaginaste que podía desencadenar todo lo que desencadenó?
–Era el objetivo. Sí creí en un principio que no iba a poder volver a jugar al fútbol. Hacés una de esas y quedás un poco marcada con todos los clubes, pensé que no me iban a contratar más. De todas formas, aunque deseaba volver a jugar, prefería hacer el intento de cambiar algo y pelear desde otro lugar. Acepté que me había tocado eso, que me había pasado a mí y algo tenía que hacer.
–¿Quedar como abanderada te
cargó de responsabilidades que no te correspondían?
–Sí, ni hablar. Pero fue una responsabilidad que elegí. No fue fácil y creo que nadie está preparado para eso. Yo no lo estaba, fue una responsabilidad muy grande. La gente te empieza a poner de ejemplo y todo se hace más complicado, quedás en la mira y te juzgan para bien y para mal. Fueron muchas presiones, más las que me ponía yo, y por momentos me desbordaba pero pu
de sobrellevarlo.
–¿Sentiste presiones también en relación a tu rendimiento dentro de la cancha?
–Sí, era súper difícil. Tenía mucho miedo en ese sentido, de no poder responder futbolísticamente con todo lo que había pasado. Sabía que mucha gente pensaba: “A ver cómo juega esta después de haber hablado tantos meses”. Pero hoy me doy cuenta que me sirvió, porque yo en San Lorenzo mostré
mi mejor versión futbolística.
–¿Por qué creés que genera tanta resistencia el crecimiento del femenino?
–Muy atrás o muy adelante de todo eso, no hay nada más que machismo. Se puede poner en discusión si genera ganancias o pérdidas, si es tan visible como el fútbol masculino o tan lindo de sentarse a ver, es válido. Pero para que una disciplina sea así, para que un partido del femenino resulte entretenido
como un Boca-Lanús del masculino, primero hay que invertir. Y eso lleva un montón de tiempo y plata, no se genera de un día para el otro. También necesita decisiones que implican buena voluntad. Más allá de eso, hay otras discusiones que son directamente agresiones de gente que está completamente negada al crecimiento del femenino. Yo no veo beisbol pero no me enojo, no lo veo y listo. Hay mucho ensañamiento contra la mujer en ese sentido.
–¿Es más difícil la lucha por el fútbol femenino ahora que en esos momentos?
–Sin dudas. En ese momento estaba más latente que nunca el feminismo y un montón de mujeres se estaban dando cuenta de que efectivamente eran feministas. Había un fervor detrás de eso para subirse a todos los reclamos, que para mí está buenísimo y hay que retomarlo, aunque creo que tiene que haber un orden de prioridades. Además, hoy se puso un poco de moda ser un sorete. No sé si es que estuvieron escondidos un tiempo esperando para organizarse y salir todos juntos porque había un montón de mujeres empoderadas. El feminismo tiene que encontrar un poco la organización, volver a agruparse y hacerle frente a los mis
mos a los que se les hizo frente antes, para que sientan vergüenza de ser eso. Hoy todos los debates están el triple de complicados que en ese momento.
–¿Faltó fuerza en el colectivo de jugadoras para seguir avanzando?
–Pasó lo que pasa en todos los ámbitos, siempre es más lindo mirarla desde el sillón y ver cómo los demás se rompen el lomo para conseguir algo. Que te llegue por obra y gracia de las demás. Sigue pasando hoy, aunque yo estoy bastante más alejada. Los reclamos son exactamente iguales y la lucha interna del colectivo es la misma. Se quejan dos o tres de un plantel y las demás cierran la boca. Pero es así en todos lados, en ámbitos de varones también. El ser humano es así, es más fácil que otro se mueva. Hay una cuestión de egoísmo y un montón de machismo dentro del femenino, eso me parece lo grave. Después, el tener miedo es entendible.
–¿Se planchó el crecimiento del femenino?
–Sí, incluso creo que en cuestiones se dieron pasos para atrás. Tuvimos la mala suerte de que justo se profesionalizó poco tiempo antes de la pandemia. Veníamos visibilizando con ayuda de los medios y después quedó de lado por una cuestión lógica. Se pudo retomar, se sumaron sponsors, se empezaron a transmitir todos los partidos, más la ayuda de la AFA con el tema de los contratos. Pero después se retrocedió, hay equipos donde siguen peleando por las condiciones de la cancha, por la ropa, porque se suspenden partidos por no llegar la ambulancia, porque no se juega en los estadios principales.
–¿Por qué pasó eso?
–No sé bien. O sí, por muchas cosas. Desinterés, porque en ese momento estaba en agenda y servía aprovechar la movida. Cuando la ola empezó a bajar, se fue con todos y volvieron los discursos de que no vende. Las pocas jugadoras que estaban prendidas en la lucha dejaron de jugar, se cansaron, y las que no estaban subidas, nunca se subieron. Confío en que en algún momento algo va a cambiar, pero pierdo un poco las esperanzas a medida que va pasando el tiempo. Lamentablemente tiene que ver todo con el empuje y la voluntad de las jugadoras, aunque no debería ser así. Eso es ser futbolista en un país súper machista, podés luchar o hacerte la boluda y cada tanto recibir
“Hay otras discusiones que son directamente agresiones de gente que está completamente negada al crecimiento del femenino.”
Eso es ser futbolista en un país súper machista, podés luchar o hacerte la boluda y cada tanto recibir algunos beneficios.
algunos beneficios.
–¿Esos beneficios no son coletazos de la lucha de hace algunos años?
–Fue todo consecuencia de eso, como todas las cosas positivas que pasaron en el femenino. Después derivó en la lucha de un montón de deportistas de otras disciplinas, se acercaron los sponsors, fue una movida grande. Y fue consecuencia de la lucha feminista, le guste a quien le guste.