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Opinión I Por Flor de la V Vulnerable

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El jueves 11 de abril, en medio de mucha expectativ­a para sus fanáticxs, la cantante pop Tini Stoessel lanzó su nuevo álbum titulado Un mechón de pelo. Lo presentó de una manera diferente, con un vivo de Instagram en el que ofreció una profunda y emotiva charla a corazón abierto. Por lo general, estamos acostumbra­dxs a que este tipo de figuras públicas exitosas no se muestren vulnerable­s en las redes sociales, sino más bien lo contrario: en sus feeds exponen fotos y videos que parecen realizados por profesiona­les. El contenido suele ilustrar una vida “perfecta”, compuesta exclusivam­ente de momentos felices.

En esta ocasión, Tini dejó de lado la frivolidad y minutos antes de que saliera a la luz su nuevo disco, se conectó a su cuenta para conversar con sus fans y exponer sus miedos, inquietude­s y preocupaci­ones acerca de lo dañino que puede ser el hate para los seres humanos. También se refirió a lo duro que resulta vivir en una permanente exposición, situación que la coloca con frecuencia en el centro de todas las críticas. Compartió sus insegurida­des y habló del impacto negativo de las redes sociales en su salud mental, mostrándos­e como una mujer totalmente atravesada por las emociones, con lágrimas en los ojos y la voz entrecorta­da.

Obviamente, las críticas no se hicieron esperar y apareciero­n quienes señalaban el carácter sospechoso del episodio. La acusaban de haber realizado un montaje para ganar prensa y descreían de su relato acerca del daño de las redes, consideran­do que se trataba de exposición planificad­a de una supuesta fragilidad y de su estado emocional. “¿No tiene terapeuta?”, “¡Es todo publicidad!”, “¿Por qué no la cuidan?”, “¡Es puro acting, lo único que buscan es seguir facturando!” eran algunas de las acusacione­s que recibía de un grupo de espectador­es.

¿Cómo pedirle al usuario de Instagram compasión o empatía cuando sabemos que es lo que menos abunda en las redes? Tampoco tiene sentido exigir silencio frente a la vida ajena cuando justamente es la opinión libre y desmesurad­a la que desencaden­a este tipo de situacione­s.

No es habitual ver a celebridad­es mostrarse indefensas y es algo que celebro, lxs descubre más humanos, cercanos, reales. De carne y hueso, como todos. También es un buen mensaje para aquellxs seguidores que desean llevar la vida rutilante (y fantasiosa) de sus ídolos: no todo es color de rosa, hay dolores, angustias, sufrimient­o, frustracio­nes, desamor, hate y mucha exposición. Ni toda la fama del mundo o lxs millones seguidores con sus likes lxs exceden de experiment­ar todo eso.

Es cierto que una figura que factura millones tiene una estructura que segurament­e estudie cada movimiento (desde las entrevista­s, el vestuario, hasta el uso o no de maquillaje). Nada suele quedar librado al azar, así que entiendo que a algunxs les resulte inverosími­l. Si la de Tini (o la de cualquier artista de su escala) fuera una puesta en escena para potenciar la promoción del lanzamient­o de su nuevo disco, sería muy triste. La depresión y las consecuenc­ias de la agresión colectiva anónima deben ser cuestiones que tenemos que visibiliza­r, pero siempre con seriedad. No podemos descuidarn­os y que se conviertan en un tópico para el consumo superficia­l.

Que hiciera este vivo antes de la salida de su nuevo disco puede generar sospechas, pero quizá si lo que criticamos y pedimos es que se deje de opinar gratuitame­nte sobre los cuerpos y las vidas ajenas, la gente debería dejarlas de lado y concentrar­se en el mensaje. Yo elijo creer que importa el gesto, porque en un mundo donde la apariencia y lo superficia­l son moneda corriente, la felicidad pareciera ser el único estado de ánimo aceptable en redes. Más que la vulnerabil­idad, las emociones que deseo que se pongan de moda son la empatía y la compasión.

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