Pagina 12

Restaurant­es, se acabó la fiesta

En enero llegó el primer dato negativo desde la pandemia. Con el doble de inflación, ya no hay pesos excedentes para salir a gastar.

- Por Leandro Renou

◢La foto cambió en menos de dos meses de manera radical y derrumbó varios mitos populares. Los restaurant­es, que venían llenos en el último año y eran un fenómeno que muchos explicaban como “gente gastando los pesos” ante la inflación que le imposibili­taba otros consumos, se vaciaron a niveles históricos. Aun con una inflación acumulada por el gobierno de Javier Milei que supera el 70 por ciento en los más de tres meses de llegada al poder y es la más alta de los últimos dos arranques de gobiernos anteriores, el consumo de restaurant­es se desplomó y ya la gente no parece querer desprender­se de los pesos. En pocas palabras, el fenómeno del boom de restaurant­es y hoteles de los últimos dos años tiene explicacio­nes más complejas, que involucran, además de la marcha de los precios, la resistenci­a de los salarios y los incentivos al consumo.

Los números del parate y la caída se observan en el Estimador

Los dueños explican que hay caídas de entre 20 y 50 por ciento en la cantidad de asistentes a restaurant­es en marzo y que el tarifazo pega duro.

Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec que confirmó que, en enero de este año, último dato disponible, el nivel de actividad en Restaurant­es y Hoteles (así se describe al rubro) fue 1 por ciento menor al del igual mes del 2023, que había mostrado a la vez una crecida del 10 por ciento contra enero del año previo. Esa caída interanual tiene, además, otro condimento. También hay un derrumbe si se la compara con los meses inmediatam­ente anteriores: en diciembre del 23, los asistentes a restos y hoteles habían crecido 9,5 interanual y un 8 por ciento en noviembre. Ese crecimient­o, además, había sido una mejora interanual sobre una base de comparació­n ya muy alta. La referencia es que esos crecimient­os de 9,5 y 8 se dieron contra diciembre y noviembre del 2022, donde el crecimient­o fue, a la vez, del 14 y el 23 por ciento, respectiva­mente. El asunto es que, según el sector, lo peor se está viendo desde marzo, cuando arrancó la temporada baja, sobre todo para hoteles, y donde los costos fijos que liberó el gobierno de Milei, como tarifas, naftas y alimentos, está pegando de lleno en paralelo al ajuste.

El derrumbe del consumo en restaurant­es es tan serio que para

encontrar números negativos hay que irse a tiempos pandémicos. Las últimas caídas del sector fueron en los primeros meses del 2021 y desde allí hasta fines del 2023 no hubo ni una sola baja en la demanda de restaurant­es y hoteles en todo el país. “Para nosotros, enero y febrero estuvieron, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, menos mal de lo esperado, pero ahora en marzo se viene lo más difícil”, dijo a PáginaI12 Daniel Prieto, titular de la Asociación de Hoteles, Restaurant­es, Confitería­s y Cafés (Ahrcc), y que “el aumento de los costos fijos está complicand­o mucho”.

Prieto detalló que “la gente ya no consume cosas caras, y nosotros no podemos trasladar más costos a precios, por eso el aumento de los costos fijos es un problema importante, se triplicaro­n o cuadruplic­aron”. El empresario advirtió, además, sobre el impacto de la suba de las tarifas de energía, que están golpeando duro.

Este diario habló además con dueños de restaruran­tes que pidieron reserva y dan datos que asustan: una caída en la demanda muy importante “y pocas veces vista”. Y sobre todo lo duro de afrontar tarifas de energía que subieron hasta 400 por ciento. Hay locales

en Capital Federal que, de hecho, pasaron de pagar facturas de 500 mil pesos a entre 1,5 millón y 2,5 millones de pesos. “Hasta diciembre nos fue muy bien, después de eso se vino todo abajo”, graficaron las mismas fuentes.

Días atrás, en declaracio­nes a la prensa, Julián Díaz, dueño de los bares La Fuerza, pizzería Roma y el bar notable Los Galgos, ya había alertado de una caída de la facturació­n de entre 20 y 50 por ciento, siendo los más afectados los locales que tienen un target más alto.

Juan Manuel Boetti Bidegain, dueño de los restos Sede, Sifón Sodería, Madre Rojas y Ostende, habló con este diario y contó que “nosotros hacemos un cálculo con la cantidad de tickets, de gente que viene, por un promedio de cubiertos, y en marzo vimos que cayó entre 25 y 35 por ciento la cantidad asistentes en relación al marzo del 2023”. El empresario agregó también que muchos clientes migraron al pago en crédito: “antes el 35 por ciento de la gente nos pagaba en efectivo y ahora es menos del 15. Y de toda la gente que paga con plástico, el crédito se duplicó, hoy el 50 por ciento paga con crédito”. Como sus colegas, asegura que “todos los precios subieron un montón, se materializ­ó muy rápido la falta de plata, se reculó mucho”, y agregó que “hoy todos los gastronómi­cos hablan de que se vienen facturas caras, es parte del análisis comercial”.

En todo el 2022, la actividad fue impactante, con números de dos dígitos de crecida interanual en los 12 meses del año, con mínimos de 14,5 (diciembre) y máximos de 59 por ciento (junio). Naturalmen­te, allí se veía un gran desahogo pospandemi­a, pero también menos inflación que derivaba en más consumo. Luego, en 2023, siguieron números muy altos ya con una inflación que dejó Sergio Massa en más de 250 por ciento. A todas luces, el diagnóstic­o de que el consumo en restos se explicaba como gente soltando los pesos ante la inflación, no fue una explicació­n suficiente. Si así fuera, ahora debería persistir el boom.

¿Por qué no ocurre? porque aún con inflación muy alta, el Gobierno decidió dos variables que condiciona­n: pisar las paritarias, las jubilacion­es y liberar todos los precios de la economía juntos. Ahí entra el reemplazo de consumo, donde la gente que no puede pagar naftas, colegios privados o prepagas, se ajusta para intentar llegar a pagar los servicios esenciales.

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I NA La caída de asistentes no distingue target de restaurant­e.

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