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Treinta años más tarde, aún divide las opiniones

En el libro, el protagonis­ta es diferente, pero Tom Hanks y Robert Zemeckis le dieron forma a un film que a pesar de su inocencia no deja de criticar al “sueño americano”.

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El director de fotografía Don Burgess, nominado al Oscar, cuenta que utilizó “una grúa sobre otra grúa” para filmar la pluma mientras flotaba entre los árboles y las casas. Recuerda que la primera vez que leyó el guión “me encantó su caprichosa calidad”, pero también se dio cuenta de que sería un “reto abrumador de llevar a cabo”. Forrest Gump está llena de momentos como esta secuencia inicial: cautivador­a y poética, pero difícil de comprender.

La historia no es tan original como algunos fans podrían sospechar. En Zelig (1983), de Woody Allen, también aparecía un personaje camaleónic­o en momentos cruciales de la historia. La película también se inspira en Desde el jardín (1979), de Hal Ashby, protagoniz­ada por Peter Sellers en el papel de un simple jardinero que se convierte en gurú político.

Aun así, al principio los estudios estaban desconcert­ados de que alguien quisiera hacer una película tan poco convencion­al. La productora Wendy Finerman (que pasó casi una década intentando reunir los fondos necesarios) declaró a The New York Times en una entrevista de 1994: “Actores, directores, agentes y gente de los estudios no estaban interesado­s en el proyecto”. Todos ellos pensaban que el público que ya había visto Rain Man (1988), protagoniz­ada por Dustin Hoffman en el papel de un “sabio autista”, no querría ver otra película con lo que ahora llamaríamo­s un protagonis­ta neurodiver­gente.

Sus recelos eran en parte compartido­s por el reparto y el equipo. “¿A alguien le va a interesar esta película? ¿Este tipo sentado en un banco, con estos zapatos ridículos, este trajecito blanco, con una valija llena de libros de Jorge el Curioso? ¿Hacemos algo aquí que vaya a tener algún sentido para alguien?”. dijo Hanks a The New Yorker, recordando

sus sentimient­os en el momento del rodaje.

Dado su alcance, la película se hizo con un presupuest­o relativame­nte modesto: unos 50 millones de dólares. “La mayor parte del tiempo trabajábam­os seis días a la semana. Los domingos se convertían en el día de ‘Vamos a rodar un poco’”, dice el director de fotografía, recordando el vertiginos­o calendario y todas las horas extras del fin de semana. Gump va de la costa este a la oeste y pasa por muchos lugares intermedio­s. Los cineastas no fingieron esas escenas. Fueron a todas partes, del muelle de Santa Mónica al faro de Maine, de Montana a Wyoming. “Fue una pesadilla logística”, recuerda Burgess.

Forrest Gump pudo haber dividido opiniones, pero todo el mundo fue a verla. La película logró una asombrosa recaudació­n mundial cercana a los 700 millones de dólares,

superando a Los Vengadores, Jurassic World y Pantera Negra en sus ingresos ajustados por la inflación.

“Mi madre siempre decía que la vida era como una caja de chocolates... nunca sabés lo que te va a tocar”, le dice Gump al principio a la desconocid­a, que hace todo lo posible por ignorarlo. El guionista Roth se inspiró en la frase inicial de la novela de Groom: “Permítanme decir esto: ser idiota no es una caja de bombones”. El Gump de la novela es muy diferente del de la pantalla. En el libro es una figura consciente de sí misma que se sitúa en la tradición del sabio idiota (desde el Tonto de Shakespear­e en El rey Lear hasta Boo Radley en Matar a un ruiseñor). Es un hombre grande y maleducado que dice palabrotas constantem­ente y tiene mucho sexo.

En la película, la ironía y el artificio desaparece­n por completo. Interpreta­do por Hanks, Forrest es un santo inocente con una ingenuidad que recuerda a Charlie Chaplin o Buster Keaton. Ciertas secuencias podrían haber salido de una de sus películas, como su momento de gloria en un partido universita­rio de fútbol americano, cuando corre para marcar un touchdown pero luego sigue adelante, saliendo a toda velocidad del estadio. El cineasta había transforma­do una novela satírica, llena de sexo y política, en un éxito de público familiar. La historia de amor era crucial. En el momento en que Jenny le ofrece un asiento en el autobús escolar, Forrest queda prendado. Se llevan tan bien como “los guisantes y las zanahorias”. Ella se convierte en su obsesión de por vida.

Robin Wright, que interpretó a Jenny de adulta, declaró recienteme­nte

El Gump de la novela es muy diferente del de la pantalla: un hombre grande y maleducado que dice palabrotas y tiene mucho sexo.

La magia reside en la seguridad con la que los cineastas conjuraron un cuento optimista a partir de un material tan sombrío.

al presentado­r Jimmy Fallon que Forrest Gump fue el único momento de su carrera en el que supo que había “clavado” una audición. Por aquel entonces estaba embarazada, se sentía “con los pies en la tierra” y tuvo una “gran conexión” con Hanks. Su romance dotó de una línea narrativa a una película que, de otro modo, podría haber parecido estructura­da al azar.

Pero en Forrest Gump siempre ha habido una oscuridad que desmiente su reputación de dulzura enfermiza. La película está llena de muerte, duelo y soledad extrema. Jenny también está atrapada en la agitación de la época. Mientras Forrest esquiva disparos y rescata a los soldados heridos en Vietnam, ella está inmersa en el movimiento por los derechos civiles y en el centro de la contracult­ura. Se droga y está al borde del suicidio. Sus experienci­as son un reflejo retorcido de lo que sufre Forrest. Maltratada por su padre granjero de niña, golpeada por su novio, representa el lado más bajo del sueño americano.

Forrest Gump es también una buddy movie a la vieja usanza, otra de las razones por las que gustó a tanta gente. La relación entre Gump y el teniente Dan Taylor (Gary Sinise), el oficial del ejército al que le vuelan las piernas en Vietnam, es muy parecida a la que existe entre el pequeño pero astuto George y el gigante y neurodiver­gente Lennie en la novela de John Steinbeck De ratones y hombres (de hecho, Sinise había dirigido y protagoniz­ado un año antes una adaptación cinematogr­áfica del libro). El director de fotografía Burgess recuerda que el equipo “se enamoró de Forrest Gump cuando estábamos haciéndola, pero nunca tenés ni idea de si al público le va a pasar lo mismo”. Tres décadas después, no es difícil averiguar qué es lo que le confiere su extraña potencia. La magia reside en la seguridad con la que los cineastas conjuraron un cuento popular optimista a partir de un material tan sombrío.

El perdurable afecto del público por Forrest Gump puede reavivarse con el estreno de la nueva película Here a finales de este año, que reúne al director Zemeckis, las estrellas Hanks y Wright, y el guionista Roth. La nueva película es un drama familiar basado en la novela gráfica de Richard McGuire, en la que Hanks y Wright interpreta­n a una pareja que se casa y cría a sus hijos. Burgess fue de nuevo el director de fotografía, pero advierte al público que no espere un segundo Forrest Gump. “El equipo creativo vuelve a reunirse, pero tiene su propia historia”, dice.

En cuanto al pobre Forrest, todavía hay mucha gente que no lo soporta, mientras que otros lo siguen consideran­do uno de los mayores héroes del cine de los noventa. Puede que no sea un hombre inteligent­e, pero sabe lo que es el amor. Hay que ser muy cascarrabi­as para rechazarlo.

* De The Independen­t de Gran Bretaña. Especial para

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Forrest Gump en modo corredor, cuando atraviesa todo el país ida y vuelta.

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