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Con muchos volantazos, regresa la ley ómnibus

Tras largas negociacio­nes con los aliados, LLA buscará darles media sanción a las reformas de Milei. El texto podado, la rosca hasta último momento y los puntos débiles para la votación.

- Por María Cafferata

◢Martín Menem está decidido a no repetir el fracaso de febrero: este lunes, Javier Milei tendrá su ley ómnibus. Será una versión reducida, desguazada a cambio de la tranquilid­ad de que el gobierno nacional no tendrá que sufrir una nueva humillació­n en el Congreso. Esta vez, el oficialism­o hizo los deberes y se dejó “ayudar” por los aliados: aplicó motosierra a los artículos que no tenían número, armó poroteo tentativo y organizó la sesión de modo de que no pueda haber sorpresas. Pero nadie se anima aún a cantar victoria. Son varios los capítulos que están justos –como la reforma del Estado y Ganancias– y que, de caerse, podrían despertar una ira presidenci­al que desbarate los últimos meses de negociacio­nes. Eso es lo que más temen los propios y los aliados. “Que le den rivotril y le saquen el celular. Tenemos que ir al recinto, sacar esta ley y basta”, se acelera un aliado para quien el fin de semana, con la posibilida­d de nuevos tironeos y negociacio­nes, se le está haciendo eterno.

El viernes a la noche, Menem reunió a los diputados opositores que actuaron casi como co autores de la nueva versión de la Ley Ómnibus para un último pantallazo pre sesión. Junto a Silvia Lospennato y Cristian Ritondo (PRO), Nicolás Massot, Juan Manuel López y Oscar Agost Carreño (HCF), Pamela Calletti (Innovación Federal), Alejandro Cacace y Soledad Carrizo (UCR), el presidente de la Cámara se puso a armar la logística de la sesión para, esta vez, llegar al Día D con el terreno preparado. Se desglosó cada capítulo de la ley Ómnibus y del paquete fiscal y se poroteó cada coma con las autoridade­s de la oposición friendly. Se organizó, a modo de labor parlamenta­ria –sin el peronismo y sin la izquierda–, la dinámica de la sesión del lunes, que Menem calcula que se extenderá por unas 26 horas. Se definió hasta cuándo los opositores podrían anotarse algún tanto de cara a sus electores y emplazar las comisiones para tratar la reforma de la movilidad jubilatori­a y el Fonid.

“Nosotros ya le preparamos el terreno, ahora es cuestión de no romper nada”. La frase no lo dice uno, sino varios dirigentes del radicalism­o, HCF y el PRO. Al igual que los gobernador­es cambiemita­s, la oposición dialoguist­a necesita que el paquete fiscal se apruebe, que Milei tenga un triunfo político que mostrarle al FMI y que, finalmente, se pueda liberar el Congreso para tratar otros temas. Algunos, incluso, se animan a confesar que eso logrará destrabar la posibilida­d de una sesión para voltear el DNU 70/2023. Pero no este

martes, cuando convocó UxP, ya que Menem les adelantó que no convocaría por considerar que, para entonces, continuarí­a el debate de la ley ómnibus. La oposición dialoguist­a no quiere quedar como el responsabl­e de que la ley no salga frente a una sociedad que simpatiza con Milei y que, identifica­n ellos, les reclama que les de las herramient­as para gobernar.

Pero, por sobre todas las cosas, predomina el cansancio. Así como la necesidad de vanagloria­rse de las concesione­s que lograron sonsacarle a Milei –como la no privatizac­ión del Banco Nación– y de dejar en claro que, al final del día, los libertario­s también tuvieron que rebajarse a negociar con la “casta política”.

Los puntos débiles

Si bien Menem confía en que contará con más de 140 votos para aprobar su ley en general, todavía hay varios capítulos que andan flojos de número para la votación en particular. La versión final de la ley Bases, si bien acotada, continúa arrastrand­o una gran capacidad de daño. De aprobarse, por ejemplo, Milei gozaría de numerosas facultades delegadas

que le permitiría­n intervenir y suprimir varios organismos públicos. Si bien uno de los “logros” de la oposición fue incluir un listado de organismos exceptuado­s de esa facultad –como el Incaa, Conicet, Anmat o el Malbrán– todavía hay varios que quedaron afuera. Este es el caso del Banco Nacional de Datos Genéticos, cuya inclusión están reclamando en la UCR. El problema es que la arbitrarie­dad a la hora de definir qué organismos entran o no en la lista tiene sumidos al resto de las institucio­nes en pánico: la mayoría comienza a creer que, sí no está en esa lista, es porque Milei los eliminará (ver aparte).

Las facultades delegadas, por lo tanto, no tienen el número asegurado para aprobarse. El oficialism­o tendrá que buscar un mecanismo para gestionar las demandas específica­s que evite que se infle el número de votos en contra, que ya es elevado. Ya que no es solo UxP, la izquierda y los santacruce­ños –la base del rechazo– votarán en contra, sino también la Coalición Cívica, Margarita Stolbizer, el socialismo santafesin­o y una importante parte del radicalism­o.

Las privatizac­iones de once empresas públicas también cuentan con el rechazo de un sector del radicalism­o. El proyecto de La Libertad Avanza propone dejar “sujeta a privatizac­ión” a empresas de carácter estratégic­o, como Nucleoléct­rica, Yacimiento­s Carbonífer­os Río Turbio, AYSA y Aerolíneas Argentinas. Si bien en la UCR y HCF celebran haber logrado quitar tres cuartas partes del listado de empresas, persisten algunas dudas respecto al mecanismo de transparen­cia sobre el proceso de privatizac­ión. Y ahí pican en punta Evolución, que responde a Martín Lousteau, y la Coalición Cívica.

El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversione­s (RIGI), que propone beneficios impositivo­s exorbitant­es para las empresas que inviertan más de 200 millones de dólares, también arrastra algunos cuestionam­ientos. El radicalism­o línea Facundo Manes, por ejemplo, no lo votará. El bloque que comanda Miguel Ángel Pichetto, a su vez, viene reclamando que se incluya en el régimen a pequeñas empresas que puedan hacer inversione­s más chicas, algo que el Ejecutivo rechazó. El lunes, HCF deberá definir si vota en contra del RIGI o si apostará a introducir modificaci­ones.

La reforma laboral que se introdujo con fórceps a último momento en la Ley Omnibus, mientras tanto, cuenta con el acompañami­ento mayoritari­o de la UCR, el PRO y HCF. Los temas más espinosos, como la eliminació­n de la obligatori­edad de las cuotas sindicales, fueron eliminados de la versión final, aunque el radicalism­o buscará re introducir­los en el recinto (buscando así incomodar a LLA que, ideológica­mente, está de acuerdo con esa medida). La eliminació­n de las multas por trabajo no registrado o la ampliación del período de prueba, en cambio, son celebradas por macristas, radicales y pichettist­as por igual.

En el caso del paquete fiscal, que se debatirá luego de la ley Ómnibus, el tema más complicado es el del impuesto a las Ganancias. El oficialism­o quiere restituir la cuarta categoría con un piso de 1,8 millones de pesos que se actualizar­á semestralm­ente (una modificaci­ón pedida por la oposición que, además, logró que durante el 2024 sea de manera trimestral). Si bien este punto es un gesto para los gobernador­es, ya que el impuesto es coparticip­able, hay varios radicales y diputados de provincias sureñas –que cuentan con un costo de vida más elevado– que votarán en contra. El capítulo de Ganancias podría ser un dolor de cabeza para el gobierno, que está en gestiones para contar con el acompañami­ento de dos gobernador­es peronistas. Si las conversaci­ones llegan a buen puerto, Gerardo Zamora (Santigo del Estero) y Raúl Jalil (Catamarca) podrían terminar torciendo el escenario en favor de Milei.

Las facultades delegadas no tienen el número asegurado. La CC, el socialismo y una parte de la UCR votarán en contra.

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I NA El presidente de la Cámara baja, Martín Menem, junto al diputado José Luis Espert.

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