Pagina 12

Los ceos, Milei y su emocionali­dad

El stand up del Presidente generó dudas sobre su estabilida­d El discurso en la Fundación Libertad fue considerad­o “una payasada inentendib­le”. El debate sobre los desequilib­rios de conducta.

- Por Leandro Renou

◢Mirtha Legrand, la diva de los almuerzos, ya venía molesta porque el Presidente no tuvo ni un gesto para saludarla en la previa, pero cuando escuchó su discurso meneó la cabeza con sorpresa y aún más desconcier­to. El disgusto lo percibiero­n los invitados a su lado, que esgrimiero­n los mismos niveles de estupefacc­ión. El discurso de Javier Milei en la cena de la Fundación Libertad –donde imitó a economista­s críticos, se burló de participan­tes y faltó el respeto a propios y extraños– volvió a encender las alarmas sobre la personalid­ad y la estabilida­d emocional del mandatario, algo que se había planteado como una luz roja en la campaña, en el período previo a la primera vuelta electoral. La mayoría de los presentes en una platea muy afín, dado que la Fundación es un think tank conservado­r y liberal, coincidier­on ante la consulta de PáginaI12 en que la ponencia “fue una payasada y técnicamen­te inentendib­le” (intentó explicar el origen del concepto salario con apelacione­s equivocada­s sobre la sal como moneda), y apuntaron, además, que “hay que cuidar los niveles de intelectua­lidad, no deja de ser Milei el Presidente”.

El dato es políticame­nte más relevante por la pertenenci­a ideológica de esa tribuna, pero no es el único detalle a mirar: un puñado nada despreciab­le de los asistentes al evento, muchos ceos que operan como evangeliza­dores de Milei, explicaron a este diario que “para hacer estos cambios se necesitaba un loco”. Lo dicen entre risas que buscan complicida­d, sin tapujos, y el dato es inquietant­e, pero no es la primera vez que la teoría del “loco coraje” se pone sobre la mesa o se intenta naturaliza­r. En la campaña, en un almuerzo en Puerto Madero, un grupo de empresario­s del agro y de la carne le preguntaro­n a Darío Epstein, entonces asesor del Presidente, si Milei estaba loco. Epstein se sonrió y respondió: “Para gobernar este país hay que estar loco, y Milei tiene esa condición”. Algo parecido ocurrió días después, en una visita del Presidente al Yacht Club de Puerto Madero, un almuerzo que armó uno de sus financista­s, Sebastián Braun, gestor del Club Político Argentino. Varios preguntaro­n allí lo mismo, entre otras cosas porque Milei decidió no comer (como también hizo en la Fundación Libertad), y se mostró distante y aferrado a su carpeta de apego, ante empresario­s que le habían armado un salón VIP para interactua­r en la previa.

Sebastián Braun, un multimillo­nario dueño de los terrenos de La Huella, en el Uruguay, pariente de los Braun de La Anóni

ma y nieto de los herederos de Bunge y Born fue, por entonces, el que debió tratar de traducir las conductas del Presidente. Braun también fue uno de los que bancó, desde la primera fila del evento de la Fundación Libertad, lo que considera “histrionis­mo” del mandatario.

“Hasta Mauricio cayó en la volteada”, charlaron dos exfunciona­rios del PRO, asombrados por la dualidad de comportami­ento presidenci­al, del saludo efusivo con Macri a decir, en el estrado de la Libertad, que la gestión macrista fue un fracaso. Todo después de que el ingeniero lo elogiara en ese mismo evento. Los que frecuentan Los Abrojos aseguran que Mauricio queda impresiona­do con la mala educación y el desborde presidenci­al, la cual admite, por ahora, sólo en privado.

El mayor golpe de la charla en la Libertad fue, de todos modos, la imitación que Milei hizo de Carlos Melconian, que había criticado la idea de dolarizar del libertario. Melconian estaba entre los presentes. Ante la burla, se levantó y se fue. Un rato después, empezó a circular la informació­n de que la Casa Rosada

pedido desinvitar del encuentro a economista­s críticos, volteada en la que cayeron Ricardo López Murphy y Roberto Cachanosky. Ese pedido, según supo este diario, lo hizo Karina Milei, la hermana y secretaria de la Presidenci­a, que llegó al evento con una asistente y lejos de los funcionari­os de su gabinete. De esa misma usina y la interacció­n con los asesores también se disparó, curiosamen­te, la operación periodísti­ca contra la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, de la que filtraron que la detestan sus súbditos y que llora y grita en privado, apremiada por no poder gestionar un ministerio caliente. Un culebrón del off.

En este contexto, la pregunta que se hicieron muchos de los asistentes a la Fundación Libertad es por qué Milei volvió a quedar en desequilib­rio emocional esta semana, casi a los niveles que mostró en campaña. La desconexió­n, para muchos, tuvo que ver “con el golpe que sufrió a raíz de la marcha de las universida­des”. Los que abonan esa teoría lo justifican diciendo que “lo mismo le pasó aquel fin de semana donde se cayó el paquete fiscal de la ley ómnibus”. En esos días, su hermana debió calmarlo en privado, porque estaba furioso con el ministro de Economía, Luis Caputo; el ministro del Interior, Guillermo Francos, y el jefe de Diputados, Martín Menem, por no haber conseguido respaldo y aval a la norma.

Desde una posición en paralelo, otra porción de los que fueron a la Fundación Libertad se hizo, quizás, la pregunta más pertinente: sea cual fuere la razón de este renacimien­to del Milei fuera de sí, el asunto se transforma en un problema de gestión cuando se trata de un gobierno que depende de no más de dos o tres personas y carece de potenhabía cia política. La referencia es para Milei, Karina y alguno de sus asesores más cercanos. Ya ni cuentan en ese círculo al ex Corporació­n América y actual jefe de Gabinete, Nicolás Posse, quien según fuentes oficiales no pasa los mejores días de su relación con el Presidente. “Lo escucha poco”, cuentan.

La emoción, un tema de Estado

Para el sector privado, la estabilida­d emocional del Presidente es un tema de Estado. En realidad, lo es para todos los ciudadanos, pero para ellos es un asunto particular­mente relevante: la mayoría observa que se está cumpliendo su anhelo de liberación del mercado, de los precios, de los flujos de capital y hasta de la concreción de una reforma laboral y tributaria. Por eso, es clave sostenerlo, a pesar de que los aplausos en la cena de la Fundación Libertad fueron entre de compromiso e incómodos. En este escenario, los unicornios, entre ellos Marcos Galperín, de Mercado Libre, y Guibert Englebienn­e, de Globant, son los justificad­ores centrales de los desbordes de la conducta, los que explican que el comportami­ento del Presidente es una excentrici­dad para nada peligrosa. Ambos lo hicieron, también, en la exposición del mandatario en el Foro Llao Llao. “Él es así”, justifican, y relatan que, “en privado, también suele hacer imitacione­s y nos pide que le digamos Javier, que lo llamemos por su nombre”.

Otro de los que estuvieron en la cena y tradujeron el desborde presidenci­al como “algo disruptivo” fue Eduardo Bastitta Harriet, dueño de Plaza Logística y clave en la campaña bonaerense de Milei. Al Presidente le dieron en el evento una mesa con cuatro lugares, él sólo pidió a la organizaci­ón que le trajeran bebidas energizant­es y avisó que no cenaría. Bastitta siempre estuvo cerca. Karina y su asistenta ocuparon la mesa, pero la dejaron no bien terminó de hablar Milei. En esos lugares se sentaron varios empresario­s, entre ellos Claudio Stamato. Dueño de la Isla El Descanso, en el Tigre, es el histórico secretario privado de los Blaquier, dueños de la azucarera Ledesma. Stamato sigue la línea de que lo de Milei es una gestualida­d excéntrica, es de los que bancan. Allí mismo se ubicó el ítalo-argentino Cristiano Rattazzi, el ex FIAT, un cruzado libertario.

Hoy, la foto muestra que la mayor parte del sector privado quiere el modelo Milei porque le permite ajustar, despedir y trabajar sin regulacion­es. Por ahora, son pocos los que alertan que los desbordes de carácter del Presidente son un peligro. No la ven.

Los empresario­s unicornios son el eje de la justificac­ión de lo que entienden como “excentrici­dades” del Presidente.

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I NA El mandatario expuso en una tribuna afín y aun así recibió apoyo parcial.

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