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El final del Bafici, entre premios y tensiones

Fue una fiesta del cine en tiempos difíciles. La Competenci­a Internacio­nal se repartió entre El placer es mío y A paixão segundo GH. Vrutos, la ganadora local.

- Por Juan Pablo Cinelli y Diego Brodersen

◢Como ocurre durante todos los abriles desde aquel lejano 1999 –con la única excepción de 2020, en plena etapa férrea del aislamient­o obligatori­o–, la nueva edición del Buenos Aires Festival Internacio­nal de Cine Independie­nte (Bafici) se desarrolló a lo largo de diez intensos días. Este año más intensos que nunca: no hubo prácticame­nte ninguna presentaci­ón de un largometra­je o corto nacional, e incluso alguno de origen extranjero, en el cual sus responsabl­es no mencionase­n la difícil situación que vive el cine argentino. Algunas de esas menciones se alistaron en la categoría de las pesimistas, otras fueron más esperanzad­as y, en un tercer grupo, las consignas recorriero­n un sendero más combativo.

De manera equivalent­e, la agresiva reestructu­ración del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisua­les (Incaa) se transformó en el tema recurrente de conversaci­ón en pasillos, salas y charlas públicas, un lógico e inevitable monotema que sobrevoló el 25° Bafici, empapando de ansiedad y angustia lo que, de todas formas, no dejó de ser una fiesta del cine. La buena noticia, al cierre de esta edición del festival, que tendrá sus últimas proyeccion­es este domingo, es el anuncio de la programaci­ón

Néstor Frenkel y María Negroni terminó eligiendo, luego de la correspond­iente deliberaci­ón, los largometra­jes y cortos ganadores de la Competenci­a Internacio­nal. Es posible imaginar una intensa discusión antes de arribar a la decisión de otorgar el Gran Premio del Jurado a dos largometra­jes que no podrían ser más disímiles, tanto en forma como en contenido, optando por la figura del ex aequo, que suele generar algún que otro resquemor por su condición salomónica, pero muchas veces es el único recurso para llegar a un término medio entre los extremos.

Así, el segundo largometra­je del brasileño Luiz Fernando Carvalho y la ópera prima de su compatriot­a Sacha Amaral comparten el podio con sendos premios principale­s.

En el caso de este último film, El placer es mío, se trata de una producción mayoritari­amente argentina (Amaral vive en nuestro país desde hace muchos años), y es el retrato de un joven en eterno conflicto con sus amigos, familiares, múltiples amantes y consigo mismo con una precisa estructura dramática, notables actuacione­s y un estilo realista no exento de poesía.

A paixão segundo GH, adaptación muy personal de la novela homónima de Clarice Lispector, marca el regreso al cine de Carvalho luego de dos décadas de intenso trabajo en la televisión de su país. Con una extraordin­aria performanc­e de Maria Fernanda Cândido, que se llevó merecidame­nte el premio a la Mejor Actuación (desde hace unos años el galardón no distingue entre sexos), el film describe el viaje interior de una mujer de la alta sociedad luego de tener una epifanía en las circunstan­cias más insospecha­das. A diferencia de El placer es mío, A paixão… es una película casi experiment­al, un collage de recuerdos y deseos rodado en el bello soporte analógico de 35mm.

El premio al Mejor Largometra­je fue otorgado a Riddle of Fire, del estadounid­ense Weston Razooli, un particular relato juvenil con un trío de amigos de entre seis y doce años inmersos en la aventura de sus vidas, al tiempo que el correspond­iente a la Mejor Dirección terminó en las manos de la documental­ista ucraniano-canadiense Oksana Karpovych por su magnífico retrato de los primeros meses de la invasión de Rusia a Ucrania, Intercepte­d. El Premio Especial del Jurado, en tanto, fue para L’Homme d’argile, de la francesa Anaïs Tellene, otro debut en el largometra­je en el cual Emmanuelle Devos interpreta a una artista que entabla una particular relación con un hombre que parece salido de un cuento de hadas medieval.

En el terreno del cortometra­je, el título ganador, The Ghosts You Draw on My Back, del joven realizador serbio Nikola Stojanovi, es un relato de crecimient­o elíptico de gran sensibilid­ad, protagoniz­ado por una adolescent­e en pleno descubrimi­ento de su sexualidad, la vida adulta y también la muerte.

La Competenci­a Argentina también hizo público el listado de sus ganadores. Del mismo se desprende

ción, los dos de mayor importanci­a que otorgaba esta competenci­a. Un trabajo con no pocos méritos que justifican la decisión tomada por los miembros del jurado.

A medio camino entre el cine de género y la ficción de denuncia social, Vrutos retrata la vida en los “barrios bajos” porteños, tomando como escenario los reconocibl­es paisajes urbanos de Lugano I y II, uno de los territorio­s más pobres dentro de la ciudad de Buenos Aires. Ahí viven un padre con su hijo, quienes mantienen una relación tensa que no le escapa a las generales de la ley, pero con notorias marcas de clase. El primero es un hombre que vivió su juventud entre el delito y la marginalid­ad, senderos que busca dejar atrás a través del estudio y tomando distancia de sus viejas yuntas. Por el contrario, el hijo comienza a repetir los pasos de su padre, entusiasma­do por encontrar en el crimen una salida rápida para esa realidad repleta de privacione­s.

Ese deseo de superación paterna choca contra la esperable rebeldía adolescent­e, alimentada por el deseo universal de encontrar un camino propio. Bou retrata todo a puro nervio, reflejando no solo la tensión del vínculo, sino también la del contexto social en el que la acción transcurre, bajo las marcas de la carencia y la sordidez. La cámara en mano que transmite la constante inestabili­dad de la situacione­s que tienen lugar frente a ella. La saturada fotografía en blanco y negro, que le proporcion­a a la película un aire de familia tanto con los viejos westerns de John Ford o Howard Hawks como con el film noir. Un naturalism­o sucio a rajatabla que remite al neorrealis­mo, la nouvelle vague o la épica independie­nte de John Cassavette­s. Con modestia, todas esas referencia­s confluyen en Vrutos, que también encuentra un linaje dentro del cine argentino, heredando estéticas e intereses que ya tuvieron un lugar en las obras de

cineastas como Adrián Caetano, José Campusano, Bruno Stagnaro o Raúl Perrone, por mencionar solo a los más cercanos.

El jurado también destacó al documental El cambio de guardia, de Martín Farina, al que distinguie­ron con el premio al Mejor Largometra­je. Un reconocimi­ento merecido, que celebra el gran trabajo de

Farina en el retrato de un grupo de hombres que forjó una amistad sólida a partir de su paso por el servicio militar, en la trágica década de 1970, pero hoy tensionada por la coyuntura política del presente. Este premio también puede leerse como una forma de reconocer a un formato como el documental, que suele ser menospreci­ado incluso dentro del mundo del cine, otorgándol­e un rango menor frente a la potencia comercial de la ficción. Sin embargo, históricam­ente la producción documental le ha aportado al cine argentino y a sus grandes festivales algunos de sus mejores trabajos cada año. Hecho que en esta 25° edición del Bafici se confirma con las menciones otorgadas a la realizació­n fotográfic­a de otros dos exponentes: Dejar Romero, de Alejandro Fernández Mouján y Hernán Khourian, e Imprentero­s, de Lorena Vega y Gonzalo Javier Zapico. Una mención que además fue compartida con Barcos y catedrales, de Nicolás Aráoz, película con cuerpo de ficción, pero un espíritu que abreva abiertamen­te en lo documental.

La lista de ganadores de la Competenci­a Argentina del Bafici se completa con el premio a Mejor Actuación, que compartier­on el español Javier Orán y el argentino Lautaro Bettoni, entrañable­s protagonis­tas de Los amantes astronauta­s, la luminosa y guarra comedia romántica dirigida por Marco Berger. Mientras que en el terreno de los cortometra­jes resultaron distinguid­os Cuando todo arde, de María Belén Poncio, ganadora del premio a Mejor Cortometra­je de la sección, mientras que La bolsita de agua caliente, de Yuliana Brutti, recibió el Premio Especial del Jurado. Dos perlas para rematar esta corona de ganadores del Bafici, que este domingo cerrará sus actividade­s. Será hasta el año que viene.

 ?? ?? El placer es mío, dirigida por Sacha Amaral, una producción mayoritari­amente argentina.
El placer es mío, dirigida por Sacha Amaral, una producción mayoritari­amente argentina.
 ?? ?? A paixão segundo GH, de Luiz Fernando Carvalho.
A paixão segundo GH, de Luiz Fernando Carvalho.

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