Pagina 12

Cien años de son, bolero, rumba y guaracha

El conjunto cubano fundado por el tresista Valentín Cané, por el que pasaron Celia Cruz y dos cantantes argentinos, dio a conocer “Carnaval con la Matancera”.

- Por Yumber Vera Rojas

◢Los Rolling Stones están en plena gira de presentaci­ón de su más reciente disco de estudio, Hackney Diamonds. De ese modo, revalidaro­n el “título” de “grupo de rock en actividad más antiguo”, con casi 62 años sobre los escenarios (el debut en el Marquee Jazz Club de Londres fue el 12 de julio de 1962). Sin embargo, en 2018 se concluyó, tras un estudio, que la formación musical no militar más longeva en acción es la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, creada en 1838. Ahora bien, la agrupación más antigua de música caribeña en seguir grabando repertorio tiene nombre: La Sonora Matancera. Y si el conjunto cubano celebró el 12 de enero el primer centenario de su fundación, dos meses (y dos días) más tarde el festejo se extendió con la aparición de una nueva canción, “Carnaval con La Matancera”.

Entre los tantos hitos de La Sonora Matancera, destaca la internacio­nalización de la carrera de Celia Cruz, y el haber puesto al Río de la Plata en el mapa del son, el bolero, la rumba y la guaracha, al sumar en su staff de cantantes invitados a los argentinos Leo Marini y Carlos Argentino, al igual que al uruguayo Chito Galindo. Y esto representa apenas un pequeño porcentaje de todo el talento que pasó por sus filas. Hasta los años ’80, músicos, compositor­es e intérprete­s de Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela, Colombia y México pusieron a bailar a generacion­es de público. Si bien el grupo nunca dejó de funcionar, Javier Vásquez Lauzurica, hijo del cofundador Pablo Vásquez y hermano del bajista Raymundo Vásquez Lauzurica, en 2003 se hizo a un lado para dejarle la dirección a Rogelio Martínez Jr. Y fijaron residencia en Las Vegas (EE.UU.).

El tresista Valentín Cané fundó el grupo en la ciudad de Matanzas, aunque con el nombre de Tuna Liberal. Lo hizo por pedido de un partido político local para amenizar sus mítines. Surgió además en medio del auge del son, fenómeno musical que se potenció con la llegada de la radio a la isla en 1922. El punto de inflexión del género, y uno de los tantos que tuvo La Sonora Matancera (adoptó varias denominaci­ones hasta 1935), sucedió cuando el entonces presidente del país, Gerardo Machado, les pidió públicamen­te que tocaran en su cumpleaños. Tras realizar sus primeras grabacione­s para el sello RCA Victor, el 12 de enero de 1928, la banda abrió el juego a nuevos estilos musicales y dejó de lado el protagonis­mo de las guitarras acústicas al añadir otros instrument­os. De hecho, su primer pianista fue Dámaso Pérez

Prado, conocido luego como “El rey del mambo”.

“La Sonora Matancera se conoce en Cuba, y en los países donde fue popular desde los años ’50, como ‘El Decano de los Conjuntos Cubanos’, porque era el de más antigüedad cuando le concediero­n ese nombre. Y lo siguió siendo por su historia musical”, le dice a PáginaI12 la filóloga e investigad­ora cubana Rosa Marquetti. “Cuando en 1924 se fundó la Tuna Liberal, ya existía el Sexteto Habanero y otras formacione­s soneras, y se habían realizado las primeras grabacione­s de sones y guarachas. En su época más gloriosa, La Sonora Matancera no era una orquesta sino un conjunto. Celia Cruz no formó parte de la plantilla oficial de La Sonora Matancera, igual que otros cantantes que tenían la categoría de invitados. Ella llevaba su carrera como solista en paralelo, y con éxito. Lo que sí tenía en exclusiva era un contrato para grabar con el grupo y para el sello norteameri­cano Seeco Records”.

El período que comprendió entre 1947 y 1959 es considerad­o en Cuba la época de oro de La Sonora

Matancera. Antes de convocar a su primera cantante, la puertorriq­ueña Myrta Silva, ya habían incorporad­o al también vocalista boricua Daniel Santos. Ellos allanaron el camino para el ingreso de Celia Cruz, al igual que de intérprete­s extranjero­s del calibre de Bobby Capó, Nelson Pinedo, y de los argentinos Leo Marini y Carlos Argentino, cuya primera grabación con el grupo fue “Una canción” (híbrido de tango y bolero de la autoría de Aníbal Troilo). “En los años ’50, Cuba era el sitio donde todos querían trabajar y la vitrina a Estados Unidos, precisamen­te por el auge del negocio del juego y los grandes cabarets”, explica Marquetti. “No sólo argentinos llegaron a La Habana; allí trabajaron músicos de muchísimas nacionalid­ades”.

El dueño y director de La Sonora Matancera, Rogelio Martínez, diseñó un modelo de trabajo basado en la incorporac­ión de cantantes no cubanos de manera temporal, como una vía de renovación marketiner­a y sonora del conjunto. Eso ayudó a captar nuevas audiencias. “Leo Marini y Chito Galindo reforzaron la línea bolerístic­a, al mismo tiempo que aprendían a cantar guarachas, mientras que Carlos Argentino (durante el esplendor de la pachanga en los años ’60, fue apodado “El rey de la pachanga” y hasta le dedicó a Boca Juniors un tema en ese ritmo: “Pachanga de Boca”) tenía un carisma gozador que conquistó al público cubano”, describe la investigad­ora. Pese a que en el resto de sus respectiva­s carreras solistas la terna estuvo notablemen­te influida por La Sonora Matancera, antes de su paso por el grupo se habían hecho un nombre en los epicentros de la música afrocaribe­ña.

El conjunto se presentó en la Argentina en 1957. Y tres años más tarde, su historia cambió para siempre. El 15 de junio de 1960, con la “Guarachera de Cuba” a bordo del avión que los iba a llevar a México para cumplir con una serie de shows, La Sonora Matancera partió para nunca más volver a su país. “La Sonora Matancera, que ya era un clásico en esa fecha, fue censurada en Cuba, al igual que todos los artistas que decidían no acompañar los cambios que había traído el gobierno de Fidel Castro”, afirma la autora de los libros y

Celia en Cuba (1925-1962) Chano Pozo, la vida (19151948),

así como del blog “Desmemoria­dos: historias de la música cubana”. “La cancelació­n provocó la desconexió­n con la historia y desarrollo de La Sonora Matancera. Si bien la llegada de internet facilitó el acceso a lo prohibido, para muchos cubanos que viven en Cuba el conjunto es un vago recuerdo, mientras que para la gran mayoría es un perfecto desconocid­o”.

Aunque Buena Vista Social Club volvió a universali­zar los ritmos populariza­dos por La Sonora Matancera, el destino de estos héroes de la música cubana fue similar. “Los músicos de Buena Vista decidieron permanecer en Cuba, mientras que los de La Sonora Matancera eligieron marcharse”, aclara Marquetti. “Ambos sufrieron el paso del tiempo y la renovación de los gustos musicales”. La influencia de “El Decano de los Conjuntos Cubanos” abarcó a la comunidad latina de Estados Unidos y varios países latinoamer­icanos. “Es una de las grandes formacione­s de la música popular cubana y una de las que más difusión tuvo a nivel internacio­nal, sobre todo después de 1959”, reflexiona la académica. “Con un trabajo sostenido, y mucha seguridad en la sonoridad que lograron, Rogelio Martínez fortaleció esa zona de confort y prefirió no arriesgar en innovacion­es vanguardis­tas”.

“Es una de las grandes formacione­s de la música popular cubana y de las que más difusión tuvo a nivel internacio­nal.”

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La Sonora Matancera con Celia Cruz en el centro.

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