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Verdadero fenómeno popular

El film reconstruy­e el proyecto, la escritura del guion, el rodaje y las repercusio­nes del lanzamient­o de

- Por Diego Brodersen Tango feroz.

◢Más allá de sus valores y deméritos cinematogr­áficos, es indudable que Tango feroz: la leyenda de Tanguito fue uno de los fenómenos más notables del cine argentino de los años ‘90, tiempos en los cuales la producción local era escuálida y la Ley de Cine apenas un deseo. El estreno a mediados de 1993 de la ópera prima de Marcelo Piñeyro se transformó inesperada­mente en un éxito tal de público, superando el millón y medio de espectador­es, que las salas no parecían dar abasto a la demanda de butacas. Así lo recuerdan los principale­s hacedores de la película en Leyenda feroz, el documental de Denise Urfeig y Mariano Frigerio recienteme­nte presentado en el Bafici, mientras se suceden imágenes de los edificios y locales que hoy usurpan el espacio otrora ocupado por los grandes templos fílmicos de la calle Lavalle y otros barrios porteños.

En ese contexto de exhibición pre desembarco de las grandes cadenas (los cines-shopping, como se los llamaba), Tango feroz llamó la atención de una audiencia joven poco acostumbra­da a ver films argentinos. De paso, transformó las carreras de todos los involucrad­os,

por el propio Piñeyro y los protagonis­tas, Fernán Mirás, Cecilia Dopazo y Leonardo Sbaraglia. Urfeig y Frigerio parten de la famosa escena rodada en el Club de Pescadores para iniciar un viaje de reconstruc­ción del proyecto, la escritura del guion, el rodaje y las repercusio­nes del lanzamient­o.

Uno de los pasajes más interesant­es del documental tiene que ver con la cualidad (o no) de biopic del relato. El guion de Piñeyro y Aída Bortnik toma sin duda algunos elementos de la vida real de José Alberto Iglesias, alias Tanguito, uno de los pioneros del rocanrol vernáculo, pero las licencias biográfica­s

y artísticas son muchas y variadas.

De hecho, y más allá de la reticencia de algunos colegas y amigos del homenajead­o a participar en el proyecto, es indudable la cualidad anacrónica de muchas decisiones consciente­s del diseño de arte, vestuario y maquillaje: los años ’60 de Tango feroz, por momentos, se pacomenzan­do recen demasiado a los ’90 del rodaje, aunque con un toque retro. La machacona melodía del hit compuesto especialme­nte para el film, “El amor es más fuerte”, no reemplazar­á nunca a “La balsa”, ¡pero vaya que sonó en radios y compactera­s! Si bien Leyenda feroz posee aristas celebrator­ias, los realizador­es le dejan lugar al disenso crítico y de otras índoles. Javier Martínez, el fundador de Manal, fallecido el sábado pasado, tiene varias cosas para decir sobre el guion del film, ninguna de ellas demasiado positiva, y la negativa de Litto Nebbia a la hora de ceder los derechos de la famosa canción compuesta en el baño del bar La Perla del Once va en la misma dirección.

El recuerdo de los textos publicados en ocasión del estreno (hay uno en particular que aún le duele al director de Caballos salvajes y Cenizas del paraíso) aportan un poco de contexto crítico, al tiempo que varios de los actores de la película recorren los lugares donde se filmaron escenas icónicas. El reciente reestreno de Tango feroz en una copia restaurada cierra el recorrido del documental, acrecentan­do la sensación de melancolía, de un tiempo que fue duro pero hermoso, en palabras de algunos espectador­es jóvenes que hoy atraviesan sus cuatro décadas de vida. Tango feroz no tendrá el estatus de culto de Esperando la carroza, que Urfeig y Frigerio abordaron en su film anterior, Carroceros, pero sus imágenes de veinteañer­os en estado de rebeldía rocanroler­a ya tiene su propio club de seguidores.

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El documental lleva a los protagonis­tas de Tango feroz al sitio de una escena icónica.

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