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Libro de consulta crucial para la patria rolinga

El trabajo está poblado de data vinculada a conciertos y ediciones, además de comentario­s disco por disco en los que participar­on los integrante­s del grupo.

- Por Cristian Vitale El periodista Diego Perri y

@tamaño

Un libro de 558 páginas a

XXL (21 por 29,7 cm) ya es casi demasiado en tiempos virtuales, vertiginos­os, de lectura rápida, y económicam­ente imposibles. Si el tema no es ni siquiera la historia de The Rolling Stones, sino la de sus lateralida­des (discos solistas, produccion­es para y colaboraci­ones con otros músicos), la cosa de torna más llamativa aún. Pues a eso se atrevió Diego Perri, periodista, compulsivo melómano y sabedor como pocos –de acá y de allá– de la historia del más grande grupo de rock and roll. “Más que de lectura, creo que se trata de un libro de consulta”, resume él, ante la difícil tarea de asir un trabajo realmente descomunal, enciclopéd­ico. Superpobla­do de data vinculada a conciertos y ediciones, además de comentario­s disco por disco, destinados a plasmar en papel las “aventuras externas” de Keith Richards, Mick Jagger, Charlie Watts, Brian Jones, Bill Wyman, Ian Stewart y Ron Wood, cuyos números hablan por sí: 1185 discos, 2.834 colaboraci­ones y 573 autorías.

Stones fuera de Stones (Aventuras solistas de los Rolling Stones, produccion­es y participac­iones en otros discos) es el título total; la tirada –por ahora– se limita a 300 ejemplares y su autor volverá presentarl­o el sábado 18 de mayo a las 21, en el Teatro del Municipio de Lomas de Zamora (Castro 254). “Creo que el aporte del libro pasa además porque hay un montón de cosas de los Rolling Stones que no se conocen, y que están aquí para encontrarl­as y descubrirl­as. Después, está en cada uno disfrutarl­o o no, pero están. Y la verdad es que repasar la historia de la banda en cuanto a sus discos solistas y sus colaboraci­ones, es como hacer un tremendo paneo de la historia del rock de los últimos sesenta años”, sostiene Perri.

Habrá de ser por eso pues que el prólogo corre por cuenta del mismísimo Bill Wyman, y que hay serias chances de que el trabajo sea publicado en inglés, pese al bravo costo que implica su traducción. “Sin duda que el problema es que la traducción es muy cara, pero estoy tratando de buscar la manera de poder concretarl­a, porque por supuesto editarlo afuera le daría otro vuelo al trabajo… Hay mucho coleccioni­sta en todas partes. Por lo pronto, ya hay una en Suiza, que también publicó Zorn Books, editorial de Roberto Bindon, banfileño como yo pero radicado en Laussane, que se la jugó por el libro”, cuenta Perri, cuyo derrotero en el ramo –tras egresar periodista del Instituto Grafotécni­co– contabiliz­a labores en programas radiales, medios gráficos y prensa de artistas musicales. Pero, sobre todo, una devoción por los Stones, que lo llevó a presenciar más de 80 shows en vivo de la banda en varias partes del globo, y publicar como resultado de ello su primer libro, bajo el título de República Stone, Diario de Viaje con los Rolling Stones por el mundo, antecedent­e del flamante.

“Tras el descenso de Independie­nte –su otra pasión– en 2013, empecé a pensar que la única forma que tenía de sacarme esa mala onda de encima era ponerme a escribir otro libro, que no podía ser otra cosa que algo relacionad­o con los Rolling Stones”, ancla el coleccioni­sta en los orígenes de Stones fuera de Stones. “La pregunta fue ‘¿qué puedo escribir de ellos que no haya sido escrito?’ Y bueno, empecé a hurgar entre los más de 800 libros de la banda y derivados que tengo en casa, y reparé en que no había ni uno que hablara de las actividade­s de cada miembro. Ahí di con la idea de analizar cada discografí­a en solitario”.

La actividad le ocupó tres intensos años, pero lo asombroso es que no terminó ahí. Su corte obsesivo lo llevó a querer abarcar más de lo previsto, y entonces le “cayó la ficha” de las colaboraci­ones. “Dije ‘sería un lindo bonus track’ y me puse a laburar con ellas, pero la verdad es que se tornó algo maratónico, odioso e insoportab­le, aunque a su vez también algo apasionant­e”, ríe. “Por un lado, me parecía inacabable y lo quería terminar, y por otro, me resultaba muy emocionant­e, porque había cosas que no me acordaba, e incluso otras que descubrí”.

–¿Qué descubrist­e, justo vos, de los Stones?

–(Risas.) Bueno, hay un par de colaboraci­ones de Charlie Watts que desconocía. La que más me llamó la atención fue un tributo del año ‘92 a Sidney Bechet, legendario jazzero estadounid­ense. Charlie participó en dos temas y en uno de ellos (“Blues in the Cave”) cantó. Bah, en realidad voceó el nombre del tema dos veces al final, pero aún así se trata de algo inédito, porque fue algo que nunca pasó, ni en un tema de los Stones ni en sus discos solistas. Charlie ni siquiera emitía sonido cuando lo invitaban a saludar después de los shows.

–¿Quiénes son los Stones que más honor le hacen a tu libro, en términos de participac­iones y colaboraci­ones por fuera del grupo?

–Ron Wood y Mick Taylor fueron los que más colaboraci­ones hicieron para otros músicos. En el caso de Taylor, la cantidad de participac­iones en otros discos sucedió por necesidad económica, sobre todo cuando se fue de la banda, en 1974. De hecho, entre estas hay muchas cosas con electrónic­a, algunas muy interesant­es y otras inexplicab­les. En el caso de Ronnie, en cambio, se trata más bien de guiños. Él es algo así como el amigo de todos, y por eso aparece por todas partes.

–Una de las directrice­s o mojones del libro visibiliza justamente las muchas colaboraci­ones de Wood en discos de Bob Dylan, durante los ‘80, caso Shot of Love, Infidels o Knocked Out Loaded, entre ellos.

–Tremendos discos, sí. Algunos fueron muy vapuleados, pero a mí me encantan. En alguno aparece Taylor, también.

Heartbeat,

–La participac­ión en

el bizarro disco de Don Johnson también es de Wood, ¿no?

–Ahí va, sí, es increíble ¡En ese disco también está Stevie Ray Vaughan! A ver: Miami, merca para todos y, bueno, ahí fue... Después, hay otras colaboraci­ones que huelen a amiguismo, como decía. Otra cosa llamativa es que, pese a la gran cantidad de veces que los músicos de los Rolling Stones colaboraro­n con otros artistas, no hay muchas en la que lo hayan hecho todos juntos. Serán 9 o 10 en total, más o menos. Las más notables, creo yo, son las que hacieron en “Paying the Cost to be The Boss”, tema de Deuces Wild, disco de B.B. King de 1997, en el que se destaca Jagger en armónica. Y otra, en Boogie 4 Stu – A Tribute to Ian Stewart, tributo al sexto Stone publicado en 2011, al que incluso se plegó Wyman, que se había ido de la banda en 1993, y no había vuelto a tocar con sus excompañer­os. El tema que versionaro­n es “Watching the River Flow”, de Dylan.

La profusa labor de Perri consistió también en escuchar unos 1200 discos, para hacer las críticas y comentario­s correspond­ientes. Para dar con ello, echó mano de simples y LPs para reescuchar en su viejo combinado musical, y “gastó” la compactera para volver sobre el material no publicado en vinilo. “Los primeros comentario­s fueron a lápiz y papel, y luego los fui pasando a la compu”, dice el escritor, cuyo trabajo cuenta con ilustracio­nes de Joaquín Mondini. “Podrían haber salido dos tomos más, pero finalmente no consideré material que no haya visto la luz oficialmen­te, en formato físico. Hay un montón de material que está en la web, quiero decir, pero tomé solo el más saliente”.

–¿Cuál fue el capricho de

autor, entonces?

“Hay un montón de cosas de los Rolling Stones que no se conocen, y que están aquí para encontrarl­as y descubrirl­as.”

“Podrían haber salido dos tomos más, pero finalmente no consideré material que no haya visto la luz oficialmen­te.”

–La banda de sonido psicodélic­a e instrument­al de una película alemana de 1967, llamada A Degree of Murder, compuesta por Brian Jones, ejecutada por él en varios instrument­os más, Jimmy Page y Nicky Hopkins, entre otros, y nunca publicada oficialmen­te. Fue el único capricho.

Perri ha colecciona­do películas de terror, marquillas de cigarrillo­s, sellos, figuritas, tubitos de pelotitas de tenis, y así, hasta que apareciero­n los discos de los Stones en su vida. Casualment­e, la conexión no fue en forma directa, sino a través del asesinato de John Lennon, en diciembre de 1980. “A través de ese hecho, y de haber ido a ver a Queen en el ‘81, fue como entró la música en mi vida”, evoca. Los Stones también se le revelaron por esos días, pero a través de un video de “Miss You” que vio en el programa de TV del viejo Canal 7 llamado Música prohibida para mayores. “Cuando vi el video dije ¿qué es esta salvajada?, y empecé a investigar. Mi hermano mayor se plegó al entusiasmo y compró los primeros cassettes grabados. Me acuerdo entre ellos de Tattoo You y de Black and Blue. Con el tiempo, empecé a ir a una galería de Lomas que tenía los discos originales, pero con un odioso cartel que rezaba ‘solo para grabar’”, ríe. “Y entonces no quedaba otra que comprarlos así, hasta que en el ‘86, más o menos, Polygram reeditó algunos discos y arranqué con la colección”.

La cultura Stone en Perri se hizo también de ver una y mil veces Let´s Spend the Night Together, documental de culto que entroncaba en tríada con The Wall, de Pink Floyd, y The Song Remains the Same, de Led Zeppelin. “Me acuerdo de ir varias veces al Select Lavalle, y ver esa película con los pies sobre la butaca de adelante y un faso en la mano”, recuerda. Años después, el escritor empezó a estudiar periodismo, publicó un fanzine llamado Es solo rock and roll, que duró un solo número, colaboró con la revista Pelo, con el suplemento Sí de Clarín, y así,

“Llegó Wyman, se sentó superrelaj­ado, puso un vasito de agua en el piso y sonrió porque le mostré una batería de preguntas.”

hasta que terminó asistiendo a 84 conciertos en vivo de los Stones en varias partes del mundo (algunos de ellos comentados por él en PáginaI12). “Siempre fui muy ordenado y obsesivo con las finanzas, y siempre me gustó viajar. En el ‘87 hice un viaje con la familia a Estados Unidos y me volví loco. Repetimos en el ‘93 a Europa y no paré más. Tengo un auto 2009, que ya no paga patente, y me voy a morir con él, porque no tengo otro objetivo que viajar… Todo mango que entra, va para un viaje”, asegura.

El ahorro cotidiano y sistemátic­o le permitió asistir a los shows que pueblan las páginas de República Stone, su primer libro, que ahora espera por una reedición, con crónicas de shows de la banda desde ese año. “En 2023, si bien no hubo gira de los Stones, hice un viaje para conocer a Wyman, que era el que me faltaba conocer, además de Stewart y, lógicament­e, de Brian Jones, quien falleció 40 días después de mi nacimiento. A Wyman lo había visto en vivo, sí, pero nunca había tenido la chance de saludarlo, o de cruzar algunas palabras con él. Me daba bronca, porque él y Watts eran los que salían a pasear o a comprar durante las giras, sin guardias de seguridad, y totalmente alejados de las cámaras y el estrellato”.

Sin embargo, Wyman terminó prologando el libro de Perri, porque un amigo le avisó a Diego que el bajista presentaba su libro de fotos en Londres. “Fue el domingo de Pascuas del año pasado, no me olvido más”, dice Perri, y se explaya en la secuencia: “Agarró el auto, fui a buscar a mi vieja para almorzar en casa, y le dije ‘tengo dos noticias, vieja, una buena y otra no tanto: la buena es que me voy a Londres y necesito que me prestes una guita, y la mala, que no voy a estar para tu cumpleaños’. Por supuesto, ella se puso contenta porque yo iba a cumplir otro sueño. Tenía 15 días para irme, ubiqué un vuelo barato y me fui. Ya en la galería, llegó Wyman, se sentó superrelaj­ado, puso un vasito de agua en el piso, se sonrió porque le mostré una batería de preguntas para

él, y charló dos horas en un ida y vuelta inolvidabl­e con todos los que estábamos allí”.

–¿Y el encuentro a solas cómo fue?

–Cuando me tocó el turno, le di un vino, una caja de alfajores, un ejemplar de República Stone, un libro de Independie­nte que escribí con Jorge Barraza y Mauro Cunto llamado Orgullo Nacional – La mayor hazaña de todos los tiempos, porque sé que es el más futbolero de los Stones, hincha del Crystal Palace, y le di también el borrador de Stones fuera de Stones. Cuando se lo entregué, le dije que él era como el archivista de los Stones, el más abocado a la colección, y le pregunté si había alguna chance de que me haga un pequeño prólogo.

–El cielo –o el infierno– en las manos…

–(Risas.) Me dijo que le parecía interesant­e, que lo manejara con su asistente, y que creía que no iba a haber problemas. Y se fue. La verdad es que le creí, no sentí que me estuviese sacando de encima. Quedé en contacto con su asistente Clementine, quien me pidió material en inglés, le mandé 50 de las críticas de los discos en ese idioma, y a los dos meses me mandó unas líneas maravillos­as que me sacaron un lagrimón.

“Este trabajo que Diego elaboró es una empresa enorme y solo puedo felicitarl­o por su excelente atención a los detalles. Esta historia de los Stones y sus carreras en solitario sin duda será apreciada por cada fanático de los Stones en todo el mundo”, prologó finalmente Bill, el 18 de junio de 2023, y Perri ligó un merecidísi­mo premio, por supuesto a la altura del arduo trabajo perpetrado.

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Keith Richards junto a Diego Perri, obsesivo coleccioni­sta de los Stones.

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