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Último bastión de la vieja guardia

De su estirpe no abundan. El Flaco de Ramallo pasó a la dimensión de leyenda del automovili­smo siendo un personaje irrepetibl­e.

- Por Jorge Dominico

◢Amado y resistido, ejemplo de lo que sí y de lo que no, de las batallas sin tregua y los exabruptos emocionale­s con su alto régimen de pulsacione­s. Vivió cada instante como un camino a la gloria y en el deporte construyó la última leyenda de una persona capaz de hacer lo imposible sobre un auto de carreras. Juan María Traverso, acaso el último bastión de una época del automovili­smo que forjaba ídolos tan reconocido­s como cualquier otro deportista en el país, dejó el sábado con su muerte a los 73 años uno de los espacios más grandes y con él se va una generación de talentosos y carismátic­os artistas del volante.

Su presencia rompía el aura de toda reunión y las miradas, imposibles de dirigir a otro punto, lo hacían aún más poderoso. Deformaba la boca y con una mueca, especie de contraseña, activaba las carcajadas de los admiradore­s en alguna de sus interminab­les anécdotas. Este capricorni­ano nacido en Ramallo, Buenos Aires, el 28 de diciembre de 1950 cumplió el sueño de hacer lo que disfrutaba y abrazó 16 campeonato­s, comenzando con el peligrosís­imo Turismo Carretera de los años setenta, literalmen­te, en las rutas –muchas de tierra– de todo el país. No había cumplido 21 años cuando debutó en TC, el 31 de octubre de 1971 en la Vuelta de Pergamino, mientras que el primero de sus 46 triunfos llegaría en la temporada entrante, el 29 de octubre de 1972 en la Vuelta de 25 de Mayo. Siendo un niño, en comparació­n a los referentes de la época, consiguió el respeto de sus pares gracias a la astucia y habilidad para el manejo. Hasta su retiro, lo cual fue una historia en sí misma por la manera de desaparece­r de los gélidos boxes de Olavarría el domingo 6 de agosto de 2005, dejando su Torino sin salir a correr, alcanzó seis títulos en el TC (1977, 1978, 1995, 1996, 1997 y 1999) y solamente Juan Gálvez (56) y Roberto Mouras (50) lograron más triunfos que él.

Su precisión para leer los vientos le permitió acomodar las velas para aprovechar los cambios, consiguien­do el privilegio del auto adecuado en el momento indicado y así confirmar su capacidad. Así, el impresiona­nte palmarés de Traverso incluyó siete coronas de TC2000 (1986, 1988, 1990, 1991, 1992, 1993 y 1995) siendo dominante en la época dorada de la categoría, con 68 victorias; a lo que sumó tres consagraci­ones en Top Race (1998, 1999 y 2003). Cosechó también siete subcampeon­atos, pasó por la Fórmula 2 Codasur e intentó llegar a la cúspide corriendo en la F2 Europea. Hasta el mundo de los derrapes disfrutó del Flaco en el rally nacional como en la demostraci­ón de habilidad del Rally Mundial, por las sierras de Córdoba, con un Renault 18.

Corrió con diversos modelos pero toda una generación de argentinos encontró en la Renault Fuego Coupé el sinónimo de auto deportivo gracias a Traverso. La gloriosa época del TC2000 en la que el coche que vencía el domingo era requerido el lunes en la concesiona­ria llegó al punto en que la fábrica de Santa Isabel, Córdoba, debió incorporar el color negro, como tenía Juan María por contrato con la empresa de jeans que lo patrocinab­a. Además, la icónica victoria con la Fuego prendida fuego en General Roca había envuelto de un efecto sobrenatur­al a este conjunto. Dentro del TC fue piloto de Ford (luego del trágico accidente de Nasif Estéfano) para conducir uno de los Falcon que marcó la época con siete títulos entre el ‘72 y el ‘78, siendo Traverso responsabl­e de los últimos dos de esa camada. Sin embargo, la TV en directo y el crecimient­o popular de los años posteriore­s hizo que sea un símbolo inobjetabl­e la Chevy color violeta con la que se llegó a la consagraci­ón consecutiv­a del ‘95 al ‘97, incluyendo las estrategia­s para esquivar los kilogramos de lastre que correspond­ían al que ganaba seguido.

Traverso nunca bendijo a un piloto para que siguiera su legado en las pistas; tal vez se sabía inimitable y último en su especie.

¿Por qué no la Fórmula 1?

Las cosas son difíciles en el viejo continente, por lo que Traverso estaba “satisfecho de no hacer papelones” al término de la campaña de 1979 con un March de Fórmula 2. Cuando se le preguntó por el camino junto a pilotos como Marc Surer, Derek Daly, Eddie Cheever o Keke Rosberg contestó que “de mi bolsillo no pienso poner nada más”. Y cumplió, pues regresó a Argentina para ayudar a la familia en el campo, mientras corría a nivel nacional.

Nunca bendijo a un piloto para que siguiera su legado en las pistas; tal vez se sabía inimitable y último en su especie. Su exquisita sensibilid­ad lo destacó con grandes respuestas a complejas situacione­s dentro y fuera de las pistas. Hiriente para el que personaliz­ó sus frases y embelesado­r para quien disfrutó el humor que lo convirtió en una figura difusa, que endulzaba oídos con amargas verdades o, simplement­e, un canchero porque tenía con qué.

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I NA Juan María “El Flaco” Traverso, gran campeón del automovili­smo nacional.

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